¿Quién mató a Lennon?
Fácil: Mark David Chapman, un maniático solitario. Igualitico que a Kennedy. ¿Igualitico que a Kennedy? Esta historia se repite mucho y con pocas variantes en la historia de los Estados Unidos…
Fácil: Mark David Chapman, un maniático solitario. Igualitico que a Kennedy. ¿Igualitico que a Kennedy? Esta historia se repite mucho y con pocas variantes en la historia de los Estados Unidos; aquí hay gato encerrado… ¿O me dejo arrastrar por esa moda Discovery Channel, que alarga los documentales con un seudomisterio chicloso y engolado?
En la actualidad latinoamericana es habitual la desaparición de líderes sindicales y estudiantiles, de comunidades indígenas y de organizaciones ambientalistas, de feministas, antirracistas, periodistas no amaestrados, ex guerrilleros, en fin, de todo lo que moleste a los poderes de la aristocracia o, digámoslo de otra manera, de todo lo que pueda resultar a corto o largo plazo un peligro al sistema capitalista o algunas de sus aristas. Esto ocurre por cientos en muchos países y no resulta escándalo mundial porque los grandes medios en todos los países de la tierra son propiedad de los poderosos, o sea, de los victimarios. Desaparecer opositores, es una pandemia que viene desde la época de las dictaduras militares y el tristemente célebre Plan Cóndor, organizado secretamente por los Estados Unidos, creando una red de directivos agentes y militares en todo el continente. Tuvo hasta una academia: la siniestra Escuela de las Américas (Latin American Training Center-Ground Forces), fundada en Panamá en 1943, donde se formó a los expertos de nuestros pueblos en el arte de exterminar a revolucionarios, a seres de ideas progresistas. En esta escuelita, según confirman los manuales desclasificados por el Pentágono, tras el triunfo de la revolución cubana comienzan a impartir cursos de contrainsurgencia, donde enseñaban una rica variedad de torturas y ejecuciones sumarias. La idea es, más o menos, que si se aniquila físicamente a los revolucionarios está garantizada la eternidad del sistema.
Se infiere entonces una pregunta. Si los maestros del exterminio son los norteamericanos, ¿por qué no sucede en Estados Unidos? En el Sur todo está bajo control, de las masacres nadie se entera; en el Norte, la resonancia es inevitablemente otra, por ello, se bañan igual, pero guardan mejor la ropa.
Si miramos desde 1960 para acá, veremos que en Estados Unidos han ido desapareciendo líderes o figuras progresistas, los críticos del sistema capitalista que de alguna manera proponen cambios y representan ideas sino de izquierda, incómodas a la ultraderecha. Así, han caído ante las balas locas o fanáticas: Marthin Luther King, en un momento en que sus luchas por los Derechos Civiles habían progresado hacia conceptos abiertamente antisistémicos; Malcom X, Bobby Kennedy, que se pintaba como seguidor de las ideas del hermano JFK; Fred Hampton, líder de los Panteras Negras; y hasta sus duditas hay, no tan pequeñas, con Marilyn Monroe y su sobredosis de pastillas.
La cuestión es que Norma Jeanne, la mujer detrás del mito frívolo de sex symbol, estaba al parecer involucrada con la mafia y… ¡los Kennedy! — y dale con los hermanitos — , incluyendo romance con ambos. Peter Lawford, actor y esposo de Patricia Kennedy — la hermana de los hermanos — dice que “la más deseada” había dicho tener “informaciones políticas muy peligrosas” que daría a la luz pública. Y se sabía que todo lo tenía apuntado en un pequeño cuaderno rojo, el diario que nunca apareció. Se ha especulado que esos “secretos” guardaban relación con la Cuba de Fidel, o con el capo de la mafia Sam Giancana. Siguiendo el camino de las casualidades, el Presidente John y el Fiscal General Robert — los hermanitos — tuvieron contacto el 4 de agosto de 1962 con la Monroe. Robert Kennedy estuvo en la casa por la tarde, con su cuñado Peter Lawford; luego volvió en la noche con dos hombres y se afirma que discutió muy fuerte con ella. Esto fue en la noche del 4 y en la madrugada del 5…
La hallaron muerta en su cama con la mano en el teléfono.
Y los detectives no supieron a quién iba a llamar.
Fue
como alguien que ha marcado el número
de la única voz amiga
y oye tan solo la voz de un disco que le dice: WRONG NUMBER.
O como alguien que herido por los gánster
alarga la mano a un teléfono desconectado.
Señor:
quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar
y no llamó (y tal vez no era nadie
o era Alguien cuyo número no está en el Directorio de Los Ángeles)
¡contesta Tú al teléfono!
Con los versos de Ernesto Cardenal pongamos un punto y aparte (como causa pendiente) a Norma Jeane Mortenson, que es el verdadero nombre del mito de luz, la mujer de carne y hueso, y de alma, que escribía versos y llegó a vagar hastiada de que la vendieran los grandes mercaderes de Hollywood como objeto de deseo.
Lo de la concreción del proyecto de exterminio a partir de 1960, viene, claro, por la revolución cubana, y no solo porque se convirtiera en el ejemplo universal anti imperio, sino porque en todo este panorama macabro que se describe hay muchos cubanos detrás, parte de esos esbirros y magnates que salieron huyendo de Cuba en enero del 59. De manera que se llevaron los fondos del país en sus maletas, se convirtieron de golpe en un núcleo de poder, ya que por demás tuvieron el apoyo pleno del gobierno estadounidense por su interés de destruir la alternativa, los rebeldes.
Pero vamos a la muerte de John Winston Lennon, el 8 de diciembre de 1980… John y Yoko pasaron unas horas — desde las 5 y algo de la tarde — en Record Plant Studio, mezclando la pista de la pieza “Walking on Thin Ice”, para un nuevo disco, tras el éxito del álbum Double Fantasy. Sobre las 10:50 pm, salieron de regreso al edificio Dakota donde vivían. Yoko había propuesto comer fuera, pero John prefirió ir directo a casa para coger despierto a su hijo Sean de 5 años.
La limusina pudo entrar al parqueo interior, pero la pareja descendió en la misma Calle 72, a la entrada del edificio entre las 11:00 y las 11:05 pm. Yoko se adelanta y entrando por la puerta se escuchan 5 disparos. Dos tiros le dieron a John en el lado izquierdo de su espalda y dos más penetraron su hombro izquierdo, una falló y fue a dar a una ventana. Las cuatro balas en su cuerpo le infligieron graves heridas, con al menos una de ellas perforando su aorta. Lennon subió cinco peldaños dando tumbos; intenta entrar al área de seguridad, empuja la puerta, dice “me dispararon” y se desploma. Llega Yoko, gritando desesperada, negándose a creer lo que está viviendo. El conserje Jay Hastings cubre a Lennon con su chaqueta y le quita las gafas; luego llama a la policía.
Mientras, en el exterior, el asesino, Mark David Chapman, según declaraciones en el juicio, queda petrificado, sin atinar a nada. El portero le quitó el revolver de la mano y lo pateó lejos de la acera.
Se cuenta que el homicida, increíblemente calmado, se quitó el abrigo y el sombrero como quien se prepara para recibir a la policía y mostrar que no llevaba ninguna otra arma oculta. Pues sí, el hombre — ¿un maniático sereno? — se sentó en la acera, custodiado por el portero del edificio.
Hasta aquí, todo ok, salvo por un detallito: ese humilde y valeroso portero se llama José Joaquín Sanjenís Perdomo.
Veamos su historial: Policía de Fulgencio Batista. Agente de la CIA. Miembro de la Brigada invasora 2506 de Bahía de cochinos. Trabajó cercanamente a Frank Sturgis, su controlador, quien ha sido relacionado con el asesinato de Kennedy y el Caso Watergate. Su última aparición pública fue como testigo del asesinato de Lennon. No se supo más de él hasta su segunda muerte en fecha imprecisa — ya había sido notificada por el agente Sturgis una primera muerte natural en 1974; sin embargo, reaparece en 1980 como portero de Lennon y testigo fundamental del asesinato — . Un detalle que lleva signos de admiración (en negativo): formó parte la Operación 40 de la CIA.
Nada de esto, increíblemente, es algo oculto o especulaciones de comunistas. Es información que aparece en múltiples sitios, hasta en Wikipedia. Allí puede leerse:
“La Operación 40 fue una operación secreta de la CIA destinada a derrocar Jefes de Estado poco afines a la política de Estados Unidos.
Fue creada por el presidente estadounidense Dwight David Eisenhower en marzo de 1960 después de la Revolución cubana de 1959, y fue dirigida directamente por el vicepresidente Richard M. Nixon, aunque incluía también a personas como José Sanjenís Perdomo, quien sería el Jefe cubano de la operación (más tarde involucrado en el caso John Lennon). Sanjenís era el Jefe de la Policía bajo el Presidente Carlos Prío Socarrás.
AGENTES DEL EXILIO CUBANO
Otros agentes fueron Frank Sturgis (quien más tarde participaría también en el escándalo de Watergate), Félix Ismael Rodríguez (un agente de la CIA que estaría luego involucrado en el asesinato del Che Guevara y en otros escándalos), Luis Posada Carriles (preso en Estados Unidos con acusación de inmigración ilegal, aunque también está requerido por Venezuela por terrorismo y fallecido el 23 de mayo de 2018, a causa de un cáncer de garganta), Orlando Bosch Ávila (fundador de la organización contrarrevolucionaria CORU, quien organizó el asesinato del exministro chileno Orlando Letelier en 1976), Rafael ‘Chi Chi’ Quintero, Virgilio Paz Romero, Pedro Luis Díaz Lanz, Bernard Barker y otros muchos. Los miembros tomaron parte en la fallida invasión de Bahía de Cochinos dirigida contra el gobierno de Fidel Castro en Cuba. La Operación 40 tenía 86 empleados en 1961.”
Viendo la clase de personaje macabro que era el portero del Dakota, ¿cómo es posible que ni siquiera se especulara sobre la posibilidad de que fuera, si no el asesino de John Lennon, al menos un cómplice, o parte de un plan? ¿Qué hacía en ese lugar, en un puesto en extremo humilde, un connotado agente de la CIA? ¿Cómo creer que sea mera casualidad que un hombre que perteneció a una organización creada para magnicidios, o sea, homicidios de grandes personalidades, esté en el lugar precisamente del asesinato de un ícono mundial, y sea quien desarma al asesino en lugar de ser quién comete el crimen?
El relato de la funesta noche del 8 de diciembre cierra con broche de oro. Tras dispararle a John, el asesino — acaso ya el “presunto” asesino, pienso yo — se sienta en la acera — ya dijimos que serenamente desconcertado — y el portero Sanjenis, en un bocadillo como para happy end de “el bueno de la película”, le grita a Chapman: “¿Te das cuenta de lo que has hecho?” A lo cual este, con mucha calma, responde: “Sí, acabo de disparar a John Lennon”.
Luego, las noticias se recrean en la historia de Chapman y en que Lennon, en la tarde, le había firmado muy amablemente un autógrafo en la portada del álbum Double Fantasy. O en que el asesino llevaba consigo, a la hora del crimen, un ejemplar del libro El guardián entre el centeno de J.D. Sallinger. Hasta se publicó que por esas horas había conversado, incluso discutido, con el mismísimo portero y — ¡horror! — se llega a decir, como si nada, que el tema del debate era Fidel y la revolución cubana, por el lógico “anticastrismo” del portero. O sea, que se rumora y comenta todo tipo de detalle alrededor del crimen y no hay ni una sospechita siquiera acerca de Sanjenís, un “asesino profesional” y “agente de la CIA” (así aparece incluso clasificado en Wikipedia y otros sitios).
Agreguemos que desde 1971, con la resonancia de su pieza “Give Peace a Chance” (“Dale un chance a la paz”) y todo su activismo contra la guerra en VietNam y otras causas, John y su esposa Yoko Ono estaba fichados y eran seguidos y hasta acusados en pleitos legales colaterales, por el FBI.
John Winston Lennon fue declarado muerto a la llegada a la sala de emergencias del Roosevelt Hospital a las 11:15 p.m. del 8 de diciembre de 1980.
¿Quién lo mato?
Fácil: Mark David Chapman, un maniático solitario. Igualitico que a Kennedy. ¿Igualitico que a Kennedy?