Bajo el hielo, de Bernard Minier

Entretenida novela de suspense ambientada en un valle pirenaico, en la que el lector se adentra en una investigación que mezcla elementos de suspense y terror.

Daniel Dilla Quintero
El Buscalibros
4 min readAug 8, 2016

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Hay libros para comentar y hay libros para ser leídos. Sobre los primeros se debate, se engordan con pies de página, se levantan grandes e interesantes — no siempre — aparatos críticos, se miran con lupa y, a veces, porque la lupa se agarra del revés, se alejan de la mirada, se distancian del público y quedan, entonces, como el goce exclusivo de unos pocos. Sobre los segundos, que uno asocia con la literatura de aeropuerto, el lector rebaja sus expectativas: son una versión desnatada de la literatura. No engordan, pero tampoco saben demasiado. Entretienen con la misma facilidad que son olvidados. En ellos la mirada se deja llevar sin más: ventanilla de tren. El placer que producen los libros de esta segunda categoría viene, en gran medida, porque se reconoce en ellos una imaginación sabida de antemano. La sorpresa que ejercen en el lector no es tanto lo novedoso de su trama, como la recreación de lugares comunes. Si la lectura pretende ser ágil y entretenida, porque la diversión es innegociable en estas obras, exige de balizas que nos señalen un camino en parte ya transitado.

No sabría en qué categoría colocar el debut de Bernard Minier titulado Bajo el hielo. Bernard Minier pertenece, desde 2009, a un club francés de escritores conocido como «Ligue de l’imaginaire». El propósito de este colectivo es reivindicar la calidad literaria de la novela de imaginación, siguiendo el idéntico propósito de autores tan variados como Dumas, Verne o Borges. En esa dispersión de gustos puede que radiquen los altibajos de estilo de la obra, y la dificultad para ubicarla bajo una sola etiqueta, si es que esta cuestión es importante. En una entrevista a propósito de la publicación de esta obra, su autor cita las siguientes preferencias: Faulkner, Nabokov, Dostoïevski, Thomas Mann, Anthony Burgess, Pasolini, Gombrowicz, Philip K. Dick, Stephen King, Clive Barker, Connelly, Nesbo, Mankell, Alan Moore, Cervantes, Borges y Shakespeare. Que un creador admire a estos autores no significa que el lector los vaya a encontrar luego en su obra. Pero sí revela algo positivo — amplitud de gustos — y explica posiblemente que la novela abrace diferentes registros: el policíaco, el análisis social, la investigación psicológica de personajes y situaciones.

El club, leo, hace hincapié en que la literatura no es solo una frase, una palabra, sino también una trayectoria, la de un lector que va uniendo obras por las veletas del gusto y el tiempo. Es singular este segundo objetivo: reconocer la importancia de la evasión en nuestro itinerario de lecturas. Y Bajo el hielo bien que logra su objetivo de liberación mental: es un fantástico thriller. Camina por lugares transitados — el inspector de policía divorciado, una vida personal tan desastrosa como brillante la profesional — , abusa de elementos visuales de naturaleza cinematográfica y, tal vez, sea larga en su género. Es interesante la historia secundaria de la relación entre Martin, el policía, y su hija, y podría haberse desarrollado en más detalle. El final de la obra es una pirotecnia excesiva, como explosiones en cadena: le sobran efectos escénicos que rebajan la obra a un fin de puro entretenimiento.

Con todo, lo favorable compensa la lectura. El valle de los Pirineos resulta ser no solo el escenario perfecto para la trama, sino el principal protagonista de la historia. Un espacio dominado por el misterio, recreado con minuciosidad, y que no se sabe muy bien si está a punto de relanzar su industria, o bien de todo lo contrario, poblaciones menguantes de familias en silencio enfrentadas. La trama se dispara — literalmente — en varias direcciones que, sorpresa, mantienen un idéntico interés, circunstancia poco frecuente en las novelas policíacas. Merece la pena resaltar la investigación que el autor ha hecho sobre trastornos mentales, con el detalle suficiente como para captar la atención sin aturdirla. Son magníficos los capítulos que transcurren en un centro penitenciario de alta seguridad, el instituto Wargnier, escondido entre montañas, y a cuyo alrededor, tiovivo de locura, parecen agitarse personas y valles. Es brillante la ambientación opresiva de la visita policial a una habitación infantil en la cual, durante décadas, habita el misterio. Cómo un enigma se ha extendido en el tiempo, ha alterado vidas que quedarán siempre rotas, y cómo a veces, por la incapacidad humana de comprender lo que está enfrente de nosotros, cegamos a la verdad. Descontados sus aspectos menos favorables, Bajo el hielo cumple el propósito de atraparnos en la tensión gradual de su lectura.

Bajo el hielo. Bernard Minier. Traducción de Dolors Gallart. Roca Editorial. Barcelona, 2012. 576 páginas. 9,95 euros. Comprarlo en Amazon.

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Daniel Dilla Quintero
El Buscalibros

Colaboro en la web elbuscalibros.com, donde se pueden encontrar buenos consejos de lectura, y escribo con irregularidad periódica en taganana.wordpress.com.