‘Lety la Horrible y el internado diabólico’, de Leticia Sabater

Huyan, huyan fuerte y rápido de este libro. No se dejen engañar por la portada simpática y el engañoso resumen de la contraportada.

«Lety Horrible vive en el más terrible y frío orfanato de Nueva York, El agujero del Bronx, con la cruel Miss Hortensia. Acostumbrada a los insultos y humillaciones de todas las personas de su alrededor, un día recibe una noticia que lo podría cambiar todo para siempre: un matrimonio de multimillonarios está pensando en adoptar.

Cuando piensa que todo mejora en su vida, el terror no habrá hecho más que comenzar, pues surgirán en ella unos poderes que no sabe controlar y conocerá el Internado diabólico, un edificio lleno de misterios, donde aprenderá que los peores lugares en ocasiones guardan las mejores sorpresas».

«Alguien» me envió esta descripción del libro, sin indicarme el nombre del autor. No pintaba muy mal, así que accedí a leerlo y reseñarlo. El resultado es que le guardaré rencor el resto de mi vida por esto. Con todo el cariño del mundo, eso sí.

Desde mi humilde punto de vista, Leticia Sabater no tiene a nadie que la quiera lo suficiente como para decirle que a veces no es buena idea hacer algo, aunque se pueda. Y las editoriales últimamente parecen no tener ningún tipo de reparo en publicar libros pésimos, simplemente porque su autor es famoso. Un combo muy peligroso.

Supongo que me estoy buscando algunos enemigos por decir esas cosas, pero es que he leído muchos libros, algunos me han parecido malísimos, otros simplemente no eran de mi estilo, pero nunca había leído uno que estuviera tan mal escrito. Es un estropicio, lo mires por donde lo mires. Me explico.

Predominan las incongruencias. Por ejemplo, los protagonistas son adolescentes que nacieron y viven en Nueva York, pero hablan con jerga madrileña de los años noventa (debuten, telele, qué alucine, es un pasote, iba muy yeyé). Imagino que es un guiño a sus seguidores… o no, pero el resultado es un poco penoso. O el hecho de que las niñas (de dieciséis años) vivan en un orfanato sin camas ni calefacción y apenas comida, pero lleven mechas y tatuajes. O aparato de los dientes. Y se vayan al zoo a nadar con delfines.

Las escenas pasan tan rápido que no te da tiempo de asimilarlas. Estás leyendo sobre algo importante que le está pasando a la protagonista en verano, pero en el siguiente párrafo (que no capítulo) es Navidad. Y de lo que estaba pasando en verano no se vuelve a saber nunca más. Lo mismo está tranquilamente comiendo con sus compañeros, pero dos líneas más abajo, en el mismo párrafo, está en un pasillo misterioso. No sabes cómo procesar la información ni cómo relacionar unas escenas con otras. Muchas veces, probablemente, no tengan relación. Un ejemplo:

«que [el orfanato] se había construido sobre los cimientos de un cementerio, y que los espíritus seguían flotando en el aire. Y, además, los vecinos eran muy cotillas».

Los personajes son totalmente superficiales y con un solo plano de comportamiento. Esta es una estúpida, esta una creída, esta una egoísta, esta una envidiosa, y así será siempre, aunque haya que meterlo con calzador. Cosa que hace prácticamente cada vez que ese personaje abre la boca. Menos Lety, claro, que es una santa y mártir y adora con locura a todo el mundo que no la insulte a la primera de cambio.

Solo hay extremos, blanco o negro. O el personaje es horriblemente malo o es muy bueno y amigo de Lety. No hay término medio ni personajes que maduren. ¿Y cómo van a madurar si en el párrafo siguiente hemos cambiado completamente de escenario y todos los personajes son nuevos? Pierdes la pista de todos los que han ido pasando sin pena ni gloria.

Bueno, ¿y las conversaciones que tienen? Parecen escritas por un niño de seis años: insultos, muy suavecitos todos ellos, claro, coletillas madrileñas de los noventa y frases simplonas. Todo el rato. Cuando intentan decir algo un poco más profundo queda totalmente cursi y fuera de lugar. Y para que vean que no me lo estoy inventando:

«Querido baby, estamos deseando que vuelvas, tus amigos de la discoteca echan de menos tus bailes y te mandan recuerdos, espero que te guste el regalo, choca esos cinco. Tus padres».

En definitiva, si son acérrimos seguidores de Leticia, lean el libro y pueden ponerme verde en los comentarios contradiciéndome todo lo que quieran. Pero les pido que no regalen este libro a un niño o niña, déjenlos que aprendan a disfrutar de la lectura sin sufrir. Por favor y gracias.

Lety la Horrible y el internado diabólico. Leticia Sabater. Ediciones Hidroavión. España, 2019. 262 páginas. 15,90 euros. Comprarlo en Amazon.
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