‘En el café de los existencialistas’, de Sarah Bakewell

Un relato sobre filosofía y filósofos del siglo XX. Reflexiones acerca del pensamiento, su evolución e influencia en nuestra historia reciente.

José Martin
El Buscalibros
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5 min readOct 15, 2016

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Imaginemos la escena: a principios de los años treinta, vemos a tres jóvenes filósofos sentados en el bar Bec-de-Gaz, en la parisina calle de Montparnasse, bebiendo cócteles de albaricoque y discutiendo sobre corrientes filosóficas tradicionales y modernas. Nuestros tres protagonistas son nada menos que Raymon Aron, Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir. En medio de la charla el primero de ellos comenta:

«Ya ves, mon petit camarade — le dijo Aron a Sartre; ‘mi pequeño camarada’ era su apodo para él desde que ambos eran escolares — , si eres fenomenólogo, puedes hablar de este cóctel y hacer filosofía sobre él».

En ese mismo instante, Sarah Bakewell sitúa el nacimiento del existencialismo. Según Beauvoir, Sartre quedó impresionado por la afirmación de su compañero y supuso en él un instantáneo interés por la fenomenología, vista como una filosofía de lo real.

Esta conversación, aparentemente intrascendente, le sirve a la autora como arranque de una historia fascinante a través de la evolución del pensamiento en el siglo XX. Para ello, Bakewell nos traslada hasta el siglo XIX para mostrarnos a Kierkegaard y a Nietzsche como autores que influyeron en los existencialistas y en la formación de su filosofía posterior, y desde allí desembocar de lleno en la fenomenología, en las figuras de Husserl y Heidegger como sus mayores representantes, cuyas obras serían estudiadas por Sartre, para después enlazar directamente con el existencialismo.

El libro, básicamente, es un ensayo sobre corrientes filosóficas, pero tratado de una forma magnífica. Para ello, utiliza la biografía de sus protagonistas, y a través de sus vivencias y anécdotas nos introduce en su forma de pensar y entender la realidad. Nos lleva, sin darnos cuenta, a lo más profundo de sus pensamientos. Pero no se queda ahí. También es un viaje por la historia del siglo XX; las dos grandes guerras, la posguerra, la guerra fría, la descolonización, las revueltas de los estudiantes franceses del 68… Todo se entrelaza, todo se relaciona, las ideas influeyen en los acontecimientos y viceversa.

Por otra parte, es una obra coral, llena de personajes. Aunque las grandes figuras de la historia son Heidegger y Sartre (sin olvidarnos de Beauvoir, la mujer que mantuvo una estrecha relación con Sartre durante toda su vida), está salpicada con la aparición de figuras relevantes de la cultura de la segunda mitad del siglo: Albert Camus, Maurice Merlau-Ponty, Karl Jasper… Aparecen actrices, novelistas, músicos… Todo un elenco que nos da una idea de cómo era aquella época, aquel París efervescente, en el que los cafés y los locales de Jazz convirtieron esta ciudad en el epicentro de la intelectualidad. Una ciudad en la que los existencialistas pretendían vivir siendo fieles a sus ideas. Una vida privada en la que en algunos casos, como en el de la pareja Sartre-Beauvoir, no estaba exenta de ciertas actitudes poco convencionales relacionadas con el sexo, las drogas y el alcohol.

Aunque en algunos momentos el libro se introduce en terrenos densos, difíciles y ásperos, como cuando intenta explicarnos los idearios de Husserl y Heidegger, el estilo desenfadado de su autora nos lleva de la mano a comprender la importancia de la filosofía en nuestra sociedad. No solo habla de ideas, sino de personas que piensan y son fruto de los tiempos que viven.

Las vidas de los filósofos no están libres de los avatares históricos. Heiddeger vio como su vida académica se lastró por su afinidad al partido nazi durante la Segunda Guerra Mundial, incluso la interpretación de sus teorías cambió a raíz de esto, así como su relación con otros intelectuales y pensadores. La historia de los archivos de Husserl es toda una aventura de supervivencia a través de Europa para no ser destruidos durante la guerra, y los existencialistas sufrieron en primera persona la invasión alemana de Francia, quedando marcados por este hecho. Algunos estuvieron en el frente, otros lucharon en la resistencia y algunos cayeron prisioneros. Toda esta barbarie humana hizo que se replantearan muchos de sus postulados anteriores, dando lugar a una evolución en su pensamiento, que en algunos casos, como en el de Sartre, se radicalizaron. ¿Qué había pasado? ¿Como no vieron venir lo que iba a ocurrir? ¿Qué papel jugaron los filósofos en todo esto? ¿Se pudo evitar?… Es entonces cuando se comienza a pensar en una aplicación más social de la filosofía, es ahora cuando el existencialismo adquiere todo su valor.

Los intelectuales tomaron partido tras la guerra. Se politizaron e intentaron comprometerse con los problemas reales. Una vez más, fueron «víctimas» de las circunstancias. Un mundo que quedó divido en dos grandes bloques, representados por los EE. UU. y la URSS, hizo que algunos como Sartre y Beauvior se convirtieran en abanderados del comunismo, hasta el punto de romper relaciones con antiguos amigos como Camus y Ponty por sus diferencias políticas.

Según Sarah Bakewell, es difícil explicar concretamente qué es el existencialismo. Pero una idea está clara: la de la libertad individual. Una libertad entendida como la capacidad de elección, de elegir en cada momento lo que se quiere hacer, asumiendo la responsabilidad de sus consecuencias. Ahí es donde radica la importancia de este movimiento, por eso se extiende por el mundo en los años sesenta y cincuenta, y de esta idea se alimenta la sociedad moderna. Es en esta época cuando encontramos el origen del movimiento feminista (la obra de Beauvior tiene mucho que decir aquí), de la lucha por los derechos de los gais, la lucha contra el racismo, terminar con las diferencias de clases… Con mayores o menores aciertos, es indudable la influencia existencialista en la sociedad actual. Por ello la autora se muestra partidaria de su revisión:

«Pero existe un motivo por el cual hay que releer a los existencialistas. Y es que ellos nos recuerdan que la existencia humana es difícil, y que la gente a menudo se porta de una manera horrible, y sin embargo también demuestran lo grandes que son nuestras posibilidades».

Estamos, pues, ante un buen libro, escrito con un estilo ameno, muy bien estructurado y fácil de leer dentro de la complejidad del tema. No es un texto para iniciarte en la filosofía, es un texto para disfrutarla, con una mezcla de teoría, biografía, historia y narración literaria que forma un cóctel perfecto. Un libro para pensar y ser pensado. Un ejercicio intelectual basado en las ideas que nos recuerda a Merleau-Ponty:

«La vida se convierte en ideas, y las ideas vuelven a la vida».

Ficha técnica:

En el café de los existencialistas: Sexo, café y cigarrillos o cuando filosofar era provocador. Sarah Bakewell. Traducción de Ana Herrera Ferrer. Ariel. Barcelona, 2016. 528 páginas. 22,90 euros. Comprarlo en Amazon.

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José Martin
El Buscalibros

Estuve perdido y ahora vuelvo a caminar por la senda de los libros.