Con vida independiente: periodismo feminista y revolucionario*

El Caimán Barbudo
El Caimán Barbudo
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18 min readMar 8, 2023
Primer Congreso Nacional de Mujeres en el Teatro Nacional (tomado de https://www.elcamaguey.org/)

Las periodistas María Collado Romero, Ofelia Domínguez Navarro, Mariblanca Sabas Alomá y Ofelia Rodríguez Acosta encontraron en la prensa durante la primera mitad del siglo XX un arma eficaz para debatir y denunciar problemáticas de su género…

Por Dailene Dovale de la Cruz y Daniela Pujol Coll

Las feministas cubanas de primera mitad del siglo veinte fueron muchas veces retratadas en la prensa de una forma malintencionada o calumniosa. A la par de que sufrieron una mirada cruel y caricaturizada, encontraron un espacio para analizar la sociedad cubana, denunciar inequidades y difundir un mensaje revolucionario y feminista. Utilizaron los periódicos, aunque no de forma exclusiva, para señalar con audacia los problemas que enfrentaban las mujeres en los ámbitos públicos — como el derecho al voto — y en el privado —entre ellos, la necesidad de poder vivir de forma independiente y alejadas de la heteronorma—, al entender que estos aspectos debían analizarse en su más estrecha relación. Su escritura activa en publicaciones periódicas representó una manera eficaz de señalar las múltiples opresiones que les atravesaban. Ser periodistas y escritoras no opacó la militancia feminista, sino que sirvió de instrumento para polemizar, debatir, exigir derechos y organizarse.

Las periodistas María Collado Romero, Ofelia Domínguez Navarro, Mariblanca Sabas Alomá y Ofelia Rodríguez conquistaron un espacio en la prensa cubana, cada una a partir de su estilo y posición política. Entre ellas Mariblanca Sabas definió con precisión qué se entiende por periodismo revolucionario y en específico cómo asumir una perspectiva revolucionaria y con conciencia de clase desde el feminismo. ¿El reto? Cómo organizarse y con quién hacer causa común las mujeres obreras ¿Solo con otras mujeres, sin importar que su clase social sea diferente y antagónica?

“Fórmula viable: contra los hombres, cuando los hombres son los amos. Junto a los hombres, cuando los hombres son, como nosotras, esclavos que luchan por conquistar su independencia” (Sabas, S/F).

El periodismo que desarrollaron tendría Sus inquietudes y retos un estilo directo y militante que no cuenta la realidad para extraer de ella, sino para aportar y transformar lo injusto.

Lea más en los artículos Activismo académico en Cuba: tradición, práctica y testimonio publicado por la ensayista e investigadora Zaida Capote Cruz y Feminismo y masculinidad: ¿mujeres contra hombres? del profesor e investigador Julio César González.

Spot del documental En busca de un espacio de la directora de cine Marilyn Solaya

Silvestre como María Collado

Es 19 de marzo, 1885. Nace María Collado Romero en el central azucarero Cimarrones, en el municipio Carlos Rojas, Matanzas. Durante su vida profesional tendría varios seudónimos Orquídea, Margarita del Campo o Silvestre. Quizás esa última palabra le defina mejor por la forma de crecer y desafiar en ambientes hostiles.

La cualidad de vencerse a sí misma y sus circunstancias le permitió ser reconocida como la primera mujer reportera y la primera cronista parlamentaria en Cuba. La audacia le llevó al liderazgo feminista y a ser fundadora del Partido Democrático Sufragista. Vivió en libertad a pesar de las ataduras familiares y sociales; murió en la década del 60 en Diez de Octubre, La Habana.

Fue periodistas, poeta y feminista cubana. Aunque esta resultaría una síntesis apropiada es correcto agregar, a su vez, que escribió para la prensa impresa y la radio; recibió el premio Varona (dos veces), el premio Álvaro Reynoso y el Víctor Muñoz. Son muestras de una vida fructífera de luchas por las causas feministas, entre las cuales el sufragio destaca como una de sus batallas y pasiones principales. Sería el periodismo una forma de darle forma y difusión al movimiento de las mujeres cubanas y la batalla por el derecho al sufragio femenino.

Inició su labor periodística hace 110 años, cuando publicó por primera vez en 1913 y en circunstancias adversas a las mujeres que se atrevían a tener un empleo remunerado. La revista Protectora de la Mujer sería el espacio para sus ideales y desarrollo profesional; allí abogaría con muchísima pasión por la creación de leyes a que mejoraran la vida de las mujeres. En 1920 sería directora de publicidad del Club Femenino y en 1924, vicepresidenta del Partido Nacional Sufragista. María Collado abandonaría dicho partido debido a diferencias acerca de la postura con respecto al presidente Gerardo Machado, lo cual representa a su vez un punto controversial e incluso contradictorio en su militancia. Luego, fundaría junto a Amalia Mallén de Ostolaza el Partido Demócrata Sufragista y se convertiría en la primera presidenta.

Según la autora Hortensia Pichardo en el libro Documentos para la Historia de Cuba (citado en el libro En busca de un espacio del autor Julio César González Pagés, página 7, 2005): “No fue bien acogido ni por hombres ni por mujeres. Todavía no había madurado suficientemente la idea de que la mujer podía y debía tener los mismos derechos que el hombre”. De María Collado se reconoce la pasión con la que defendió el sufragio femenino en el Segundo Congreso Nacional de Mujeres, celebrado del 12 al18 de abril de 1925:

El voto es, señoras congresistas, un arma poderosísima en las manos de quien sabe ejercitarlo, él es también como un lazo de unión entre el ciudadano y la patria. Por mediación del voto demuestra el elector su civismo, su amor al suelo en que nació y su preparación para la vida pública, pues según él sepa elegir, demostrará que sabe sentir, que sabe pensar y que sabrá mantener, por sobre toda consideración, el amor a su bandera. (Pagés, p 93, 2005).

Entre otros logros destaca ser redactora en el periódico La Discusión, cronista parlamentaria en la Noche y reportera en el Palacio Presidencial y ser fundadora y directora de la revista La Mujer, que junto a la Moderna (1925–1927), órgano oficial del Club Femenino, Femenina (1931), Emancipada (1934) enriquecieron el debate feminista y sobre los derechos de las mujeres.

María Collado Romero

¡Cuánto esfuerzo en favor de las mujeres y la prensa! Ayudó a aquellas que aspiraban iniciarse en la prensa. Todavía no existía la escuela Manuel Márquez Sterling y varias de las periodistas de los años treinta se formarían en su revista. No se conformó: trabajó a favor de las mujeres campesinas y trabajadoras; fue la iniciadora de la Escuelas de Agricultura para Mujeres; luchó para que ellas tuvieran derecho a trabajar en el comercio y para ello asumió el rol de inspectora voluntaria.

Sufrió, sí, discriminación. En 1940, el gobierno de Fulgencio Batista prohibió que Collado formará parte del grupo de periodistas que cubrían las noticias en el Palacio Presidencial. Fue común escuchar que las mujeres estorbaban en la prensa y fue excluida de eventos sociales y políticos.

Collado Romero fue consciente de los motivos de dicha discriminación; luchó con más fuerza por el espacio de las mujeres en la vida pública y la prensa. Apoyó, por ejemplo, la “Ley de la Silla”, que obligaba a los comerciantes a dejar sentarse a las mujeres. La imagen se enriquece, no es una vida o pensamiento que se pueda resumir en un eslogan. Es más compleja que una acción puntual. Es una vida toda dedicada a las batallas a favor de las mujeres; es una escritora y periodista pionera; es una mujer que lucha y tiene contradicciones, que se empeña y ayuda a otras.

Su vida representa otra huella en un camino arduo y difícil que se extiende a este ocho de marzo en una Cuba dónde persisten los estereotipos de género, la violencia machista, la falta de representación de mujeres, hombres y personas en toda su diversidad en la prensa cubana. El hecho de ser poco conocida fuera de la academia y círculos feministas es la confirmación de una verdad dolorosa: la historia continúa contándose en masculino.

Publicado en La Revista de la Asociación Femenina de Camagüey

Ofelia: memorias de una vida larga e intensa

Ofelia Domínguez Navarro tuvo el privilegio de tener una vida muy larga — nació en Mataguá, Manicaragua, Las Villas en el año 1894 y falleció en la Habana en 1976 — que pudo narrar en el libro de memorias “50 años de una vida (1971)”. Sus experiencias como periodista, abogada y maestra en el camino de la militancia feminista resultan de especial interés para entender una época y los cambios sociales que buscaban las mujeres. Ofelia Domínguez desarrolló un trabajo constante a favor de los derechos de las mujeres y, en especial, al necesario acceso al aborto como un asunto de salud pública en lugar de penal. También participaría en el movimiento a favor del sufragio. En su pensamiento y acción convergieron la necesidad de tomar acción militante a favor de las mujeres y la posibilidad de la escritura y el periodismo para exigir los derechos negados.

A Domínguez Navarro le podemos imaginar en el Primer Congreso de Mujeres, celebrado del 1 al 7 de abril de 1923 en el Teatro Nacional, (hoy Alicia Alonso), donde leyó una ponencia sobre la situación legal de la mujer cubana. Quizás forma parte de alguna de las imágenes (algo borrosas) que nos queda como memoria del encuentro. Nos podemos aventurar que este espacio de debate sirvió de aliciente para la entonces joven Ofelia. De regreso a su natal Las Villas, fundó una filial del Club Femenino de Cuba. Fue vicepresidenta de la Alianza Nacional Feminista y fundadora de la Unión Laborista de Mujeres. Sus memorias exponen ampliamente su participación en las transformaciones del Código Civil cubano cuya reforma promovió ampliamente antes de la Asamblea Constituyente y testimonian la discusión de temas de actualidad, como la ponencia “El aborto por causas económicas y sociales”, presentada a la Convención de Unificación Penal en México en 1936. (Capote, 2019, p.200).

Juntas en la lucha: Unión Laborista de Mujeres (1930–1933) Presentación de Kenia Herrera, Instituto de Historia de Cuba, La Habana

En el libro “50 años de una vida”, Ofelia Domínguez retrata el movimiento feminista en que militó, en especial en el periodo de 1922 a 1934:

“El sufragio femenino ocupa importantes espacios en este voluminoso texto donde aparecen documentos no localizables en bibliotecas y archivos del país” (Pagés, 2005, p.13).

Este detalle, en apariencia menor, confiere a sus memorias una posibilidad mayor que la lectura; sus memorias son imágenes del pasado pasado cubano, y del movimiento feminista de nuestro país, que enriquecen el imaginario que atesoramos sobre un movimiento contradictorio y vibrante. No son representaciones exactas. En ocasiones, las ausencias de figuras relevantes en su obra nos cuenta de las diferencias y distancias a veces insalvables entre las propias feministas.

Es justo decir que Domínguez Navarro dedicaría su vida a las luchas feministas; se involucra en el Comité en Defensa del Sufragio Femenino, creado en abril de 1928, donde participaron Hortensia Lamar, Dulce María Borrero, Pilar Jorge de Tella, Rosa Pastora. En agosto de 1928 el Comité de Defensa del Sufragio y el Comité de Acción Cívica unieron esfuerzos y constituyeron la Alianza Nacional Feminista (ANF) donde participaron mujeres representantes de distintas clases sociales, burguesas y líderes proletarias. Al decir de la propia Ofelia Domínguez representó una enorme dificultad el hecho de las mujeres más ricas (y mejor representadas) no conciliaron sus intereses con las mujeres de clases sociales populares — la trabajadora del tabaco, las dependientas de almacenes, las profesoras.

Marcaría hitos importantes en Cuba. Fue la primera mujer que obtiene en Santa Clara la plaza de Notaria por oposición en el año 1922 y la primera persona de toda Cuba en desempeñar el oficio; fue directora del medio de prensa cubano titulado La Palabra.

“Por su abierta oposición al régimen del dictador Gerardo Machado, fue encarcelada y desterrada. Vivió en México varios años, donde ganó prestigio como abogada” (Chaveco, 2019).

Se involucró en movimientos pacifistas cubanos durante la Segunda Guerra Mundial. Sería nombrada vicepresidenta de la Federación Internacional de Abogados en 1946 y secretaria general de la Asociación Cubana de las Naciones Unidas (1947–1963). Luego del Triunfo de la Revolución trabajó en el Departamento de Política Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX). Se reconoce su autoría en obras como “Mujeres del siglo XX”, “50 años de una vida”, “El Aborto por causas sociales y económicas”, “De 6 a 6: la vida en las prisiones” y “La Sindicalización y el arbitraje obligatorio”.

Por el sufragio, despenalización del aborto, por su solidaridad hacia las causas humanistas, por su forma de escribir y defender un proyecto justo para las mujeres y la humanidad toda, Ofelia Domínguez Navarro nos abrió parte del camino, un camino lleno de luchas por la equidad e igualdad de género que transitamos hoy. El estudio de su obra es un acto de justica.

Mariblanca, campeona del feminismo cubano

Antimperialista, comunista, feminista, Mariblanca Sabas Alomá nació en Santiago de Cuba el 10 de febrero de 1091 — aunque fallecería en La Habana en 1983 — y encontró en las luchas por la emancipación humana, y en especial de las mujeres, una razón de vida y creación desde la militancia y el periodismo; por esta pasión sería conocida como la campeona del feminismo. Militancias que irían a la par — feminismo y escritura — y que le llevarían a publicar y crear en medios de prensa escrita Bohemia, El País, El Mundo, Prensa Libre, Diario de la Marina y medios sonoros como la radio CMQ.

La campeona del feminismo se lanzaba a la lucha a través de la palabra y en especial la palabra tocada por lentes violetas que miraban la realidad y señalaban las inequidades de género allí donde las hubiera. Pero también militó en congresos y movimientos populares porque entendía que la liberación de la mujer estaba estrechamente relacionada con la soberanía nacional, con el derecho del proletariado, de las personas marginadas. Sus múltiples militancias, en ocasiones, jugarían en contra de la posibilidad de ser publicada.

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Su nombre aparece entre quienes organizaron los Congreso Feministas de 1923 y 1925, estuvo en el Club Femenino de Cuba, fue fundadora del Grupo Minorista y una de las dos mujeres que firmaron el Manifiesto de esta organización cultural en 1927; participó en la creación de la Universidad Popular José Martí, se integró al Movimiento de Veteranos y Patriotas, la Liga Antimperialista y la Liga Anticlerical. Cuando a causa de su militancia antimperialista y feminista muchas publicaciones le negaron visibilidad en sus páginas, le abrió sus puertas la revista Social, dirigida por Conrado Massaguer y con Emilio Roig de Leuchsenring como editor literario. (Rodríguez, 2021).

Las crónicas publicadas en Carteles y Social son consideradas su trabajo periodístico más notable, refiere Zaida Capote Ceuz (2015), y fueron recogidas en el volumen Feminismo. Cuestiones sociales-crítica literaria (1930). En dichas publicaciones incluyó correspondencias con otras feministas como Ofelia Rodríguez Acosta, Sarah Méndez Capote o Flora Díaz Parrado. A su vez trabajó junto a Rubén Martínez Villena, Julio Antonio Mella, Fernando Ortiz, Juan Marinello, Enrique José Varona y Nicolás Guillén. La Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UEAC) se fundó el 1938 en su casa radicada en Neptuno.

Fue miembro del Grupo Minorista y aspiró en las elecciones parciales de 1940 a un acta de representante a la Cámara por la antigua provincia Oriente en representación del Partido Auténtico. “Resultó quedar como suplente y llegó a ser ministra sin cartera en el gobierno de Carlos Prío Socarrás (1948–1952)” (Pagés, 2005, p143).

La pasión y valentía se evidencias en sus propios textos periodísticos. Apuntó audazmente, por ejemplo, cómo las mujeres obreras se enfrentaban al riesgo de si hacían causa común solo con las mujeres podrían quedar limitadas por demandas como el sufragio femenino que no respondían por completo a sus necesidades, ni las libraría por completo de la opresión que enfrentaban al ser explotadas en empleos precarios y pésimamente remunerados. Mariblanca Sabas Alomá supo encontrar una medida equilibrada entre cómo una feminista obrera y popular debía participar en las luchas por los derechos de las mujeres y de la causa obrera, en general, para poder acercarse a un ideal de equidad donde serían respaldadas socialmente como mujeres y como obreras.

En el texto Feminismo Revolucionario apunta a las estructuras sociales que sostenían las opresiones que sufrían las mujeres:

Nos rebelamos contra una estructuración social ensombrecida de falsedades. Estamos cansados de vegetar, carentes de personalidad, al margen de la vida. Modificamos, sin deformarla, la teoría marxista del materialismo histórico, porque las mujeres, donde quiera que luchamos — en la escuela, el taller, en la fábrica, en nuestra propia casa — , aportamos el don inapreciable de nuestra gran delicadeza espiritual. Delicadeza que no excluye la valentía, delicadeza que no se da de manos con la humillación. Más que delicadeza, pudiéramos decir materialismo.

Mariblanca, mirada irreverente y sabia, observaría puertas adentro a lo más privado para denunciar cómo se cosificaba a las mujeres y se les convertía en seres “sin alma y sin conciencia” porque la estabilidad de los hogares radicaba en la sumisión y opresión de las mujeres. Mariblanca Sabas denunció la hipocresía en el hecho de que la sumisión de las mujeres estuviera naturalizada y generalizada en nombre de la familia y el hogar, siendo esta realidad mucho más que sucesos aislados: un problema estructural y sistémico que se reproduce a través de la educación y normas sociales. Denunció con firmeza: “No puedes haber estabilidad donde hay un amo que manda”.

En su crítica social abordaba y proponía cambios sociales radicales e incómodos al poder patriarcal. Dicha tensión se volvería más evidente tras el golpe militar de Fulgencio Batista en 1952, lo cual provocó encarcelamientos y que se le cerraran puertas en los principales medios de prensa. Al triunfo de la Revolución, Mariblanca Sabas Alomá retoma su pasión por la prensa y colabora con las revistas Mujeres y Romance. La defensa a la militante feminista, antirracista y comunista Angela Davis fue su última campaña.

Fue una feminista convencida, pero su mirada y cambios sociales propuestos excedían los problemas de las mujeres y a su vez señalaba las distancias entre las mujeres burguesas y proletarias, las ricas y las pobres. Las luchas de los pueblos y los desposeídos también contaron con su militancia activa y su pluma. Una pluma que lanzaría como un dardo encendido contra los hombres conservadores y machistas:

Creen los hombres inferiores que nosotras queremos usurparles sus derechos, que queremos descender a la prosa de la vida, a endurecer nuestros sentimientos en ella, creen que las teorías que sustentamos las tenemos que defender con pantalones, cuello y corbata, alzando los puños y endureciendo el gesto; que queremos el voto para hacer de él lo que hacen los hombres vulgares: un motivo para guaperías y egoísmo; todo eso, y mucho más opinan de nosotras, los ilustres hermanos de D. Juan. (Citado en Pagés, 2005, p. 84).

Ofelia, escritura en libertad

Que en Cuba se reconozcan el amor, la familia y las identidades no heteronormativas puede parecer, para quienes todavía perciben la realidad tras espejuelos empolvados de conservadurismo, una lucha reciente e importada, exclusiva de una comunidad minoritaria que hace más ruido del espacio que necesita. La miopía tradicionalista dirá que ahora, por moda, seguimos luchas que nada tiene que ver con nuestra historia patria.

Pero a esa ceguera tan conveniente se le olvida que en Cuba se ha batallado desde siempre por las causas justas. Y como causa justa, el alcance del derecho y el respeto a las disidencias sexuales, aunque invisibilizado y minimizado, no es nada nuevo por estos lares. El 28 de junio de 2023 se cumplirán 48 años de la muerte de una cubana que, aunque murió ciega, supo ver desde pronta edad que una Cuba verdaderamente libre solo sería posible cuando existiera la soberanía nacional con respecto a cualquier país extranjero, la soberanía femenina con respecto a la opresión patriarcal y la soberanía humana para ejercer el amor libre y despreocupadamente.

Ofelia de la Concepción Rodríguez Acosta García nació en 1902 y a lo largo de su vida conjugó el periodismo y el ejercicio de la literatura con la militancia feminista y revolucionaria. Durante la segunda década del siglo pasado, tan cara a los movimientos sociales, Ofelia participó activamente en la lucha contra el machadato y es conocido que estaba en la manifestación contra el asesinato de Rafael Trejo, en 1930. Inmersa en el activismo por la reivindicación de los derechos de la mujer, participó en los congresos nacionales de 1923 y 1925. Además, fungió como bibliotecaria y secretaria (1925) del Club Femenino de Cuba y fundó y dirigió la revista Espartana en 1927. Fue miembro del Colegio Nacional de Periodistas de La Habana y desde su columna en Bohemia, “Campaña Feminista” y en múltiples crónicas, artículos periodísticos, ensayos y novelas proyectaría su feminismo revolucionario.

Defendía así el papel que podían y debían tener las mujeres en la vida nacional cubana, no solo el de las blancas de clase media y alta, sino el de las negras que habían participado en las luchas por la independencia del colonialismo y que ahora, en el neocolonialismo, eran triplemente discriminadas: por ser pobres, mujeres y negras; para las secretarias, las amas de casa y las prostitutas; para las lesbianas. Tal y como ella concebía la nación cubana, debía haber espacio para todas las personas, para la pluralidad de todo tipo:

“Oradora frecuente en actos públicos o en programas de radio, en 1932 leyó una conferencia en el Lyceum que fue ampliamente reseñada en la prensa antes de publicarse como folleto. Se titulaba La tragedia social de la mujer y promovía la idea de que el dilema fundamental de la mujer cubana era la pobreza, cuyas consecuencias hacían imposible la vida familiar y relegaban la discusión sobre los derechos políticos de la mujer. El drama cotidiano de la pobreza era la causa de que la maternidad fuera una condena, no los cambios fisiológicos tras el parto”. (Capote, 2019, p.200).

Entre 1928 y 1932 publicó la revista Bohemia donde se destacan sus títulos: “¿Qué mueve al hombre en su oposición al feminismo?”, “Matrimonio y amor libre”, “Feminismo teórico y feminismo práctico”, “El feminismo en la Universidad”, “La mujer y la guerra”, “Feminismo afectivo”, “Homenaje a Mariblanca de Cuba”, “El voto femenino y el momento político cubano”, “La mujer cubana y la hora actual”, “El voto a la mujer espanta”, “La maternidad trascendente”, “Las mujeres contemporáneas”, “La justicia de la guerra y la mujer” o “La mujer pagada”.

“Mención aparte merece su desempeño en la revista Bohemia, donde trabajó como editora y para la que escribió numerosos artículos y cubrió algunos de los hechos más importantes de la época, entre ellos el ras de mar que en 1932 barrió el poblado camagüeyano de Santa Cruz del Sur. Hasta allí viajaría como reportera de la revista” (Caraballosa, 2020).

Desde las páginas de Bohemia — según referencia Fleites-Lear (2015, p.36) — la columna “Campaña Feminista” fue su tribuna donde cada semana mediante ensayos, artículos periodísticos batallaba por los derechos de la mujer en Cuba y no solo de aquellas mujeres blancas de clase media alta.

Un ejemplo sería el artículo “La mujer pagada” donde defiende las trabajadoras sexuales de los moralistas, quienes “con su olfato policíaco, han enfilado siempre sus censuras persecutorias contra la mujer que alquila su cuerpo”. Denunciando la hipocresía de atacar a las mujeres en situaciones de precariedad y no las causas estructurales, entre ellas la dificultad de acceso al empleo remunerado; esta actitud hipócrita sería puesta en evidencia al analizar que los hombres moralistas e impolutos son quienes “alimentan la miseria física y espiritual de estas mujeres” y son ellos los que, con su virtud acrisolada, su vida egoísta, íntimamente deshonesta, sostienen y alimentan la miseria física y espiritual de esas mujeres.

Ofelia Rodríguez entendía que la indignación era necesaria, al igual que apuntar y denunciar el sistema económico capitalista que permitía la desigualdad económica y social donde las mujeres, y sobre todo las mujeres prostitutas, estaban colocadas en posiciones de subordinación y sumisión.

“Es una de las más bárbaras explotaciones del capitalismo, y uno de los más graves errores, de los crímenes más atroces de la injusticia y de la moral burguesas” (Rodríguez, 1932).

Pero no solo en el ámbito social criticaba las inequidades e injusticias. Sus obras periodísticas y de ficción acogían la teoría de la validez del amor libre frente a la férrea moral católica que cubría la sociedad cubana en todos sus ámbitos. Se oponía a las normas cívicas restrictivas a la emancipación económica, política y afectiva para las mujeres. Así, las protagonistas de sus novelas desafiaban siempre la centralidad del modelo de familia heterosexual y de matrimonio tradicional como núcleo único de la nación, a partir de la legitimación, desde la literatura, de homosexuales exitosas, de la participación política y en la vida social de manera autónoma.

En consonancia, la autora de El triunfo de la débil presa (1926), La vida manda (1929) Dolientes (1931), Sonata interrumpida (1943) y La dama del Arcón (1949), la conferencista de La tragedia social de la mujer (1932), recibió una denominación, eufemística y nunca más acorde al caso, que se le otorgaba a las mujeres que nunca se casaban, que se lograban mantener económicamente por su trabajo como intelectuales y que se sospechaban lesbianas: mujer con vida independiente.

* Una versión anterior a este texto fue presentada en la edición veintinueve del Coloquio Internacional “Política y políticas en la historia y la cultura de mujeres latinoamericanas y caribeñas”, que organiza anualmente el Programa de Estudios de la Mujer de la Casa de las Américas. Las autoras agradecen los comentarios y sugerencias realizados en dicho espacio por la investigadora y ensayista Zaida Capote Cruz que enriquecieron la versión final.

Referencias bibliográficas

Caraballosa, E (2020) Ofelia Rodríguez Acosta, feminista, escritora, periodista. Publicado en Oncuba: https://oncubanews.com/cuba/tinta-aneja-ofelia-rodriguez-acosta-feminista-escritora-periodista/

Caraballosa, E (2020) Mariblanca Sabas Alomá y el periodismo feminista cubano. Publicado en Oncuba: https://oncubanews.com/cuba/tinta-aneja-mariblanca-sabas-aloma-y-el-periodismo-feminista-cubano/

Chaveco, L (2019) Ofelia Domínguez, precursora del feminismo en Cuba. Revista Mujeres, Cuba: https://www.mujeres.cu/art.php?MTA3MDI=

Gonález Pagés, J (2005) En busca de un espacio. Historias de mujeres en Cuba. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, Cuba

Fleites Lear, M (2015) Transgresiones cubanas: Ofelia Rodríguez Acosta y la mujer/nación independiente y lésbica. Revista de Filología y Lingüística de la Universidad de Costa Rica. Volumen 41 — Número 2.

Rodríguez, H (2021) Mariblanca Sabas Alomá: “La campeona del feminismo cubano”. Cubadebate http://www.cubadebate.cu/especiales/2021/03/14/mariblanca-sabas-aloma-la-campeona-del-feminismo-cubano/

Ofelia, R (1932) La mujer pagada. Revista Bohemia. https://oncubanews.com/cuba/tinta-aneja-ofelia-rodriguez-acosta-feminista-escritora-periodista/

Sabas Alomá, M (SF) Feminismo revolucionario. Asamblea Feminista: https://asambleafeminista.wordpress.com/2015/02/03/feminismo-revolucionario-fragmentos/

Capote Cruz, Z (2019) Activismo académico en Cuba: tradición, práctica y testimonio CS, núm. 29, Septiembre-Diciembre, pp. 195–207. Universidad Icesi. DOI: https://doi.org/10.18046/recs.i29.3480

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