Dos cubanas por el mundo

Joaquín Borges-Triana
El Caimán Barbudo
Published in
4 min readMar 6, 2024

En saludo al Día Internacional de la Mujer, hoy comento en El Caimán Barbudo fonogramas de compatriotas femeninas transterradas…

El fenómeno de la emigración constituye una constante en la historia de las artes en Cuba e incluso, quizá cabría afirmar que representa un rasgo distintivo en el contexto de la cultura latinoamericana. En mi criterio, ningún otro país de la región como el nuestro posee una música tan marcada por el adentro/afuera, de forma tan intensa y prolongada. De ello se desprende que no es sencillo desarrollar una hermenéutica que aparte a los músicos transterrados de una tradición nacionalista, incluso en aquellos que evitaron el camino de la nostalgia o la idealización de la criollez perdida, a fin de enlistar en ellos pruebas de la permanencia de lo cubano.

Así, en muchos creadores musicales que han pasado a vivir a lo largo de la historia fuera de Cuba, tal hecho trasciende lo anecdótico para convertirse en una suerte de condición existencial. Más que un peregrinaje, término que lleva consigo demasiadas connotaciones religiosas, se trata de una particular errancia, un tema cuyo lugar en el canon musical cubano reclama ser abordado con seriedad y profundidad en su análisis. A tono con lo anterior y en saludo al Día Internacional de la Mujer, hoy comento en El Caimán Barbudo fonogramas de compatriotas femeninas pertenecientes a la Cuba transnacional, transterritorial, políglota y plural que cada día crece más.

Ana Carla Maza — Bahía

La habanera Ana Carla Maza es una violonchelista, compositora y cantante escasamente conocida en Cuba, pese a ser una figura harto interesante en nuestra escena musical de corte propositivo. Con estudios académicos en París, Francia, su fonograma titulado Bahía resulta uno de esos discos inclasificables en las categorías convencionales en las que el mercado califica el producto musical.

En este álbum, grabado de manera acústica en Barcelona y desde una concepción minimalista en el plano de las orquestaciones (la creadora solo se acompaña por su chelo, con excepción del último corte del material, donde emplea un piano) apreciamos un repertorio que pasa por géneros como bossa nova, son, samba, tango, canción, siempre con un enfoque en el que se perciben elementos de jazz y world music. Con piezas instrumentales como las formidables «Astor Piazzolla» y «Huayno», Ana Carla también interpreta en el CD canciones suyas, unas veces en español y otras en francés. De timbre y color de voz muy gratos, sí creo que debería repensar el estilo al vocalizar, en el que se hacen concesiones a ciertas modas que para nada le resultan necesarias dada la calidad de la propuesta.

Aniurka — Poder volar

Como de sobra es sabido, las fronteras nunca han sido puestas por los pueblos sino impuestas por quienes ejercen el poder y en algunos excepcionales casos por la naturaleza. Como lo dijese ya hace más de un siglo el prócer de la independencia cubana, José Martí: «Yo vengo de todas partes y hacia todas partes voy». A tono con dicha compleja realidad, en el presente nuestra música se encuentra representada en Francia por figuras como Yaida Jardines Ochoa, Irving Acao, Pity Cabrera, Joel Hierrezuelo, Deivys Rubalcaba Iznaga, Inor Sotolongo, Carlos Nápoles, Ricardo Izquierdo, Felipe Cabrera, Lukmil Pérez Herrera, Janysett Mcpherson, Carlos Miguel Hernández…, por solo mencionar unos pocos nombres, y que actúan en espacios como el Café Saint Placide y Cuba Compagnie Café, ambos en París. Una de las nuestras por las tierras galas es la santiaguera Aniurka (de apellidos Balanzo Palacios), quien, a medio camino entre los estudios de grabaciones Recall Pompignan, en Francia, y los habaneros de Scorpio, realizó el disco titulado Poder volar.

Fonograma que demuestra el creciente auge de las creadoras femeninas en la escena de la Canción Cubana Contemporánea, estuvo nominado en una de las emisiones del Premio Cubadisco. En este álbum, el género predominante es el son, que, sin la menor duda, resulta la expresión musical de nuestro país más poderosa o al menos, de mayor reconocimiento, sobre todo a escala internacional. De los diez temas incluidos en la producción, se vinculan al complejo sonero las piezas «Camino», «El sol nos quema», «Mis calles», «Mi primavera» y «Palabras al aire». Pese a que en dicha cuerda Aniurka lo hace bien, creo que lo mejor del CD está en el área de las canciones íntimas, como por ejemplo «Veo una luz», «Cantos de Luna», «Los días» y en especial esa pequeña maravilla que es «Poder volar».

Álbumes más que atractivos, tanto Bahía, de Ana Carla Maza, como Poder volar, de Aniurka, lo hacen a uno preguntarse: ¿Cuánto de identidad hay en la diáspora musical cubana a estas alturas del siglo XXI, particularmente entre la radicada en Europa? Y en el espectro de la cultura: ¿dónde ubicar lo cubano, lo étnico, lo cubano-francés? ¿Acaso ya es hoy válido hablar de una desnacionalizada nacionalidad? ¿Qué significa ser cubano en un país que no sea Cuba? ¿Cómo confrontar las señas de identidad del cubano con las de la cultura dominante en una tierra de acogida como Francia? En fin, interrogantes para ponernos a pensar.

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