Los ta´ del Lloga: el evento de la radio joven en Cuba
Fotos: Cortesía del entrevistado.
Desde los años 90, las polémicas que se suscitan en el “Lloga” han sido memorables. Quienes participaron en los inicios del festival más antiguo de la radio joven en Cuba, darán crédito. Treinta años después de su surgimiento, el Taller y Concurso “Antonio Lloga in Memorian” sigue promoviendo el debate sobre los derroteros del medio radial en el país.
Santiago de Cuba acoge a partir de este jueves el evento auspiciado por la Asociación Hermanos Saíz, que rinde tributo a un destacado actor y realizador radial, quien desarrolló gran parte de su obra en la emisora santiaguera CMKC. Cada septiembre, jóvenes creadores de todas las provincias se reúnen para contar historias con sonidos, pero en esta ocasión, el concurso toca a las puertas en medio del contexto de la Covid-19, escenario en que la radio ha demostrado sus potencialidades para llegar con el entretenimiento y la información oportunas a la audiencia, ahora en casa.
Su coordinador general, Yasmany Herrera Borrero, comenta a El Caimán Barbudo los detalles de la presente edición que se extiende hasta el 20 de septiembre.
El evento estará dedicado a la experimentación radial y al 90 aniversario de la emisora CMKC de la ciudad oriental, ¿por qué atender este año nuevamente a la experimentación?
Ese ha sido un tema recurrente en varias ediciones del Taller y Concurso de la Radio Joven Antonio Lloga in Memoriam. El evento ha tenido en la mira, desde su génesis, una apuesta constante por la novedad. De hecho, según Gustavo Lloga, hijo del radialista que da nombre a este concurso, su padre defendía el concepto de radio joven más que el de radio hecho por jóvenes. Lo cual es singular porque de lo que se trata es de entender a la radio como un medio que da espacio a la innovación constantemente y que, a su vez, es capaz de romper con lo establecido para trazarse nuevos horizontes. Visto así, dedicarle nuevamente el evento a la experimentación en un aniversario cerrado es en sí un acto simbólico que expresa la conexión con los fundadores sin renunciar al futuro como espacio de concreción de realidades creativas sin límites.
¿Qué distingue esta edición de las anteriores?
La contingencia de la Covid-19 ha obligado a modificar la concepción del evento, que tradicionalmente privilegiaba la presencia de radialistas de todas las provincias del país. En esta edición hemos optado por traer realizadores del oriente, que residan en provincias con una situación epidemiológica estable. Esa contingencia ha marcado un punto de inflexión en la mayoría de los eventos culturales de la nación y ha provocado una migración hacia el espacio virtual. En nuestro caso, aunque no renunciamos a lo presencial, diseñamos un programa online que permite la inserción de los invitados que no pueden asistir y, de ese modo, los hacemos parte de los debates y de las escuchas. Al mismo tiempo les compartimos la serie de cápsulas “Antena Este”, que son el resultado del trabajo de la Oficina Antonio Lloga de la Asociación Hermanos Saíz en Santiago de Cuba. Otra novedad es el regreso a las comunidades para la presentación de materiales devenidos de los talleres de experimentación radial para ver cómo reacciona el público in situ ante estos productos sonoros.
¿Qué actividades tienen previstas en esta ocasión?
Tenemos la intención de desarrollar un programa bien nutrido que incluye videoconferencias, trabajo en equipo por parte de los realizadores desde las tres emisoras radicadas en la ciudad de Santiago de Cuba. Ya te adelantaba que iríamos a la comunidad y esto lo haremos en dos momentos: el primero, para mostrar el trabajo de los jóvenes realizadores devenidos del taller de experimentación; y el segundo, para el encuentro con la Familia Lloga, que siempre es muy gratificante porque nos acerca a esa persona que inspiró el taller y concurso.
En tu opinión, ¿cómo marcha la creación radial joven en Cuba?
Esa es una pregunta que puede ser compleja de responder, pero me voy a arriesgar. Yo creo que hay una generación — que está sobre los treinta años — que en la última década generó un movimiento muy interesante en Cuba. De alguna manera tuvieron un impacto en la producción radial y, además, se nuclearon en un circuito de eventos de radio que permitió el intercambio y la identificación generacional en cuanto a maneras de hacer y concebir lo radiofónico, y me place decir que el Lloga es precursor de ese movimiento. Esos elementos son muy útiles, porque si bien este es un medio atomizado en su consumo, este circuito que mencioné, permitía estar al tanto de lo que hacían los más jóvenes en Cuba. Si evaluamos la salud de la radio joven por el trabajo de realizadores como Dariela Gámez, Eduardo Cedeño, Dairon Chang en su momento, Lester Arocha, Yusley Izquierdo, Dayron Ferrada y otros de esa generación, pudiéramos decir que, tanto en temas como en maneras de abordarlos, la radio cubana hecha por jóvenes goza de buena salud.
Sin embargo, hay que decir que ellos tampoco son la generalidad y por tanto puede que esa afirmación peque de absolutización porque también hay muchos programas con bajos niveles de realización en antena y eso es una realidad. Mi preocupación está en el relevo de esa generación. Cuando uno llama a las emisoras para invitar a los realizadores jóvenes a participar en un evento como el Lloga, no pocos directores, jefes de programación, dicen que en sus emisoras no hay jóvenes. Esa es otra realidad, los que antiguamente optaban por la radio probablemente hoy estén apostando por ser youtubers, realizadores audiovisuales o estar en otros espacios mediáticos. Por eso creo que la experimentación y la innovación radial pueden ser un buen gancho para conectar con las generaciones más recientes.
¿Cómo valoras la radio cubana en cuanto a experiencias internacionales?
Insisto en que generalizaciones o absolutizaciones pueden ser peligrosas para generar un debate serio sobre cualquier tema. De todas formas, en lugares como el centro del país se hace una radio muy atractiva e, incluso, en varios puntos de la geografía nacional hay una apuesta por el podcast como formato, lo que nos pone en una buena posición al menos en la arrancada, aunque me permito afirmar que eso no es suficiente. Creo que se puede incentivar más el desarrollo de nuevos lenguajes y hacer una radio más dinámica y creativa; eso estimularía un crecimiento de las audiencias y de los realizadores. Pero en una comparación, puede que en calidad la radio cubana esté mejor estructurada pero la forma sigue siendo muy vieja.
¿El Lloga se ha quedado rezagado en relación con otros concursos de la AHS?
Hasta hace unos dos o tres años creo que sí, pero los cambios de estas últimas ediciones, las temáticas que hemos escogido y los nuevos espacios a explotar tienen la intención de dinamitar el evento y fortalecer el compromiso de renovación, que ha sido central en la búsqueda de la radio joven como concepto.
Hay un viejo mito acerca de que los jóvenes periodistas no quieren hacer radio. ¿Crees que es una realidad?
Creo que depende de los contextos y del perfil que intenten desarrollar. No es lo mismo ser periodista que realizador; en el caso del periodismo la dinámica de la radio es agotadora. El sentido de la inmediatez que supone la producción noticiosa, si bien pudiera ser un incentivo profesional, está lastrado por las carencias. A veces faltan carros o combustible para mover a los periodistas, faltan computadoras u otras condiciones de trabajo y eso desmotiva. Por otro lado, ser realizador tiene también la impronta de las carencias y a veces se irrespetan los tiempos de producción de las historias o los programas y eso también desmotiva. Si a ello le sumas incomprensiones o maneras de entender la radio, caducas a causa del intrusismo profesional que está presente en muchas emisoras como resultado de la falta de personal formado para el ámbito mediático. Los jóvenes que tienen otras opciones, sencillamente escogen las que más afín les sean y eso es un derecho. A la radio le corresponde volverse atractiva y ganar adeptos para sobrevivir.
Publicado en la revista El Caimán Barbudo.