‘¿Qué es filosofía? y otros ensayos’, de José Ortega y Gasset

Si queréis saber lo que es la filosofía y por qué sigue siendo necesaria, de la mano de uno de los grandes pensadores del siglo XX, este es vuestro libro.

Blanco Humano
El Buscalibros
6 min readMay 23, 2016

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En primer lugar, me gustaría pedir perdón por el atrevimiento de comentar libros de filosofía sin haber cursado estudios en la materia. Por otro lado, considero que precisamente esto me permite valorar determinados textos para el gran público. No creo que se viera con buenos ojos que un filósofo opinara que tal libro de Kant o de Leibniz es un tocho insoportable.

No es un secreto que Ortega y Gasset es uno de los grandes autores, no solo de filosofía española, sino quizá del pensamiento mundial. Y, sin embargo, opino que a menudo no se le da el lugar que le corresponde en la historia de la filosofía. Tampoco es un secreto que su estilo es árido, un tanto elitista. Se dirige a un público experto, o al menos de un nivel educativo alto. Sus libros están plagados de citas en latín, en inglés, en francés y en alemán que no se molesta en traducir, como si dijera: «Si no entiendes esto, no mereces estar leyendo una obra mía». Esto quizá sea una barrera a la hora de plantearse la lectura de sus obras.

La filosofía es el estudio del conocimiento. La búsqueda de la verdad. A todos los niveles. Tenemos que reconocer que, como campo de estudio, es terriblemente amplio. Los primeros filósofos se ocupaban de temas como de qué estaba hecha la materia o qué eran las estrellas (además de otros muchos temas como la ética o la existencia de Dios). A medida que las ciencias avanzaron, muchos de estos temas quedaron como terreno exclusivo de las ciencias experimentales, limitándose la filosofía al estudio de temas más específicos, como el lenguaje (o más concretamente si era posible un lenguaje que describiera el mundo sin ambigüedad) o la teoría del conocimiento. Si hubo un tema que existió casi desde el principio fue el de si había una realidad existente más allá de la que percibían los sentidos o no. Llegó un momento en que la filosofía se hallaba dividida en dos grandes bandos: idealistas y materialistas, según atribuyeran más importancia a las ideas o a la materia. En esta lucha surgieron muchos pensadores con diversas posturas. Platón, por ejemplo, pensaba que las ideas estaban en un plano superior al nuestro y tenían una existencia propia. Descartes trató de levantar su propia filosofía sobre el único hecho del que podía estar seguro, que era el de que pensaba: «Pienso, luego existo» (lamentablemente, después basó la existencia de un mundo exterior en la creencia de un Dios bueno que no trataría de engañarnos con los sentidos). Berkeley llegó a negar la existencia de la materia y Hume va incluso más allá y duda de los conceptos de «yo» y de «causalidad». Mientras tanto, por su parte, la nuova scienza (en palabras del propio Ortega) Galileo se ocupa de la materia con todo el rigor que es posible, pasando a menudo por alto objeciones que parecen quitar el sueño a los filósofos y realizando grandes avances con ello que se concretan en el mundo real (en máquinas y, finalmente, en tecnología).

Aquí es donde la filosofía de Ortega se nos ofrece como algo refrescante. Nos da un pequeño repaso sobre la historia de la filosofía y, en pleno auge de la ciencia, nos llama la atención sobre el hecho de que la filosofía es la única ciencia cuyo campo de estudio es todo. El resto de ciencias tienen delimitado su campo de estudio. Las matemáticas juegan con los números. La biología con los organismos vivos. La física con la materia. Todas ellas tienen un objetivo claro y, cuando llega la hora de lograr un resultado, si es necesario saltarse algunas normas (como cuando se postulan por primera vez los números irracionales o cuando nace la mecánica cuántica, ideas que parecen carecer de sentido en su momento, pero que funcionan dentro de sus respectivos campos de estudio) lo pueden hacer. La filosofía, sin embargo, tratando de llevar al extremo su fidelidad a «la verdad», se comienza a constreñir a sí misma tratando de no dar saltos lógicos que invaliden su conocimiento, limitando así cada vez más el objeto de su estudio. Ortega lo que dice es que el objeto de estudio de la filosofía es la vida, el universo, y que no debemos limitarnos a nosotros mismos en nuestros métodos de llegar a él.

Ortega nos dice que el ser humano tiene la necesidad de conocer y que precisamente el mérito de Descartes es colocar a la filosofía en la modernidad, poniendo el foco en el hombre, y trata, desde ahí, de construir una filosofía de la vida. Tendrá hallazgos, en mi opinión, tan importantes como el conocido «yo soy yo y mi circunstancia», que explica que todos tenemos una parte de libertad y una parte de influencia de lo que nos rodea (y por qué a cada autor hay que estudiarlo siempre en su contexto). O la idea de las generaciones, que explica por qué la historia sigue avanzando («En todo presente coexisten tres generaciones: los jóvenes, los hombres maduros, los viejos (…). Merced a ese desequilibrio interior se mueve, cambia, rueda, fluye. Si todos los contemporáneos fuésemos coetáneos, la historia se detendría anquilosada, petrefacta…»).

Este es un libro, como se puede ver, áspero, no dirigido al gran público («hirsutamente técnico», nos dice). En él se recogen, en primer lugar, una serie de conferencias que en principio debían haberse impartido en la Universidad, pero que, debido a su dimisión del cargo como protesta por la represión de Primo de Rivera, obligó a que se celebraran en la Sala Rex. Ya en la primera conferencia celebrada allí advierte (asombrado por la afluencia de público que obligó a que las últimas lecciones se trasladaran al Teatro Infanta Isabel) que no se trata de un tema dedicado al gran público, por lo que, a pesar de que tratará de expresarse con claridad, no va a simplificar su mensaje para ser más accesible. La actual edición se basa en la edición impresa del propio autor, por lo que accedemos a lo que él pensaba decir en lugar de lo que realmente dijo (hay diferencias en ediciones anteriores que se basan en sus apuntes). Esta primera parte ocupa la mayoría del libro (unas doscientas cuarenta páginas). Los «otros ensayos» son dos versiones del mismo tema, uno para un curso impartido en la Facultad de Filosofía de Buenos Aires un año antes y otro para su publicación en el diario La Nación de Buenos Aires con posterioridad. Por tanto, lo que tenemos aquí es básicamente la misma disertación narrada tres veces y para públicos distintos. En mi opinión, quizá sería más interesante leer el libro en orden inverso, puesto que la versión que abre la obra es la más larga y, quizá precisamente por su modo de exposición, la más trabajosa de leer.

En cualquier caso, se trata de un gran libro para aquellos que quieren conocer «qué es la filosofía» de la mano, precisamente, de uno de sus grandes autores, y que merece mucho la pena el esfuerzo de desentrañar ese estilo ampuloso de escritura tan característico de su autor.

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Blanco Humano
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Esta sección está pendiente actualización. Poco a poco, ¿vale? Sólo soy una persona, jó. Yo es que me indigno...