House of Cards y el morbo del poder en la sombra

Oscar Esteban Ramírez
El cine que se lee
Published in
2 min readOct 7, 2019

Durante 6 temporadas (y quién sabe cuántas más si no hubiera ocurrido todo el boroló de Kevin Spacey) House of Cards tuvo a millones de personas al borde de sus asientos, ansiosas por seguir la vida de Frank Underwood y sus triquiñuelas para llegar, adueñarse y jugar con el poder.

Y es que pocas cosas resultan más atractivas para un espectador que poder colarse tras bambalinas del teatro del poder y ver las manos de quiénes mueven los hilos del mundo. Es, podría decirse, un acto voyerista.

Porque para nadie es un secreto que por más que vivamos en la época donde las democracias –la mayoría de ellas– han alcanzado su etapa de madurez, el epicentro del poder esencial, y las identidades de quiénes toman las decisiones trascendentales para todo el planeta, siguen siendo incógnitas para la gran mayoría de personas. Entonces, así sea a través de la ficción, poder enterarse de lo que ocurre en la sombra, de los tableros de ajedrez con los que juegan los políticos, resulta cuanto menos excitante para muchos.

Acá, en Colombia, más de una vez se ha comparado el acontecer diario de la política nacional con el thriller gringo que cuenta la historia de un congresista-vicepresidente-presidente de Estados Unidos. La gente sabe que lo que aparece en los Medios de comunicación no es verdad –o no del todo–, sabe que el mismo sistema exige una degradación de valores para poder hacer parte de él y que, en ese sentido, todos aquellos que hacen parte del establecimiento tienen, en menor o mayor medida, una vida oscura, secretos que seguramente nunca nadie conocerá.

La mayoría de ciudadanos se han resignado a acercarse a la verdadera cara del poder únicamente a través de la ficción, como House of Cards, pero ¿No es esa actitud terriblemente nociva para la democracia?

--

--