‘Leer mejor para escribir mejor’, de María Antonia de Miquel

Reflexiones para todo aquel que quiera aprender a leer mejor, a reflexionar sobre cómo lee, cómo se enfrenta a sus lecturas.

molinos
El Buscalibros
4 min readDec 9, 2016

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Como en casi todo en la vida y como se decía en la famosa película Cluedo: «La práctica perfecciona». Cuanto más leemos, mejores lectores somos o deberíamos ser. En la mayor parte de los casos uno se convierte en un lector más entregado, en un lector más perspicaz de manera inconsciente, sin proponérselo. Empezamos a leer por entretenernos y, poco a poco, el entretenimiento deja de ser lo más importante y otros intereses van ocupando su espacio en la lectura. La lectura de distintos libros, distintos géneros, distintos autores, va creando un gusto, una percepción, un bagaje que permite establecer hilos, conexiones, comparaciones. La lectura es algo que no se pierde, cada libro que leemos deja un poso en nosotros. Cada libro es un estrato sobre el que se asienta el siguiente y el siguiente y el siguiente y así hasta formar una capa de lecturas lo suficientemente amplia como para permitirnos tener un criterio.

Nuestras lecturas son como los anillos de la corteza de un árbol, como el registro geológico de una montaña. Si pudiéramos hacer un corte transversal para ver todos los estratos que conforman nuestro criterio lector, veríamos nuestra vida y a nosotros mismos evolucionando desde los cuentos de nuestra infancia hasta los ensayos que leemos de adultos o cualquier otra lectura. Esos cuentos, los estratos más antiguos de nuestro registro lector, son finos y están sepultados por cientos o miles de capas… pero son imprescindibles para todas las lecturas que vinieron después.

Tener un criterio lector no te hace mejor persona, pero sí te hace disfrutar más de la lectura. Detectar un estilo, reconocer cómo está escrito un libro o intentar adivinar qué es lo que el autor pretende contarte convierten la lectura en una experiencia más enriquecedora.

«Todo libro está destinado a alguien. Puede que el acto de escribir sea solitario, pero siempre es un intento de llegar a otra persona — a una sola persona—, ya que también cada libro se lee en solitario. El autor no sabe para quién escribe. El rostro del lector es invisible. Sin embargo, cada frase impresa en una página contiene el deseo de establecer una relación y la esperanza de ser comprendido». — Siri Hustvedt

No siempre se consigue, pero como dice esta cita de Siri Hustvedt, el momento en que sabes que has establecido la conexión con el autor, que has interpretado lo que él quería hacerte llegar, es un momento mágico.

A percibir todo aquello que hay detrás de las letras que saltan a nuestro encuentro es a lo que nos enseña María Antonia en la primera parte del libro, «Leer mejor». El manual comienza desde el punto primero, ¿qué es leer?

«Si la palabra se fija por escrito, puede ser como mucho información, pero no sabiduría. El verdadero aprendizaje se realiza cuando la palabra, de la que la escritura es solo una imagen, se graba en el alma».

En estas líneas de la página dieciocho queda perfectamente definido qué diferencia los libros que te entretienen de aquellos que se te enredan en el alma, en la piel y entre los dedos y nunca olvidas. A esos libros se llega poco a poco, y nunca son los mismos para todo el mundo ni son los mismos a lo largo de la vida de un lector.

«La obra de Dickens es como un vino que mejora con la edad; no de la botella, sino del catador. Cuanto más rica es la experiencia del lector, más maduro parece Dickens». — Aldoux Huxley

Tras un breve repaso sobre la historia de la lectura, llegamos al capítulo «Leer, comprender, interpretar» en el que María Antonia explica algo básico. En la lectura siempre hay dos personas, uno que escribe y otro que descifra, interpreta y comprende. Si no hay interpretación ni comprensión, no hay lectura.

«Un lector competente es aquel que sabe identificar, reconocer y recordar lo que lee: sabe interpretar lo que se dice y lo que se quiere decir; sabe valorar la forma y el contenido de lo que se dice; y, finalmente, sabe organizar y reorganizar lo leído». — Víctor Moreno

Terminada la primera parte del libro, el lector se sumerge en un mundo de preguntas, hace casi un examen de conciencia sobre su actividad lectora. ¿Cómo leo? ¿Me planteo todas estas preguntas? ¿Aprovecho lo que leo? ¿Tengo criterio? Quizá se responda a sí mismo «sí, hago todo esto pero no me había dado cuenta» o, quizá, se replantee sus lecturas a partir de ahora.

La segunda parte está dedicada a «escribir mejor», pero, en realidad, es una continuación de las reflexiones sobre la lectura. ¿Cómo describir? ¿Cómo ambientar nuestra historia? ¿Qué no hacer? ¿Qué voz narrativa elegir a la hora de contar una historia? ¿Qué significa decidirse por la primera persona o la tercera? Aunque no se escriba ni se tenga intención de hacerlo, se puede aprender mucho también en esta segunda parte.

«Cada hora que pasas leyendo es una hora que pasas aprendiendo a escribir; y esto se aplica a toda tu carrera de escritor. Leer a los malos escritores puede ser tan útil como leer a los buenos». — Robert Macfarlane

Quiero dejar claro que este breve manual no es un tratado snob o pedante sobre la lectura ni pretende establecer categorías de lectores, unos buenos y otros malos. Tampoco desprecia la lectura por entretenimiento, la lectura de evasión ni defiende que la lectura tenga que ser siempre un proceso transformador. Es un libro para reflexionar sobre cómo leemos y disfrutar esa reflexión.

Leer mejor para escribir mejor. María Antonia de Miquel. Alba Editorial. Barcelona, 2016. 182 páginas.  14,50 euros. Comprarlo en Amazon.

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