Jean Philippe Toussaint: Desde El cuarto de baño hasta la tumba de Capablanca

El Caimán Barbudo
El Caimán Barbudo
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10 min readMay 20, 2024
Jean Philippe Toussaint cumple su sueño de rendir homenaje al maestro cubano Capablanca (Foto: Cortesía del Entrevistado).

Aunque sin causar mucho ruido, un escritor y cineasta belga de carrera internacional estuvo de visita en La Habana…

Por Rafael Grillo

UN BELGA INCÓGNITO QUE SABE DE CARPENTIER

Dice Jean Philippe Toussaint que leyó a Alejo Carpentier y quedó encantado y le entraron deseos de conocer Cuba. Carpentier, el Premio Cervantes de 1977 a quien los cubanos reclamamos como escritor nuestro, antes de asentarse en La Habana, nació en Lausanna, Suiza, fruto de la unión entre una rusa y un francés; y quiso la muerte devolverlo a Europa y que su final ocurriera en París, Francia. Mientras, en Bruselas, ciudad muy cercana a esos espacios europeos, nació Toussaint en 1957 y ahí sigue residiendo todavía.

Ahora Toussaint ha llegado desde la capital de Bélgica y sede de las principales instituciones de la Unión Europea hasta la Vitrina de Valonia, del Centro Histórico de La Habana, para ofrecer una conferencia sobre “¿Qué significa hoy ser un escritor europeo?”

Toussaint habla de su entusiasmo por el autor de El siglo de las luces y El reino de este mundo, en francés; y al español traduce Lysbeth Daumont, encargada de Cooperación y Cultura en la embajada belga. Según sus propias palabras, él se ve a sí mismo más que belga, o siquiera francófono, sino como representante del “espíritu europeo”. Tiene piel y ojos muy claros, unas manos suaves que parecen de ajedrecista y unos pies grandes, a tenor con su estatura, que lo semejan apto para jugar al fútbol. Y Toussaint, que es escritor, ha abordado ambas cosas: el ajedrez y el fútbol, en sus obras La Melancolie de Zidane (2006) y Échecs (2012).

Él ha escrito de muchos temas más, pues es autor de varias novelas, con las que ha ganado lauros importantes: el Premio Victor Rossel 1997 (por La Televisión), el Médicis 2005 (con Fuir) y el Prix Décembre 2009 (por La Verité sur Marie). También hizo el guión para cine de su La Salle de bain (1989) y realizó la adaptación y la dirección en otras dos películas sobre obras suyas: Monsieur (1990) y La Sévillane (1992, a partir de la novela L’Appareil-photo). Pero Jean Philippe Toussaint, para la audiencia que hoy lo escucha en La Habana, es un nombre desconocido.

Entre el día 25 y el 30 de abril, como invitado de las embajadas francesa y belga en Cuba, cubrirá una agenda que, además del encuentro en Vitrina de Valonia, incluye un Café Literario para público francófono en la residencia de Bélgica, la conferencia “El deporte y la literatura” en la Alianza Francesa de Prado; otra para estudiantes de lengua y literatura francesas de la Universidad de La Habana acerca de “La editorial Éditions de Minuit, del Nouveau Roman a las publicaciones de los años 80–90”; y de vuelta a Prado, un Cabaret Literario, con lectura bilingüe de una de sus obras traducidas al español.

Al final de este recorrido, la reputación de Toussaint, de seguro, va a comenzar a infiltrarse entre amantes de la literatura y del cine en la isla. Sin embargo, vale la pena hacerle objeto de una entrevista para que esta visita suya no pase sin dejar rastro mediático…

Toussaint ofrece una conferencia en la Vitrina de Valonia del Centro Histórico de La Habana (Foto del autor).

EL NOVELISTA EUROPEO E INFINITESIMAL Y SU CONSEJO LITERARIO

Toussaint ha vivido en la colindancia con Francia, Alemania y Países Bajos. Su país, Bélgica, en sí mismo está dividido entre una Región Valona y otra Flamenca, donde predominan el francés y el neerlandés, respectivamente. Y en un espacio fronterizo incluso se habla alemán.

— En la escuela estudiamos inglés y alemán. De vacaciones he recorrido Italia, España… Bélgica se encuentra, realmente, en el centro de Europa y su capital, Bruselas, es la capital de la Unión Europea. Para un belga el sentimiento europeo es natural. Yo me siento completamente europeo — recalca Toussaint.

Como francófono, agrega otra observación: “Casi todos los escritores belgas publican sus libros en Francia, que es donde están las grandes editoriales de habla francesa”. Y fue a través de Les Editions de Minuit, que Toussaint se dio a conocer en 1984 con La Salle de bain (El cuarto de baño). Como tuvo un éxito inmediato y esa editorial gala había publicado en los 60 a Alain Robbe-Grillet, Michel Butor, Nathalie Sarraute, los autores del movimiento literario nombrado Nouveau Roman, enseguida un periodista le endilgó al belga el calificativo de Noveau Noveau Roman.

Pero Toussaint rechaza esta etiqueta porque le parece “un poco complicado que se ponga otro Noveau delante, cada vez que aparezcan nuevas novelas o generaciones de novelistas”. Luego surgieron críticos académicos en Alemania y Holanda que empezaron a hablar de “novelas minimalistas”; y entonces Toussaint, de acuerdo con su editor, resolvió lanzarlas como “novelas impasibles”. La reflexión lo llevó, a la larga, a preferir otra manera de denominarlas: “novelas infinitesimales”.

— Es un adjetivo muy hermoso. Infinitesimal significa muy pequeño, diminuto. Pero lleva dentro la palabra infinito y el infinito es enorme. Así se unen, de cierto modo, los dos infinitos: el infinitamente pequeño y el infinitamente grande. La literatura que tengo la ambición de escribir es aquella que reúne lo infinitamente pequeño, es decir, lo cotidiano, lo banal, las estaciones, la lluvia, las impresiones, las cosas cotidianas, con lo infinitamente grande, o sea, la metafísica, la filosofía, el sentido de la vida y de la muerte, las cuestiones más importantes… Esto es, quizás, lo que la poesía busca generalmente y, por lo tanto, estoy tratando, dentro de la novela, redescubrir un poco los ideales de la poesía.

Toussaint ofrece en el libro de 2022, C’est vous l’ecrivain, el siguiente consejo a los escritores: “Para escribir se necesitan siete ojos: un ojo en la palabra, un ojo en la frase, un ojo en el párrafo, un ojo en la parte, un ojo en la construcción, un ojo en la trama; y un ojo detrás de la cabeza… para asegurarnos de que nadie entre a la oficina donde estamos escribiendo”.

— Es mi manera de remarcar la importancia del trabajo literario, de esa tradición que viene de Flaubert empeñada en encontrar la mot juste (la palabra precisa), de volver sobre lo escrito, releer y reelaborar. Por eso señalo ahí el hecho de fijarse y trabajar mucho en todos los elementos de la escritura… con el chiste al final de vigilar para que no nos interrumpan — argumenta Toussaint — . Esa es la gran paradoja del escritor: necesitamos aislarnos del mundo exterior cuando la literatura que creamos es un esfuerzo por restaurar el mundo. Sin embargo, eso es absolutamente esencial para mí, porque es una forma de protegerte del dolor, de las amenazas, de las lesiones del mundo exterior…

Café littéraire con Toussaint en la residencia de Bélgica (Foto: Cortesía de la Embajada de Bélgica)

DEL PROYECTO BORGES, ALGO DE CÓMIC Y LA PASIÓN DEL CINE

Cuando uno no ha leído ninguno de sus libros es difícil sacarle el mayor provecho a la conversación con un escritor y puede que todo se termine yendo hacia la moda de la tecnología y enterarse que Toussaint no usó teléfono móvil hasta 2009, fecha en que ya le pareció absolutamente imprescindible, o que él cree a la Inteligencia Artificial capaz de generar notas de prensa pero nunca desarrollar un tipo de escritura más literaria. Aunque también la cosa podría enrumbarse hacia los tópicos de la política…

Pero ahí está Internet, por suerte, para regalar algunas pistas y el belga inició en 2002 la tetralogía M.M.M.M., de novelas que giran alrededor del personaje de Marie Madeleine Marguerite de Montalde; y en la primera de ellas, La verdad sobre Marie, se cita un cuento apócrifo de Jorge Luis Borges, “La isla de las anamorfosis”.

Sucede que el autor argentino reaparece en su página web personal, como sujeto de una convocatoria interactiva e internacional denominada Proyecto Borges. Ese llamado a creadores de cualquier parte del mundo para concebir un cuento supuestamente perdido, con una línea argumental predeterminada, luce cosa de aquel grupo OuLiPo de los años 60, encabezado por Raymond Queneau y Georges Perec, que se planteaba la experimentación literaria en base a ciertas reglas establecidas o contraintes (restricciones).

— No estaba particularmente interesado en eso… — replica Toussaint — Trabajé con un informático belga llamado Patrick Soquet en mi sitio web, y con corresponsales de diferentes países, a menudo mis traductores, para que fuera una página de creación, con contenidos específicos para internet y en varios idiomas. Y como Borges me fascina, en vez de dedicarle un texto crítico para una revista, me planteé este proyecto con espíritu de homenaje y de aproximación a su literatura, hecho con las formas de Internet. Es como un sueño que me inventé, eso es todo…

Ante un nativo de la tierra de Hergé, creador de Las aventuras de Tintín, y de Benoît Peters y François Schuiten, autores de la alucinante Las ciudades oscuras, y más si sus andanzas cubanas empezaron por la Vitrina de Valonia, especializada en la tradición de la historieta franco-belga, es inevitable preguntarle sobre sus relaciones con la bande dessinée… Toussaint es amigo de Peters y reconoce que hay grandes intelectuales que siempre tuvieron pasión por el cómic, pero confiesa que no es su caso ni es un conocedor del tema. Sin embargo, hará unos quince años atrás…

— Corinne Quentin, jefa de la Oficina francesa de Derechos de Autor en Tokyo, me preguntó: “No quieres traducir un manga conmigo”. Le dije “tal vez, pero tendría que ser de un tema que me interese”. “Este te va a gustar, Le Promeneur (El caminante), de Jiro Taniguchi”, me respondió; yo acepté y lo hicimos. Luego tuve la oportunidad de ir a Tokyo y hacerle una entrevista en su taller a Taniguchi, que es un maestro del manga japonés… También, hace un tiempo, me hablaron del proyecto de trasladar a novela gráfica (roman graphique) mi novela Faire l’amour, y tengo curiosidad con eso, me interesa pero no sé si va a pasar…

Toussaint expresa ideas muy interesantes sobre las diferencias entre una “escritura visual” y otro tipo de “escritura propiamente cinematográfica”. La primera solo te genera imágenes en la cabeza mientras que la segunda es la que se parece más a un guion de cine. Considera que sus novelas entran más bien en el primer caso y esto ha influido en que haya terminado implicándose en el mundo del cine. Aunque, desde siempre…

— Me gustaba el cine más que la literatura. Pero a los veinte años nadie te pide que hagas una película. Se necesita mucho dinero, mucho conocimiento y no me fue posible hacer películas de inmediato. Tal vez por eso comencé a hacer libros… — cuenta Toussaint — Cuando salió La Salle de bain, por el impacto que tuvo, enseguida muchos directores se pusieron en contacto conmigo porque querían adaptarlo, y tomé la oferta del realizador John Lvoff porque me pidió trabajar el guión con él y esa fue mi forma de entrar en el cine…

Tossaint piensa que hay filmes basados en obras literarias, como las Marguerite Duras, por ejemplo, que son interesantes pero siguen siendo muy literarios, y él se dijo: “si hago películas, quiero que sean películas cinematográficas”. Todavía en sus dos largometrajes siguientes hizo adaptaciones de sus libros, pero “la tercera, La pista de patinaje (La Patinoire, 1998), que me tomó mucho tiempo, trabajé dos años en ella, sí es una película completamente cinematográfica”.

Novelas del autor belga en el catálogo de la editorial española Anagrama.

ACERCA DE SUEÑOS Y CAPABLANCA, DE PUBLICAR EN CUBA Y CONTAR LA ISLA

Los cubanos éramos gente de béisbol pero el fútbol se nos ha ido colando y ya cualquiera reconoce a Zidanne y Mbappé, a Hazard y De Bruyne… “Un día pasé delante de una pantalla de televisión en La Habana y estaban viendo el Real Madrid contra Bayern de Múnich”, confirma Toussaint, que entiende el suceso porque “el fútbol hoy es un fenómeno social a nivel global”. El belga que escribió sobre Zidane y publicó en 2015 un libro titulado precisamente Football, en cambio, asocia este deporte “con los sueños de la infancia”.

La relación de Cuba con el ajedrez es añeja, desde que un nativo se convirtió en Campeón Mundial en 1921… Toussaint se lanzó durante la pandemia a escribir una autobiografía, la llamó El tablero de ajedrez (L’Echiquier, 2023) y ubicaba los episodios de su vida sobre los 64 escaques del juego, porque “amo el ajedrez pero nunca he tenido la oportunidad de practicarlo — dice — . Así que mi libro es una manera feliz de hablar sobre el fracaso…”

Hasta a este belga que luce todo un hombre de éxito, le acosa el fracaso… Para ratificarlo, aclara que antes de salir para La Habana, quería conocer sobre la vida de José Raúl Capablanca, ordenó online una biografía y el libro no llegó…

— Pero fui a visitar la tumba de Cabablanca en el cementerio de La Habana. Tengo mi foto, si quieres te la envío para que salga en la revista… A mi vuelta, ¿el libro se hará realidad? ¿Lo podré leer? No conozco el futuro…

En cuestiones de futuro, Toussaint estaría encantado de que los lectores cubanos pudieran conocer algún libro suyo. Explica que seis de sus novelas ya están accesibles en español, por ediciones de Anagrama, y también le han traducido algo en México, Chile y Argentina… Y si tiene que recomendar alguno, diría que empezaran por su primera novela, El cuarto de baño. El belga sueña con que “los editores de acá se interesen por hacerme una traducción nueva, no es tan complicado, mis novelas son bastante breves…”

Toussaint recopiló en Autoportrait (à l’étranger), de 1999, un conjunto de textos en los que se hibridaba la autobiografía, el ensayo y el relato de viaje… ¿Le inspiraría esta visita a Cuba para escribir algo como eso?

— Este es un viaje que es importante, ya lo siento así… De una forma u otra, se reflejará en mi literatura. Pero aún no sé cómo…

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