‘La casa’, de Paco Roca

Un cómic lleno de emoción y nostalgia planteado con una gran sensibilidad y el gran nivel gráfico al que nos tiene acostumbrados el autor.

Blanco Humano
El Buscalibros
5 min readOct 7, 2016

--

Antes de comenzar esta reseña tengo que advertir que quizá yo sea poco objetivo para juzgarla. En primer lugar, porque, como ya advertí en la reseña de Los surcos del azar, soy fan de la obra de Paco Roca. Si bien es cierto que esto es un arma de doble filo: todos sabemos que los fanes somos los primeros que nos revelamos cuando nos parece que una nueva obra está por debajo del nivel esperado (y a estas alturas ya empiezo a abrir sus cómics con miedo porque yo de Paco Roca espero mucho). En segundo lugar, porque la historia que cuenta me resulta tan cercana, tanto por el contenido como por los escenarios descritos, que me da la impresión de que podría haberla escrito yo.

Pero quizá precisamente la grandeza de esta obra radica en que a pesar de contar una historia aparentemente pequeña (en el sentido de que es una historia sin grandes conflictos dramáticos) y muy local (en lo que toca a los detalles de la ambientación), o precisamente por eso, se convierte en algo universal que cualquiera puede sentir como cercano.

A la muerte de Antonio, un hombre mayor que había enviudado recientemente, sus hijos deberán hacerse cargo de la casa que este tenía en el campo, con la intención de adecentarla para su venta. Esta casa, en la que pasaron gran parte de su niñez, evocará cantidad de recuerdos y con cada uno de ellos, vistos a través de sus ojos infantiles, se nos contarán partes de la historia de la familia. Gracias a esta narración fragmentada conoceremos las relaciones entre los hermanos, pero sobre todo conoceremos al propio Antonio, incluso más que ellos mismos.

La casa se convierte en el hilo conductor de una trama en la que la emoción brilla precisamente por la sobriedad con la que está contada. Se nota que está narrada con un extraordinario cariño, no en vano es una obra que el autor dedica a la muerte de su padre (si bien no de un modo totalmente explícito) y se percibe lo que de autobiográfico hay en ella. Este cariño se muestra en los detalles de la ambientación — pequeños apuntes de rincones de la casa — y en el modo amable de tratar la historia, sin grandes aspavientos dramáticos a pesar de lo emotivo del tema. Que nadie espere ver aquí un gran drama tipo Almodóvar. Esta es una historia sencilla y cálida, narrada con solidez y contención y quizá por esto mismo sea tan fácil identificarse con ella.

Sorprende el gran poder de evocación de cada viñeta. Quizá sea cierto que en mi caso este pueda ser algo mayor porque pasé mi infancia en una casa muy parecida, pero es que cada viñeta, cada rincón dibujado, cada mueble parecen cobrar vida a través de este aparentemente sencillo pero enormemente eficaz estilo de dibujo. Supongo que incluso en el caso de que el lector no tenga los mismos referentes — no haya pasado la infancia en una de esas casas de verano levantadas prácticamente desde cero por un cabeza de familia y adornadas con restos de decoración de la casa principal — al menos la extraordinariamente bien documentada ambientación le aportará una atmósfera más sólida a la historia, algo que no siempre pasa en los tebeos — no en vano los fondos son esos grandes olvidados del mundo del cómic — .

En la parte gráfica, creo que no digo nada nuevo si resalto las capacidades del historietista valenciano como dibujante, colorista y narrador (que no muy a menudo se dan juntas estas habilidades en un mismo autor). En este caso se nota el cariño puesto en retratar detalles muy cotidianos que dotan de ese gran realismo que tiene el escenario. El color está manejado de la manera magistral a la que nos tiene acostumbrados, pero que todavía merece la pena mencionarse porque no es habitual encontrarnos productos tan cuidados en el aspecto gráfico, y menos en el cómic de autor. La narración juega con el ritmo y la rima (si se me permite la expresión) utilizando la disposición de las viñetas e incluso rompiendo con gráficos (un recurso que hemos visto utilizar a Paco anteriormente) de forma que nunca se hace monótona.

En este último punto en concreto, tengo que decir que todavía me sorprende la capacidad de contar historias de este autor. Solo las cuatro primeras páginas son una clase magistral de elegancia en la narración y de cómo se puede situar una historia de un modo sencillo y eficaz y, a la vez, emotivo. A partir de ahí la historia se sigue con enorme interés, saltando atrás y adelante en el tiempo y cambiando de punto de vista para contarnos la historia familiar desde diversas voces, siempre con la casa como hilo conductor.

Es posible que la historia antes relatada pueda parecer pobre para llenar las más de ciento veinte páginas que ocupa la obra, pero esta es una de esas obras que hay que leer, más todavía mirar, para poder apreciar en toda su magnitud. También es posible que, como ya he comentado más arriba, yo no sea totalmente objetivo al valorar esta obra. Sin embargo, entiendo que me arriesgo poco al recomendar algo de Paco Roca, y en cualquier caso, creo que tanto por el virtuosismo gráfico de su autor, como por la enorme sensibilidad con la que narra la historia (es un deleite recrearse en las numerosas viñetas de situación que detallan tan ricamente la ambientación — lo que Scott McCloud llamaba en Entender el cómic, transiciones aspecto-a-aspecto, un tipo de narrativa que confiere al ambiente una cualidad casi emocional — ) considero que esta es — una vez más — una de las obras más importantes, no solo del cómic nacional, sino ya del mundial. Si solo te vas a comprar un cómic este año, no estaría mal que fuera este.

--

--

Blanco Humano
El Buscalibros

Esta sección está pendiente actualización. Poco a poco, ¿vale? Sólo soy una persona, jó. Yo es que me indigno...