Escenas de baño

A veces en el lugar menos pensado ocurren todo tipo de historias y situaciones. Por ejemplo, en un servicio. ¿Qué es lo más raro que te ha pasado a ti en un baño?

Descuelgo el teléfono y me preguntan qué estoy haciendo. Respondo que nada en especial, que simplemente estoy viendo la tele. De fondo escucho el sonido de un piano y le pregunto a mi interlocutor de dónde viene la música. Me responde que está cenando con su novia en un restaurante superpijo en el que un pianista toca en directo. «¡Qué romántico! — le digo — Pero no entiendo qué haces hablando conmigo en vez de estar disfrutando de la velada con tu chica». Me cuenta que su novia lleva veinticinco minutos metida en el baño y que se está devanando los sesos pensando en qué cojones puede estar haciendo allí durante tanto tiempo. Le digo que depende. Depende del sitio y de la hora. Depende de lo a gusto que estuviera con su acompañante, o sea con él, antes de entrar, de con quién se haya metido en el baño o también de a quién se haya podido encontrar dentro. ¿Tú que haces cuando te metes en el baño?, me pregunta. Yo en los baños he hecho prácticamente de todo, le respondo. He cantado a voz en grito mientras oía canciones en bucle, he leído libros intentando apaciguar las incesantes dudas que habitaban en mi cabeza, he visto algún capítulo de alguna de las diez mil series que sigo, me he hecho fotos, he repasado antes de un examen, he escrito historias en mi mente que luego, más tarde, he terminado escribiendo sobre el teclado, he hablado con el reflejo del espejo, he vomitado, he llorado y he pegado patadas a las paredes para descargar mala leche reconcentrada. He experimentado, he comparado y me he obsesionado. He escuchado, me han escuchado. Me he desnudado y me han desnudado. Me he corrido y he salido corriendo.

Continuará…