LOS TROPOS

J. Lluch
El Circo Ambulante
6 min readFeb 18, 2016

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Los tropos son una parte fundamental en la creación de historias. Todos los lugares comunes que se repiten en tantas obras en realidad ayudan a los creadores a estructurarlas y a los que las que los descubren, a entenderlas.

Realmente, todo el mundo sabe más o menos lo que es un tropo, aunque muy pocos los conozcan por ese nombre. Se les llama clichés, recursos, tópicos… pero siempre se trata de lo mismo: una serie de situaciones que se repiten en multitud de obras y que contribuyen, paradójicamente, a hacerlas únicas. Tropos conocidos por todos son las damiselas en apuros, los compañeros adolescentes de los superhéroes, o que el asesino sea el mayordomo.

Es muy fácil pensar que los tropos son un problema para las obras, ya que como muchas veces se repiten hasta la saciedad, les restan originalidad. Y sí, efectivamente si un tropo se utiliza demasiado, sin cuidado, o sin conocerlo a fondo, puede hacer que un relato se convierta en un producto más de entre un millón. Pero los tropos ayudan también a estructurar las historias, a gestionar las emociones, o a guiar el desarrollo de los personajes. Cualquier obra, por original que sea, utiliza todo tipo de tropos, y no se trata de una casualidad. Los seres humanos, a pesar de contar con el don de la imaginación, carecemos de una habilidad: la capacidad de crear de la nada. Ni el mejor inventor del mundo sería capaz de imaginar un color nuevo; en todo caso, lo que podría hacer es descubrirlo a base de mezclar viejos colores. Por eso, se dice que la inventiva humana en realidad no crea, sino que reordena. El ejemplo que suele usarse para ilustrar esto es el del minotauro. Los minotauros no existen en la realidad, pero sí que existen los hombres y los toros; por lo tanto, la primera persona que concibió a este ser mitológico no se lo inventó, sino que lo creó a base de mezclar dos cosas que ya existían. Esto se puede extender a la invención de historias, pues los creadores no cuentan cosas de las que no tienen ningún tipo de conocimiento. En su lugar, reordenan situaciones y personajes que ya conocen de una forma en la que no los habían visto antes. Aquí es donde entran los tropos. Debido a que si, por ejemplo un escritor que quisiera desarrollar el argumento de una novela, tuviera que limitarse solo a utilizar situaciones que conoce personalmente, el número de posibles resultados se reduciría mucho, así que los autores pueden recurrir a situaciones que otros ya han usado en sus propias historias. Pero no deben copiarse al pie de la letra porque los personajes, los géneros o las ambientaciones de las obras que se influencian unas a otras podrían no ser compatibles. Si el escritor para desarrollar un pasaje de una historia romántica victoriana en la que los amantes no pueden estar juntos, acudiera a inspirarse en una novela de ciencia ficción en la el motivo de que los personajes estén separados es que son de razas distintas, y lo plasmara tal cual, el resultado no tendría sentido. Lo que debería hacer es adaptarlo al contexto de su propia obra, quitando las partes que no concuerdan (razas extraterrestres) y sustituyéndolas por otras que sí (por ejemplo, distintas clases sociales), pero conservando la esencia de la situación, que es que algo les impida estar juntos. Pues bien, esa esencia es el tropo.

“los tropos no son solo situaciones que quienes las han vivido relatan a otros que no, sino que serían la mismísima forma en que las personas entienden cómo funciona la realidad”

Los tropos aparecen por primera vez con la retórica, el arte griego de la discusión. Se trataba de plantillas, esquemas o frases hechas que facilitaban la invención de argumentos durante el debate. Cuando finalmente apareció la prosa, los inventores de historias empezaron a crear los suyos propios, pero en su caso, para ayudarles a imaginar tramas. Sin embargo, aunque su origen sea conocido, los procesos que convierten algo en un tropo aún no están del todo claros. El psicoanalista Joseph Campbell, en su ensayo El héroe de las mil caras, trata de explicar las similitudes entre las historias de héroes mitológicos de diferentes religiones defendiendo que en realidad todas representaban lo mismo: el viaje interior de las personas hacia la madurez mental/espiritual. Esto vendría a significar que los tropos no son solo situaciones que quienes las han vivido relatan a otros que no, sino que serían la mismísima forma en que las personas entienden cómo funciona la realidad, tanto lo que viven como lo que se les cuenta. Según esta teoría, el origen de las damiselas en apuros podría estar en que las personas saben que serían capaces de correr muchos riesgos para salvar a quienes quieren. Una buena motivación para darle al protagonista si se trata de inventar una historia. Pero si son tan comunes y necesarios, ¿cómo es posible que también puedan ser un obstáculo para una buena narración?

Lady Tremaine, la clásica madrastra mala de “Cenicienta”

Al igual que se cuenta mejor algo cuanto mejor se conocen los detalles de lo que se habla, así ocurre con los tropos. Es necesario saber cuándo se está abusando de ellos, cuándo se pueden evitar, y cómo usarlos efectivamente. Una característica importante de los tropos es que casi siempre se pueden dividir en tropos más pequeños, lo que permite hacer malabares con los fragmentos de una historia y darle una nueva forma al puzle. El tópico “chico conoce chica” se podría dividir, por ejemplo, en “chico conoce accidentalmente a chica”, “chico se lleva mal con chica”, “chico descubre algo oculto en la chica que la convierte en la mujer de sus sueños” y finalmente “chico se enamora de chica”. El autor puede sustituir esas piezas por otras, de forma que den lugar a combinaciones más novedosas, o más adecuadas para el propósito que persigue, como el mensaje o que la gente se sienta identificada con algún personaje. La decisión sería entonces si se usa un tropo o no; sin embargo, si la respuesta es positiva aún existe una elección más, que sería cómo usarlo. Como plantillas que son, cuentan con una estructura y unos espacios en blanco para poder rellenar. En “chico conoce a chica”, la estructura sería que en algún momento los dos amantes deben conocerse y que más tarde él debe enamorarse de ella, mientras que el espacio en blanco sería el cómo ocurrirá y quiénes serán los personajes. Estas dos partes generalmente se componen de sucesos (la base de cualquier historia) que se pueden utilizar de la forma más ortodoxa posible, o modificándose, lo que supondría alterar la forma final del tropo dentro de toda la historia. La película de animación Shrek es un cuento de hadas, pero modifica los tropos de su género para que el efecto sea el contrario al habitual. Así, la princesa en vez de ser salvada por el príncipe del ogro, es salvada por el ogro del príncipe. Los espectadores percibirán que la película es original solo por invertir el orden del tropo de su argumento, incluso aunque no modifique los demás, como el de “la belleza está en el interior”.

El número de tropos es realmente inmenso, y no siempre hay consenso a la hora de determinar cuáles lo son y cuáles no. De hecho, casi con cada obra aparecen nuevos modelos. Volviendo al ejemplo de Shrek, al modificar el tropo de “Príncipe salva a la princesa del monstruo” en realidad se está usando el de “Príncipe salva a la princesa del monstruo invertido”. Eso hace que su uso sea prácticamente imposible de evitar. La solución a este problema pasa por tratar de conocer en profundidad el mayor número de tropos posibles, buscar combinaciones novedosas (los tropos siempre suelen estar relacionados unos con otros), y sobre todo, tener claro el espíritu de la obra que se quiere producir, para saber cuáles convienen y cuáles no.

Para facilitar el trabajo, los chicos de la web tvtropes.org (de momento casi totalmente en inglés) están tratando de recopilarlos todos en una inmensa biblioteca digital, de forma que acercarse a ellos sea un poco más fácil.

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