Alrededor del disco

Joaquín Borges-Triana
El Caimán Barbudo
Published in
5 min readJul 3, 2024

Fonogramas de Amaury Pérez, Ana Irma y Dayron Ortiz son reseñados hoy en El Caimán Barbudo.

Amaury Pérez: + o — (más o menos).

“Más o menos tristes, más o menos viejos”, son las palabras con las que comienza el primer corte del nuevo fonograma de Amaury Pérez Vidal, titulado + o — (más o menos), el álbum 35 en la carrera musical de este trovador habanero. El disco, una propuesta en la que por igual se disfruta de mucho oficio por parte del protagonista y a la vez de altas dosis de frescura del lado de los músicos de respaldo (gente joven en su mayoría) deviene un canto a la nostalgia, por medio de hacer una suerte de resumen en la vida del propio Amaury y de su compañera de tantísimos años.
A diferencia de los últimos trabajos fonográficos de Pérez Vidal, en los que los metales tienen peso decisivo en las orquestaciones, aquí el arreglista Juan Manuel Ceruto puso el énfasis en la sonoridad de una banda que se mueve entre el rock, el pop y el jazz, con muy eficaces programaciones de teclados, lo cual da una remarcada riqueza tímbrica. En este sentido, al escuchar el fonograma evoco la etapa de Amaury en los 80 cuando tuvo a Lucía Huergo como productora y se me antoja que este material es también un homenaje a aquella extraordinaria instrumentista ya fallecida.
Con ese buen gusto que siempre ha caracterizado a Pérez Vidal, nos entrega textos de alto vuelo poético, que en esta ocasión cuentan para su interpretación con el apoyo vocal a cargo de Alex Garbey, miembro del coro Entrevoces y quien se luce en la segunda voz del tema “Febrero”. ¿Mis cortes preferidos?: “Más o menos”, “Aleluya”, “Por salvar un beso”, “Plegaria por Alberto Cortez”, “La libertad” y el mencionado “Febrero”. Disco que sobresale por su coherencia, vuelve a demostrar que Amaury Pérez Vidal sigue siendo un imprescindible hacedor de canciones, no solo en el contexto cubano sino en todo el mundo hispano.

Ana Irma: Canto.

Uno de los problemas que vive el esbozo de industria musical En Cuba es que en el mismo hace años desapareció la figura del repertorista
. Ello pudiese equilibrarse si las discográficas interviniesen en la elección del material a grabar por el artista firmado, pero eso (aunque debiera ser así teóricamente) jamás o mejor dicho, casi nunca (que no es lo mismo pero resulta igual) se cumple.
De ahí que entre nosotros contamos con excelentes voces solistas, con enormes potencialidades para el canto y que no obstante, no trascienden en virtud del errático criterio que tienen para escoger los temas que van a interpretar. Lo triste y paradójico es que también hay en el país numerosos hacedores de buenísimas canciones, con los que nada sucede, en ocasiones porque a decir verdad no están en condiciones de defender vocalmente sus piezas. Por todo lo anterior, cuando uno se topa con una intérprete que, además de poseer buenas dotes para el canto, hace una búsqueda para seleccionar su repertorio, se experimenta la sensación de haber hallado a una rara avis.
Justo lo anterior me pasó al escuchar el EP titulado Canto, llevado a cabo por la tunera Ana Irma bajo la producción ejecutiva de Enrique Carballea y con dirección musical de Alejandro Falcón. La también flautista Ana Irma, otrora cabeza de una orquesta danzonera en Las Tunas (formación de gratos recuerdos para el que esto escribe), ha escogido para su ópera prima composiciones de gentes como Norge Batista (Ay si pudiera”), Tony Miranda (“Tu canción”), Alejandro Borges (“Un bolero para ti”), Pedro Antonio Sánchez (“Intentando un guaguancó”, Yatsel Rodríguez (“Canto”) y una firmada por ella misma (“Soy”). Con arreglos muy funcionales que nos mueven por géneros como el bolero, la canción, el danzón, el son y el guaguancó, sin que falte espacio para la improvisación jazzística por parte de los instrumentistas acompañantes, con su primer fonograma Ana Irma evidencia buen gusto para el canto y en especial, tino para escoger un repertorio de compositores talentosos, radicados tanto en Cuba como en la diáspora. ¡Bravo por ella!

Dayron Ortiz: Mucho más que palabras

En el presente 2024, la querida Marta Valdés está cumpliendo 90 años de vida. Me da la impresión que ello transcurre sin penas ni glorias y que no se le anda rindiendo el homenaje que se merece. Cualquiera pensaría que Marta es una representante más de la última etapa del filin, lo cual sería una verdad a media. No exagero al decir que estamos ante una Intelectual con letra inicial mayúscula, que no solo ha hecho grandes canciones sino que ha escrito artículos y libros en los que trasciende el acontecer musical.
Afortunadamente, el joven guitarrista Dayron Ortiz quiso hacer un tributo a la compositora de temas como “Llora”, “No hagas caso” o “En la imaginación” y con Mucho más que palabras nos ha entregado lo que considero todo un discazo. Son varios los fonogramas que se han hecho con la obra de Marta Valdés, en los que el jazz tiene rol protagónico. Quizá, algunos imaginen que el disco de Ortiz sigue en dicha cuerda, pero en mi opinión resulta un material que va mucho más allá. Aquí no solo abundan los excelentes solos típicos del jazz, sino que hay una búsqueda de texturas tímbricas y de colores, que al menos yo no había sentido en otros álbumes dedicados a Marta. Lo anterior se percibe desde que se escucha el primer corte del fonograma (registrado gracias a una colaboración entre el Fondo de Arte Joven y el sello Colibrí), “Canción desde otro mundo”, que llega a experimentar con pasajes de clara orientación hacia el jazz rock.
Otro logro de este disco, pletórico en detalles que el oyente tendrá que decodificar (préstese atención al tratamiento dado a la voz, concebida como un instrumento más, ejemplo “Canción fácil”, uno de mis cortes favoritos en la grabación), es que no se trata de un trabajo en función de Dayron Ortiz como solista, aunque el material esté a su nombre y él se destaque tanto en la guitarra eléctrica procesada por diversos pedales, como en la vertiente del instrumento con cuerdas de nylon o de acero. Esta es una propuesta colectiva con lucimiento para cada uno de los invitados (entre ellos el trompetista Mayquel González, el saxofonista Emir Santacruz y la vocalista bayamesa Annys Batista) y en especial para la violinista Gabriela Díaz, el bajista Roberto Vázquez, el percusionista Armando Osuna y el teclista Rodrigo García. En resumen, Mucho más que palabras es un hermoso y sentido homenaje a Marta Valdés (compositora que siempre me ha parecido no escribió para sus contemporáneos sino para generaciones que llegamos después) y, en tiempos de tanta contaminación sonora, deviene una propuesta musical muy recomendable.

--

--