‘Lingo: Guía de Europa para el turista lingüístico’, de Gaston Dorren

Un viaje por el viejo continente para el turista dispuesto a descubrir uno de los tesoros más preciados de un pueblo: su lengua.

Lucía Lab
El Buscalibros
3 min readSep 6, 2017

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¿Qué relación existe entre una lengua y la democracia? ¿Por qué suena el español como una ametralladora a los oídos extranjeros? ¿Tiene el francés problemas con su madre? ¿Y por qué el sorbio es un idioma snob? Lingo dista mucho de ser una enciclopedia o un aburrido manual de lingüística. Como su nombre indica, esta fabulosa publicación del lingüista y periodista holandés Gaston Dorren es una divertida guía de viajes que descubre para nosotros las peculiaridades y rarezas de una parte imprescindible de nuestro bagaje e identidad cultural: las lenguas.

El lector se convierte en un turista lingüístico que se asoma a este curioso «callejero» europeo y visita cada una de las más de sesenta lenguas que se hablan en la actualidad en el continente (sin contar con los dialectos y hablas regionales). Cada una de estas lenguas posee un capítulo propio, y estos capítulos se aglutinan a su vez en nueve apartados en función de la temática abordada: las familias lingüísticas, la relación entre lenguas y política, aquellas que están a punto de desaparecer, lenguas con estrafalarias reglas gramaticales, lingüistas que dejaron huella…

Cada capítulo finaliza con dos breves epígrafes que, en mi opinión, son un broche de oro como punto final a cada recorrido lingüístico. El primero de ellos nos enseña una palabra que cada lengua «visitada» ha legado a las demás lenguas europeas. ¿Quién iba a decir que el castellano ha heredado palabras del rético o del gaélico escocés? Como en toda gran familia, uno acaba heredando rasgos de quien menos se lo espera. Por ejemplo, la palabra más famosa del rumano en castellano es «drácula» que proviene de dracul (demonio). Y el checo ha legado al mundo «robot», término acuñado en 1920 tomando la palabra que en este idioma significaba «esclavo».

El otro epígrafe (que es mi favorito) incluye una palabra de cada lengua que solo existe en esa lengua. Así, el serbocroata tiene una palabra (merak) que hace referencia al placer derivado de las actividades sencillas, como pasar tiempo con los amigos; Gönnen, en alemán, es el antónimo exacto de envidiar (alegrarse de la fortuna de otro); y en rumano existe una palabra para designar que alguien posee el compendio de virtudes que nos hacen humanos (¿no es maravilloso?). Otros términos son de índole práctica y nos hacen ser conscientes de cómo varían las necesidades y realidades lingüísticas en nuestro continente: los islandeses tienen una palabra para designar la inundación de libros en fechas navideñas; y madárlátta en húngaro es la comida que se lleva para comer fuera de casa y que retorna al hogar sin ser consumida.

Además de este aluvión de maravillosas curiosidades, la narración es fresca y amena en todo momento, lo que hace que el libro sea recomendable para cualquier lector ávido de aprender, conocer y visitar nuevos lugares sin moverse del sofá (o del metro). No es necesario ser filólogo ni erudito para disfrutar de Lingo: los capítulos son breves, muy entretenidos y explicados para todos los públicos. Su contenido no tiene desperdicio: en todos ellos abundan interesantes anécdotas históricas y culturales que nos ayudan a comprender un poco mejor de dónde viene y cómo es el conglomerado de banderas y pueblos que llamamos Europa.

Lingo: Guía de Europa para el turista lingüístico. Gaston Dorren. Traducción de José C. Vales. Turner Noema. España, 2017. 384 páginas. 23 euros. Comprarlo en Amazon.

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Lucía Lab
El Buscalibros

Profesora y periodista. Viajera y lectora insaciable. Siempre llevo conmigo una libreta para garabatear.