EN UNA GALAXIA MUY MUY LEJANA…

Cómo George Lucas supo darle al mundo lo que necesitaba.

J. Lluch
El Circo Ambulante
12 min readJul 9, 2016

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Carteles de la trilogía original diseñados por el enigmático Drew Struzan

En los años 70, una nueva generación de cineastas, jóvenes con sueños que habían estudiado el cine de una forma que sus predecesores jamás pudieron, tomaron al asalto Hollywood y lo cambiaron para siempre. Uno de ellos era George Lucas, un chaval con la descabellada idea de realizar una superproducción que mezclase ciencia ficción con fantasía. Aquella idea suya se convertiría en una de las películas más rentables de todos los tiempos.

La historia de La Guerra de las Galaxias gira en torno a Luke Skywalker, un granjero de un aislado y desértico planeta que sueña con ser piloto y luchar en la guerra contra el Imperio que domina la galaxia. Un día, recibe por equivocación un mensaje de la Rebelión que le lleva a conocer a Ben Kenobi, un antiguo miembro de la Orden Jedi: guerreros capaces de usar la Fuerza, un poder espiritual que influye en todas las cosas y las mantiene unidas. Kenobi le rebela que su padre también lo fue antes de ser asesinado por su aprendiz, Darth Vader, y se ofrece a enseñarle. Con su guía y la ayuda de los contrabandistas Han Solo y Chewbacca, la Princesa Leia y los robots C3PO y R2-D2, Luke consigue unirse a los rebeldes y convertirse en el último Jedi, pero para acabar con el Imperio, primero deberá derrotar a Vader y a su Emperador…

Luke en Tatooine, su planeta natal. Concept-art de la película, por Ralph McQuarrie

En el mundo post-Star Wars es muy fácil imaginar cómo sería una película de casi cualquier cosa. Hemos visto a Forrest Gump conocer a tres presidentes de los Estados Unidos distintos, hemos visto películas con entornos fantásticos de un realismo imposible que han sido grabadas en platós de color verde o protagonizadas por juguetes, hemos empezado a no reconocer cuándo un personaje es de verdad o ha sido creado por ordenador, o argumentos de sagas distintas mezclarse en una sola película. Hemos visto a Los Vengadores unirse y a los Aliens luchar contra los Predator. Pero hubo un tiempo en que esto era imposible. Simplemente no se podía hacer.

Hasta que se hizo. Fue necesario pasar por encima del poder de los estudios cinematográficos, hacer una película para financiar otra, tirar de amigos y conocidos, un divorcio, y casi causarse la muerte por agotamiento para que George Lucas sacara adelante un proyecto en el que nadie salvo él y otros ilusos llamados Steven Spielberg, Alan Ladd Jr. y Gary Kurtz creían. Pero se hizo. Y no solo se hizo, sino que se convirtió en la idea más rentable de la historia del cine, y una de las películas más importantes de todos los tiempos. La odisea que supuso el camino hasta Star Wars bien merecería su propio artículo, pero aquí vamos a centrarnos en analizar y profundizar en la propia historia y el universo de ficción que se levantó a su alrededor. Por suerte, para todo aquel que le interese, el documental Star Wars: El imperio de los sueños cubre magistral y exhaustivamente esa faceta, y se puede ver de forma gratuita online aquí.

Un joven George Lucas, creador de la saga

Con mucha frecuencia se considera a Star Wars fundadora de un nuevo género llamado “ópera espacial” (space opera), que mezcla tramas épicas con fantasía y elementos de ciencia ficción; pero en realidad es heredera de obras anteriores como John Carter y una princesa de Marte, de Edgar Rice Borroughs (responsable también de crear a Tarzán), o el serial Flash Gordon. De hecho, el propio Lucas era un gran aficionado de ambas obras, y de ellas sacó buena parte de su inspiración, sobretodo la idea de llevar el género de los cuentos clásicos del bien contra el mal al espacio. Sin embargo, la saga galáctica tomó la genuina y original forma que tanto la caracteriza hoy gracias a la vasta cultura de su creador, que le permitió mezclar elementos orientales y del Lejano Oeste con la fantasía más vanguardista, la religión, la cultura underground que en esos momentos triunfaba en América y las teorías de Joseph Campbell sobre el “Monomito. Este popurrí de ideas no solo adquirió una forma con sentido en su imaginación, sino que se convirtió en uno de los referentes culturales del mundo occidental, siendo en la actualidad el universo de ficción más activo.

De hecho, el trasfondo y la mitología de Star Wars llegó mucho antes que la propia trama de su primera película. Lucas ideó a los Caballeros Jedi, la Fuerza, el malvado Imperio o la desaparecida República, así como numerosos planetas, mucho antes de concebir a Luke Skywalker o de escribir el guión definitivo de La Guerra de las Galaxias, que más tarde se rebautizaría como Una nueva esperanza una vez la saga quedó consolidada. Tenía muy claros los temas que quería tocar, la estética que su película tendría y el mundo que quería levantar, pero no sabía cómo. No existían la mayor parte de los efectos especiales que requería, ni tenía garantía alguna de que aquel universo fuese a llegar a ninguna parte. Es por eso que retorció la idea un millar de veces, dosificando la información y adaptándose a los medios a su alcance, lo que condicionó de manera extraordinaria la forma en que la saga nos ha llegado. Sabiendo que solo tenía la oportunidad de realizar una única película, necesitaba que ésta fuera lo más redonda y autoconclusiva posible, para en caso de no poder continuar, no dejar hilos sin resolver. Así, decidió apostar por el argumento más clásico de cuantos había ideado, motivo por el cual la primera entrega de la saga es el Episodio IV (no se revelaría hasta el estreno de su secuela, El Imperio contraataca, la numeración de las películas, lo que confundió a los espectadores durante mucho tiempo), la historia de un granjero convertido en héroe gracias a la ayuda de curiosos personajes y una misteriosa deidad. Una vez Star Wars demostró ser un inesperado éxito, Lucas pudo continuar con el resto de películas, profundizando en sus personajes y dándonos dos grandes pistas que parecían indicar que la lejana galaxia en la que todo tenía lugar ocultaba mucho más de lo que veíamos en pantalla.

Luke Starkiller (nombre dado a Luke Skywalker en los primeros bocetos de la historia) se enfrenta a Darth Vader en el primer concept-art de ambos personajes. El diseñador Ralph McQuarrie es el otro padre de la saga, responsable de dar forma a las ideas de George Lucas. Sin él, este universo sería muy diferente.

La primera pista es la gran revelación del Episodio V: El Imperio contraataca, gracias a la cual el villano, Darth Vader, se convirtió en el personaje más icónico de la saga. Su peculiar concepto, un guerrero-monje samurai espacial, mitad hombre, mitad máquina, se mezcló con un trasfondo enigmático que no quedaría aclarado hasta más de diez años después. Para los fans más jóvenes de la saga, los que han crecido con los Episodios I, II y III, resulta muy difícil concebir un mundo en el que no se sabía qué había llevado al Jedi Anakin Skywalker al Lado Oscuro y a convertirse en ese ser terrorífico. La segunda gran pista fue la estética de la llamada “Trilogía Original” (Episodios IV, V y VI), que ha sido bautizada como futuro usado. Consiste en una ciencia ficción en la que la alta tecnología y el desarrollo evolutivo han sido sustituidos por la chatarra, el polvo, el óxido y la crisis. En otras palabras, un mundo con una avanzada tecnología, pero que ha vivido tiempos mejores. El universo de Star Wars es decadente, con un gobierno totalitario en el poder que necesita de toda la fuerza posible para mantener unida una galaxia cada vez más deprimida. La desaparición de la gloria del pasado ha dado lugar a un Salvaje Oeste espacial, en el que o sirves al tiránico Imperio o sobrevives al margen de la ley. Los espectadores que acudieron por primera vez al cine a ver estas películas se encontraron con que a pesar de la tecnología futurista, aquellas gentes vivían peor que ellos, y la historia se encargaba de dejar claro que era por culpa del Imperio. Esto no solo contribuye a que el espectador pueda distinguir con más facilidad a los buenos de los malos, sino que genera en él una incógnita: ¿cómo era la galaxia antes de que la dominara el Emperador? Todas estas cuestiones sin resolver fueron las que provocaron que tantos autores, tanto profesionales como aficionados, se lanzaran a ampliar el universo de Star Wars nada más acabar las primeras películas.

El caza-recompensas mandaloriano Boba Fett, personaje icónico de la saga a pesar de tener solo una frase.

George Lucas esperaría más de diez años para contar el resto de su historia, cuando los efectos especiales digitales estuvieron suficientemente desarrollados para recrear lo que él tenía en la cabeza. Hasta ese momento, el universo de Star Wars no se había quedado quieto. Cientos de escritores se lanzaron bajo el ala de Lucasfilms, empresa creada por el propio director para englobar todas sus producciones, dando lugar a las novelas, videojuegos y series del llamado “Universo Expandido”, que profundizaba de manera oficial en todos los aspectos de la saga que las películas no habían tocado. En esas obras aparecieron por primera vez conceptos tan importantes para la historia como Coruscant, planeta capital de la galaxia o los Sith, versión malvada de la Orden Jedi. El canon era tan extenso y quedaba en manos de tantos escritores diferentes que no solo algunos datos comenzaron a contradecirse, sino que era prácticamente imposible seguir la pista a todo lo que ocurría en él. Todos los personajes, por secundarios que fueran, obtuvieron un trasfondo, y el propio George Lucas no estaba al corriente de la mayoría de cambios que estos escritores hacían en su propio universo. No fue hasta 1994 que se decidió a dar el gran paso y contar los primeros capítulos de su saga, la historia de cómo el Imperio había llegado al poder y de cómo Anakin Skywalker se había transformado en Darth Vader.

Esta nueva trilogía lo cambió todo. No solo tuvo que pasar por encima de algunas de las historias escritas en el Universo Expandido (no sería la última vez que algunas de estas historias tendrían que abandonar el canon) sino que lo que en ella se contó cambió la forma en que la trilogía original debía ser interpretada. Los Episodios I, II y III nos trasladan a los últimos años de la República Galáctica, cuya corrupción y excesiva burocratización provocan que muchos planetas y agentes financieros deseen la secesión. Mientras tanto, la Orden Jedi ya no es lo que era, y apenas tiene miembros suficientes para conservar la paz y su importancia en la galaxia. Este escenario es aprovechado por el Senador Palpatine, quien en secreto es un Sith, uno de los ancestrales y olvidados enemigos de los Jedi, para hacerse con el poder por medio de una guerra civil que él mismo provoca, al tiempo que corrompe al joven caballero Anakin Skywalker y le conduce a aniquilar a su antigua Orden.

Un caballero Jedi se enfrenta a unos droides destructores. Imitación del estilo de Ralph McQuarrie por Doug Chiang en el concept-art de La Amenaza Fantasma (Episodio I).

Al contrario que los Episodios IV, V y VI, la nueva trilogía está más inspirada en la historia y los dramas políticos que en el género de aventuras. El ascenso de Palpatine está basado en el de Adolf Hitler en la Alemania de los años 30, y la eliminación de los Jedi en la que sufrieron los caballeros templarios en el siglo XIV. Añadieron al imaginario de su universo multitud de conceptos nuevos, como la profecía acerca de la restauración del equilibrio en la Fuerza, que convierte a Darth Vader en el protagonista de la saga por encima de Luke Skywalker, en qué consistieron las Guerras Clon a las que Ben Kenobi hace referencia en Una nueva Esperanza, los “midiclorianos”, o una Orden Jedi más parecida a una orden religiosa que a una de caballería. Esto, sumado a una calidad por debajo de las originales y algún que otro error de continuidad, provocaron que las películas hayan sido blanco de la crítica de muchos fans, que consideraban que atentaban contra el espíritu de sus predecesoras. A pesar de ello, contribuyó a dotar de mucha más profundidad a su universo al introducir sucesos que se remontaban a miles de años en el pasado, lo que llevó a una nueva generación de escritores del Universo Expandido a explorar los orígenes de la República, de los Jedi y de los Sith, que surgirían de una escisión en la religión de los primeros adoradores de la Fuerza.

La muerte de Chewbacca en uno de los cómics.

Con el tiempo, este renovado Universo Expandido se haría aún más amplio, nutriéndose de multitud de cómics, videojuegos y novelas, cada uno de los cuales añadía algo nuevo. Darth Vader habría tenido varios aprendices, Luke habría llegado a caer en el Lado Oscuro para salirse después, y Chewbacca habría muerto aplastado por un meteorito. La compra por parte de Disney de Lucasfilms con la intención de llevar a cabo una hipotética tercera trilogía de la que George Lucas había hablado en multitud de ocasiones, supuso un punto de inflexión en toda esta producción de obras canónicas que había durado la friolera de treinta años. Con la intención de ordenar el caótico universo de Star Wars y crear nuevo material que no entrase en conflicto con lo ya escrito, los nuevos directivos retiraron la totalidad del Universo Expandido del canon, convirtiéndolo en la colección “Leyendas”, que como su propio promotor explicaba “se trata de hechos que pudieron o no haber sucedido”. Ya sin Lucas a los mandos, Disney contrató al director y productor J. J. Abrams para sacar adelante una nueva trilogía que contaría las aventuras de la generación posterior a los acontecimientos originales, y que junto a una colección de cómics, expandirá una vez más este universo de ficción.

Las túnicas Jedi están inspiradas la que el actor Abraham Sofaer llevaba al interpretar a San Pablo en Quo Vadis: una túnica larga sobre otra corta, con faja y cinturón.

La Guerra de las Galaxias era un producto condenado al éxito, algo que muy pocos directivos de Hollywood supieron ver en su momento. No solo era una historia perfecta para explorar los límites de lo que se podía hacer en el cine, sino que sus temas conectaron de forma extraordinaria con una generación huérfana de valores clásicos, que en plena Guerra Fría parecían estar obsoletos. No podemos olvidar que ésta es la época en que El Señor de los Anillos se convirtió en un éxito. Toca temas como la lucha del bien contra el mal, la seducción y la corrupción del “camino fácil”, el valor de la insurrección contra la injusticia, y por último, la fe en una religión caída en el olvido pero que sigue ahí. El propio George Lucas, cristiano baptista, reconocería que con la Fuerza quería despertar el sentimiento religioso de su generación; no en vano, “Que la Fuerza te acompañe” es idéntico en inglés a “Ve con Dios” (May the Force be with you/May God be with you). Aun con esto, no podemos decir que La Guerra de las Galaxias sea una obra cristiana. Hija del movimiento New Age, la espiritualidad y la forma en que la saga entiende el concepto de “destino” son prestadas de las filosofías orientales del Tao y del budismo. Ejemplo de ello es el Código Jedi, introducido en los Episodios I y II, según el cual estos caballeros deben renunciar a las pasiones y a los apegos, y ser imparciales ante el mundo, al igual que los monjes budistas. Sin embargo, hay un detalle que no debemos pasar por alto: gracias a que Luke no respeta estos preceptos y decide tratar de salvar a su padre y a sus amigos, es que acaba triunfando.

Star Wars no solo ha inspirado a multitud de fans en todo el mundo desde que apareció la primera película a finales de los años 70, sino que cambió para siempre el panorama de la cultura popular, introduciendo una nueva forma de hacer superproducciones cinematográficas, una nueva forma de contar los cuentos clásicos de siempre y una nueva forma de comercializar un producto artístico: el merchandising. Su influencia se ha notado incluso en la ciencia ficción más dura, con la que tiene poco que ver, y muchos de sus elementos se han convertido en iconos incluso entre personas que no las han disfrutado. La saga goza de mejor salud que nunca, y probablemente en los años venideros tendremos mucho más Star Wars, con lo que este universo seguirá en expansión. No deberíamos extrañarnos; se trata de la obra de una época, y al igual que la Fuerza, siempre nos acompañará.

La Batalla de la Estrella de la Muerte, por Ralph McQuarrie.

A causa del gran número de obras que integran el universo de ficción de La Guerra de las Galaxias, solo incluiremos las películas principales:

  • Episodio I: La Amenaza Fantasma.
  • Episodio II: El ataque de los clones.
  • Episodio III: La venganza de los Sith.
  • Episodio IV: Una nueva esperanza/La Guerra de las Galaxias.
  • Episodio V: El Imperio contraataca.
  • Episodio VI: El retorno del Jedi.
  • Episodio VII: El despertar de la Fuerza.

Y aquí, una galería con algunos concept-art de Ralph McQuarrie.

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