Fátima Casaseca: «Leo de forma compulsiva, siempre que encuentro hueco»

La autora de ‘Nadie se muere de esto’ nos habla sobre libros y lecturas, un poco de Filosofía y nos cuenta cómo es un bolso perfecto.

Violeta Tomás
El Buscalibros
7 min readFeb 7, 2017

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Fátima Casaseca (Madrid, 1981) vive en un pueblo perdido del sur de Alemania, bajando de la casa del abuelo de Heidi, pasando el arroyo, a mano izquierda. El mierdapueblo, como fue conocido en su blog Mamá en Alemania, y desde allí contaba cómo se las apañaba para que sus tres retoños no se abrieran la cabeza mutuamente. El blog se convirtió en un libro de los de verdad, Una mamá española en Alemania, y, este año, Fátima dio el salto a la ficción con Nadie se muere de esto, que leímos el verano pasado y nos encantó.

Que es divertida y escribe muy bien quedó claro desde el primer post. Con la novela, además, demostró que tiene muchas cosas que contar. Fátima es una lectora de pro con la que tenemos el lujo de contar aquí, en El Buscalibros, además de lectora profesional. En sus ratos libres cría a sus cuatro hijos, vigila castores, hace la compra (en realidad eso lo hemos deducido), empareja calcetines, teclea y se fuga a tomarse unos vinos con sus amigas.

¿Qué hace un «lector profesional»?

Parece así como muy importante, ¿verdad? Pero en realidad es bastante simple. Consiste, básicamente, en leerse un libro y escribir un informe ofreciendo una valoración literaria y otra comercial lo más objetiva posible. Lo que más hago son libros en otros idiomas, ya editados y publicados (o a punto) en el país, aunque varias veces me han pasado manuscritos inéditos en español, y ahí te piden, además, que propongas mejoras o correcciones. Parece muy idílico, pero no siempre te ofrecen libros interesantes. No tienen por qué ser malos, quizás simplemente no es un género que te interese o no son para ti.

¿Crees que ‘Mamá en Alemania’, el blog y la posterior publicación del libro, te abrió las puertas para lanzarte a por la novela?

No es que lo crea, es que estoy convencida. El blog me aportó muchísimo. Con él aprendí a contar historias, a divertirme escribiéndolas, perdí el miedo a enseñar lo que escribía, me aportó muchísimas satisfacciones y, además, a través de él conocí a gente estupenda. Siempre digo que, sin todo eso, jamás me habría atrevido a escribir la novela.

¿Cómo fue el paso del blog a la novela? ¿Desde cuándo existía ‘Nadie se muere de esto’ en tu cabeza?

Es algo que siempre me había llamado la atención, pero nunca me había atrevido a intentarlo. El mundo editorial, los escritores, me parecía algo lejano, inalcanzable. Me daba miedo. Ni siquiera cuando empezaron a publicarse libros de blogs me planteé que el mío pudiera llamar la atención para un proyecto así. Pero lo hizo, y fue una experiencia alucinante. Así que, después de aquello, me propuse intentarlo con ficción. El argumento de la novela surgió por casualidad: justo en esa época alguien cercano a mí vivió algo similar (no mucho, pero suficiente para que se me disparasen las ideas) y decidí escribir sobre ello.

Cuando tienes una idea en la cabeza, ¿cuánto tardas en darle forma hasta que empiezas a escribir?

Poco. Soy muy impaciente, si no empiezo enseguida pierdo el hilo y ya no me gusta y lo descarto, así que en cuanto me parece que la idea es buena, me lanzo inmediatamente.

Y durante el proceso de escritura, ¿qué te ha resultado más difícil, empezar, continuar o rematar?

Empezar es muy emocionante y rematar es una gozada. Lo duro, para mí, es todo lo que pasa entre esos dos momentos. Hay días que te cansas, que no te gusta lo que escribes, lo que has escrito, que tu historia te parece una estupidez, que no sabes por dónde seguir… Otros es al revés, estás eufórica, todo fluye, todo cuadra, se lo quieres enseñar a todo el mundo. Te pasas meses como una loca, obsesionada con una historia y sus personajes, sin saber todavía si vas a conseguir terminarla, si la estás contando bien, si tiene sentido, si te va a gustar y, sobre todo, si va a gustar al que lo lea.

¿Seguirás escribiendo? ¿Tienes alguna idea en mente?

Algo hay, sí. Ya se verá.

¿Escribir te ha hecho leer de forma distinta? Y ¿cómo lees?

Sí, totalmente. Primero porque cuando me lancé a por la novela, no tenía ni idea de cómo resolver un montón de cosas: diálogos, giros, descripciones, saltos en el tiempo, etc. No lo había hecho nunca, así que empecé a fijarme en cómo lo hacían en los libros que leía, qué técnicas, manías, preferencias tenían los autores. Ahora, en cambio, me fijo menos en esas cosas, pero sigo entreviendo a la persona y su esfuerzo detrás del libro.

Y, bueno, leer leo de forma compulsiva, siempre que encuentro un hueco, mucho por las noches. Tengo una pila de libros en reserva y me agobio si veo que baja y no estoy reponiendo, o que se me va a acabar el libro que estoy leyendo y no me apetece ninguno de los que tengo pendientes.

¿Has pensado alguna vez cómo sería tu vida hoy si no te hubieras quedado a vivir en Alemania, por ejemplo si hubieras vuelto a España?

Sí, claro, a veces me imagino cómo sería mi vida si no me hubiese ido a Alemania, si no hubiese tenido hijos, o solo hubiese tenido un par, si hubiesen sido niñas, si nos hubiésemos quedado en Berlín en vez de venir a un pueblo del sur, si me hubiese ido a otro país… No lo puedo evitar, de hecho me gusta fantasear con esas cosas, pero tampoco es algo que me obsesione.

¿Por qué estudiaste Filosofía? ¿Te planteaste otros estudios en lugar de Filosofía, durante o después de terminar?

Fue casi por casualidad. Había dejado una carrera (Marketing y Gestión Comercial), estaba en Londres y mis padres, cabreadísimos conmigo, me preguntaban constantemente qué iba a hacer con mi vida, de vez en cuando me proponían alternativas (Derecho, Económicas). No tenía ni idea y un día, yo creo que porque estaba desesperado por mi indecisión, mi padre me dijo: «¿Y Filosofía? Siempre te gustó en el colegio». Jamás se me había pasado por la cabeza, pero me entró curiosidad, eché un vistazo al plan de estudios y me fascinó.

¿Por qué Alemania?

Desde el principio me sentí más cómoda con las escuelas de filosofía alemanas, así que, animada por un profesor que tuve, me apunté a un curso de alemán para poder manejar los conceptos básicos. Fue un flechazo. Me encantó el idioma, su gramática, el juego que da y aquel verano me marché a Berlín. Me pasó lo mismo con la ciudad y decidí que quería irme allí.

En ocasiones nuestra profesión o nuestros estudios determinan una forma de entender la vida y relacionarnos con el entorno. ¿Qué te ha aportado estudiar Filosofía en tu forma de ser y de desenvolverte en el «mierdapueblo», criando cuatro niños, y, naturalmente, a la hora de escribir?

Bueno, yo siempre he sido muy curiosa (o cotilla, si prefieres) y cualquiera que me conoce sabe que me paso el día preguntando por qué y pidiendo detalles. Me ponen nerviosa los sobreentendidos (acabo deduciendo varias posibilidades y no termino de decidirme por una), necesito entenderlo todo, que cuadre de manera lógica. Pero creo que eso ya era un rasgo anterior a la carrera, estudiarla no ha hecho más que potenciarlo. Por lo demás, entre otras cosas aprendí a cuestionarme a mí y a los demás, a relativizar, y eso, creo, en muchas ocasiones me sirve para no obsesionarme y darle a las cosas la importancia que realmente tienen.

¿Cómo (y dónde) te ves dentro de quince o veinte años?

Ahora mismo aquí, con todos los niños independizados (¡bien!) y más tiempo. Pero a saber, la vida da muchas vueltas y no me atrevo a hacer predicciones contundentes. En cualquier caso, ahora estoy muy bien y me gustaría seguir así.

Vamos a lo realmente importante…

¿Café o té?

Café. El té ni de lejos.

¿Vino o cerveza?

Vino.

Prenda más costrosa de tu armario, de la que no te desprendes.

Un jersey que le robé a mi marido, suave, calentito y ahora lleno de agujeros.

Confiesa, ¿has tirado absolutamente toda la ropa de bebé?

¡Sí!

¿Películas en VO o dobladas?

VO.

¿Libros en VO o traducidos?

Normalmente VO, aunque depende del tipo de libro y del idioma. Por ejemplo, no me gusta leer novela en inglés, así que esas todas traducidas.

¿Series o pelis?

Series. Es como los libros, los prefiero largos y que duren varios días.

Te gusta la novela negra, ¿Henning Mankell o Lorenzo Silva?

Eso es como preguntarme si quiero más a papá o a mamá.

Autora favorita.

Fíjate que casi prefiero que me preguntes por mi hijo favorito.

¿Pilates o running?

No sé de qué me hablas.

Define descansar.

Sofá, manta, chimenea, libro gordo o serie.

Tu plan favorito con niños…

Ir a la playa.

Describe el bolso perfecto.

El que pesa poco y abarca mucho.

¿Maquillaje?

Casi nunca.

En Filosofía, ¿escuela francesa o alemana?

Alemana.

En Literatura, ¿latinoamericanos/españoles o anglosajones?

Va por épocas.

En música… ¿Rock, jazz o sinfónica?

Rock.

¿Has aprendido a cocinar o solo te defiendes?

Me defiendo regular.

Algo que se te dé mal y te gustaría que se te diera bien.

Cocinar.

¿Kindle o papel?

Papel.

¿Biblioteca o librería?

Mi corazón prefiere librería, mi bolsillo biblioteca.

Fátima, muchísimas gracias por venir a este rinconcito de El Buscalibros a contarnos cosas que no sabíamos. Esperamos que mientras ayudas a descubrirnos libros maravillosos, y nos evitas algún que otro bodrio, y entre lasaña y lasaña, encuentres un huequito para seguir inventando historias y contándonoslas.

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Violeta Tomás
El Buscalibros

Leer, cocinar, criar, escribir, ordenar, el derecho administrativo y el café.