Sacrificio, un disco para perder el miedo

El Caimán Barbudo
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4 min readSep 2, 2024

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Portada del álbum Sacrificio. Diseño de Fito del Río

El reciente álbum de Fito del Río y la Granja, Sacrificio, fue presentado el primero de agosto en el Museo Nacional de Bellas Artes. Las nueve canciones que componen el disco funcionan como una crónica social de la Cuba reciente, abordando temas como la censura, la emigración, el miedo y la esperanza.

por Sofía Miragaya

El jueves de agosto en que se presentó el álbum Sacrificio de Fito del Río y la Granja, los organizadores vendaban los ojos del público en el lobby del Museo Nacional de Bellas Artes y los guiaban a ciegas, con las manos sobre los hombros de la persona enfrente, hacia el teatro.

Aquellos que se resistieron a participar en el performance colectivo obtenían entonces una posición privilegiada desde sus butacas para observar la entrada tambaleante de los demás, el tropiezo con las escaleras, los susurros y las manos agarradas en la oscuridad impuesta. A cambio, solo debieron callar cuando uno de los voluntarios del evento les preguntó con ironía: «¿Y ustedes quiénes son?, ¿las gallinas?» mientras dejaba caer entre sus dedos granos de maní.

Aunque el performance tuvo algunos contratiempos, como una espera innecesaria antes que comenzara el concierto y la repetición excesiva de un mantra que daba a todos la bienvenida al rebaño, logró establecer el hilo conductor del disco cuando la voz de Fito pidió a quienes aguantaron hasta el final que se quitaran las vendas.

En pocas palabras es eso lo que representa Sacrificio: una panorámica en nueve canciones autogestionadas de la Cuba entre 2020 y 2024, período en que fue compuesto el álbum. Y, si de estos años hablamos, resulta una obviedad presentir que la música será turbulenta, grave, a ratos nostálgica o triste, con una guitarra eléctrica o un piano marcando la emoción de cada pieza. Sacrificio es un disco que fusiona la canción social con la desesperación que tan bien sabe transmitir el rock progresivo.

La primera sorpresa del álbum está en el cambio de estilo de la banda, antes más trovadoresco y de pequeño formato. Aunque originalmente La Granja cuenta con cuatro músicos (Fito del Río, Marlon Castro, Kevin Espinosa y Luis Dumont), para este concierto incorporó casi una decena de intérpretes entre guitarras, batería, coristas, teclados y flauta, incluyendo miembros de otras jóvenes agrupaciones como Claudio González de Misifuz, Jorge Fernández de Histéresis y Tobías Alfonso de Los Monos Lácteos.

Otra agradable sorpresa es la propia presencia escénica de Fito del Río, antes más relajada para acompañar la suavidad de su primer EP, En Vivo, con el cual se dio a conocer entre el público joven por canciones como «Isla Adentro» e «Ícaro Nocturno». Esa noche, el músico autodidacta plantó sus pies como un viejo roble sobre el escenario. Con una camisa blanca, las manos en puños a los costados y voz desafiante, interpretó «Rebaño», canción donde comienza a apreciarse el característico uso del teclado sintetizado y la censura como una de las temáticas principales del disco.

Las canciones que siguen, «El sacrificio», «El cantar del roble» y la penúltima, «Antimundo», continúan con una temática similar a «Rebaño». El cuarto tema, «La historia del peregrino», introduce el argumento más longevo en el cine, la literatura y la música cubana, casi más que el amor: la emigración. Sin embargo, destaca por su originalidad al narrarla desde una tercera persona que acompaña a quien se marcha, justificando la necesidad de «cruzar líneas, verjas/ dejar dudas, quejas/ burlar muros, rejas», pese a que afirma en la única ocasión que habla desde el yo: «tengo miedo, vieja».

Sobre esta canción, Fito del Río habló en febrero de 2023 en su muro de Instagram: «La escribí hace unos meses cuando una persona bien especial estaba cruzando la frontera de México hacia Estados Unidos. Su viaje lo sentí como mío también, su dolor. Me hice muchas preguntas… algunas siguen allí».

También merece mención aparte la quinta canción y una de las más populares del disco, «Bastardo», quien Fito dedicó a su padre. Una pieza cargada de rabia, que trata sobre el deseo de no parecerse a alguien más allá de la sangre compartida y marcó el instante de mayor teatralidad del concierto, cuando el cantautor se marchó subiendo las escaleras.

Fito del Río y la Granja junto a su público en el lanzamiento de Sacrificio. Tomado de: @fitodelriomusic

Para culminar, dos canciones de amor similares a las que Fito del Río tiene acostumbrado a su público, «Canción Expósita» y «Espiral», que algunos tararean al haberlas escuchado en conciertos anteriores, y un último tema dedicado a la calle donde vivió de niño, «O´Reilly #359», con la atmósfera más triste del disco mientras relata la vida del edificio como un personaje más: un piso deshabitado, las nietas de las nietas de una maestra, el olor del tabaco de Ernesto por los pasillos, un balcón frágil sin bandera.

A la salida, no hubo discos físicos para llevar a casa, ¿para qué, si ya nadie los compra?, pero sí repartieron stickers y pronto una notificación de mi celular me avisó de que ya podía descargarse el álbum Sacrificio en el canal de Telegram «Fito del Rio Music». Ahora lo tengo en mi teléfono, listo para repetir en bucle el miedo contenido en cada letra, la misma palabra que se cuela en distintos estribillos. Sin embargo, Fito del Río y la Granja aguantan, como en la primera canción, junto a la esperanza: «Pero cuando pierda el miedo/ pero cuando pierda el miedo/ andarán los suelos, se levantarán bajo de las piedras/ los tejidos presos en la voz».

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