‘Tiene que ser aquí’, de Maggie O’Farrell

Leed a Maggie O’Farrell: las historias de siempre pueden contarse de mil maneras. Leedla si queréis ser modernos. Leedla para ser felices.

Violeta Tomás
El Buscalibros
4 min readMar 13, 2017

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Este libro habla de gente. Gente a la que le pasan cosas, que se escapa y huye, gente que tiene vidas pasadas cargándoles los hombros, gente que sigue adelante.

Tiene que ser aquí cuenta una sola historia a varias voces. Daniel Sullivan vive con su mujer, Claudette Wells, en una casa perdida en la campiña irlandesa. Ella era una famosa estrella de cine que llegó allí para esconderse. Él es un profesor de Lingüística norteamericano que llegó a Irlanda de casualidad, huyendo de un matrimonio fallido y buscando las cenizas de su abuelo.

«Y así fue como hace diez años, aprovechando las vacaciones de primavera, terminé solo en la Irlanda profunda, a ratos bebiendo para olvidar y a ratos alimentándome de comida rápida en una serie de bed and breakfasts que tenían edredones resbaladizos y botellines individuales de leche. Digo ‘solo’, pero en realidad me acompañaba mi abuelo, que vestía una cajita de cartón precintada y ocupaba el asiento del copiloto en el coche de alquiler. Nos llevábamos muy bien, cosa que, según recuerdo, no era así cuando estaba vivo».

Daniel se entera por casualidad de algo que le ocurrió a alguien que conoció hace muchos años. Y viaja entre aeropuertos y sus recuerdos, con el objeto de aclarar sus ideas, o tal vez de cerrar un capítulo y entender qué pasó. Este viaje le pasará factura en su relación con Claudette, y no voy a contar más.

De todos modos este resumen no hace justicia a la novela. Porque al final, la historia entre Daniel y Claudette es un hilo conductor para contar muchas otras cosas. Hay un niño tartamudo al que Daniel ayuda, una película que se graba en la India, hay otro niño con eczemas que le pican mucho, un asistente personal agobiado y que trabaja muchas horas, jóvenes que coquetean con las drogas y una señora con una historia secreta de amor. También hay una chica que viaja a China, un barco en Suecia, una señora muy francesa, alcohol y una radio que se oye regular. Hay un coche, una habitación para arreglar las flores, una chimenea oxidada y 467 páginas de placer absoluto.

A Maggie O’Farrell la descubrí por casualidad, sacando un libro suyo en la biblioteca al azar. Me gusta porque sus historias son modernas y su escritura innovadora. Es moderna en las estructuras, en los planteamientos. Tiene una forma de contar distinta sin ser forzada.

Tiene que ser aquí es muy visual. Muchos fragmentos se leen como un guion. Las descripciones son precisas sin ser pesadas.

Tiene que ser aquí es una obra madura, cuidadísima, escrita con mimo. Su estructura es ciertamente compleja: en cada capítulo hay un personaje, un lugar y una fecha. Uno de ellos habla en primera persona; el resto no. Es una composición ambiciosa y quizá hasta peligrosa. La novela corría el riesgo de convertirse en una sucesión de historias sin hilo, o con un hilo irrelevante, una acumulación de descripciones maravillosas. Pero Maggie O’Farrell consigue hilar todas las historias hacia un desenlace común, no deja flecos, no deja interrogantes sin contestar.

Y todo ello se lee filtrado por la poesía y el viento irlandés que nos alborota el pelo mientras leemos sonriendo, tenemos una poquita resaca y la casa vieja cruje y huele vagamente a humedad.

Tiene que ser aquí me ha gustado muchísimo. Es un libro de personajes entrañables, donde nada se deja al azar, donde te llevan de la mano a lo largo de una historia fascinante, asomándose a los abismos de los personajes, entendiéndolos, respetándolos. Es un libro cuidado al detalle, donde las piezas encajan apaciblemente. Es una novela que no aprieta, ni escuece. Que se disfruta mucho.

La traducción de Concha Cardeñoso consigue transmitir además esta sensación de modernidad, con expresiones muy actuales perfectamente encajadas en el texto.

«Alucinaste cuando, a finales de mes, apareció dinero en tu desértica cuenta bancaria. ¡El milagro del trabajo! Y al mes siguiente, otra vez. Era una transacción alquímica muy sencilla. Tú tenías que llegar a la oficina a las diez, quedarte allí hasta la tarde, hacer lo que te mandaran y, al final, te daban dinero».

Recomiendo mucho Tiene que ser aquí. Si queréis leer o regalar algo distinto pero no raro, si buscáis una historia que dé una vuelta de tuerca a los temas clásicos, el amor, las pérdidas, los errores, el pasado que nos acecha.

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Violeta Tomás
El Buscalibros

Leer, cocinar, criar, escribir, ordenar, el derecho administrativo y el café.