MARY SUE NO ES PERFECTA

J. Lluch
El Circo Ambulante
Published in
8 min readApr 26, 2016
Bella Swan, protagonista de la saga Crepúsculo

Mary Sue es el nombre con el que se conoce al tropo por el cual un personaje es tan perfecto que roza lo absurdo. Con frecuencia algunos escritores olvidan que para que sus personajes sean interesantes no basta con darles personalidades llamativas o aventuras espectaculares. Es imposible que un personaje sea creíble o que alguien pueda identificarse con él si le falta algo fundamental: defectos.

A priori puede parecer una contradicción, pero frecuentemente los personajes de ficción más interesantes son aquellos que se equivocan, aquellos que tienen límites o rasgos que nosotros mismos no querríamos tener. Y no se trata de algo casual: si un personaje no tiene un límite que superar, un talón de Aquiles que pueda destruirlo, ¿qué sentido tiene que se embarque en una aventura? En las aventuras las personas se arriesgan a perder algo importante para ganar algo más importante aún. Si alguien es incapaz de perder o no tiene nada más que ganar, ¿por qué debería involucrarse en una? Por algo así a Superman le inventaron la kriptonita. Pero para el escritor primerizo o para el que no está demasiado atento a su trabajo, la tentación de hacer a su personaje admirable en todos los sentidos y despreciable en ninguno es muy grande. En ocasiones una gran aventura puede enmascarar el defecto de un protagonista sin ellos, pero por lo general la broma suele durar poco. En cuanto las historias se alargan y los personajes empiezan a pasar pruebas y a evolucionar, aquellos que han sido construidos sin cuidado empiezan a fallar. Aunque cuenta con muchos fans, Kvothe, de la saga Crónica del Asesino de Reyes, es un buen ejemplo de ello: tiene una memoria prodigiosa, es un superdotado para la magia (“simpatía” en el lenguaje de la novela) y un músico sin parangón, y todo eso sin haber superado la pubertad.

Sin embargo, generalizar en narrativa suele ser bastante ineficaz, así que antes de juzgar hay que saber si realmente conviene que el personaje evolucione. A la hora de clasificar a los personajes según su desarrollo encontramos dos tipos: los personajes planos –aquellos que no cambian durante la acción, que siempre se comportan igual–, y los redondos, cuyas vivencias los van transformando. No hay un tipo mejor que otro y cada cual es útil en su propio contexto, pero por lo general, los protagonistas se benefician de la “redondez”. Pues bien, los defectos, al igual que en la vida real, son imprescindibles para que un personaje pueda aprender y mejorar. Que sean redondos y buenos en todo es incompatible.

“Hay algo en la perfección que nos choca, y será muy difícil que un personaje así pueda generar empatía o interés en el público.”

Más allá de que sea útil o no para la narración que sus protagonistas sean perfectos, aún existe un motivo más para otorgarles fallos: los humanos cometemos errores. La infalibilidad no es una de nuestras virtudes, no hace falta que lo juremos, y a cualquier lector o espectador le chirría cuando, por difícil que sea el reto al que se enfrente un personaje, siempre sale airoso de él. Hay algo en la perfección que nos choca, y será muy difícil que un personaje así pueda generar empatía o interés en el público. A menos que sea una parodia, como Metro Man en la película de animación Megamind (2010), en cuyo caso haremos la vista gorda.

La perfección es un defecto muy habitual en los escritores noveles. Hoy en día, y gracias a internet, se ha vuelto muy popular un género con frecuencia — y con razón — despreciado: el fan-fiction. Los fan-fiction, u “obras fan”, son relatos con personajes no originales, provenientes de otras obras anteriores. Sus creadores suelen ser aficionados a esa primera obra, y pueden realizarlos por diferentes motivos: como homenaje, porque un personaje o situación específica encaja perfectamente en una historia que ellos han creado, o por escapismo. Esta última opción es, desgraciadamente, la más frecuente (desgraciadamente porque, como ya nos enseñó La Historia Interminable, el escapismo nunca es del todo bueno), y es el motivo de encontrar tantas obras de tan baja calidad dentro del género; unido a que frecuentemente los escritores de ficción-fan no tienen experiencia y suelen caer en los errores de los novatos, entre los que se incluye la ausencia de defectos en sus personajes. Esto nos lleva a casos como el que originó el curioso nombre por el que se conoce a este tropo, Mary Sue, que nos recuerdan las desastrosas o hilarantes consecuencias que puede tener en nuestra obra cometer estos errores.

En 1974, Paula Smith, seguidora de la serie de ciencia-ficción Star Trek y harta de tanta ficción de “autoinserto” (como se conoce al fan-fiction donde el escritor es el propio protagonista), escribió un breve relato llamado A Trekkie’s Tale, cuya protagonista, la Sargento de quince años y medio Mary Sue, servía para parodiar los tópicos de este infame género. La joven y hermosa mestiza (era medio vulcaniana) es puesta a cargo de la Enterprise nada más subir a bordo por un locamente enamorado Capitán Kirk; y no solo salva la vida de sus compañeros, sino que lo hace tan bien que recibe por ello el Premio Nobel de la Paz, la Orden Vulcaniana de Gallardía y la Orden Tralfamadoriana de la Buena Machotería (traducción propia de la palabra inglesa guyhood), instantes antes de morir trágicamente. Por muy absurda que esta parodia pueda parecer, la realidad supera siempre a la ficción, y si uno bucea lo suficiente en internet puede encontrar ejemplos aún más flagrantes de Mary Sue –o Marty Stu, en su versión masculina– en fan-fictions donde ya no está tan claro si se trata de una parodia o no. Es el caso de My Immortal, un “fic” de Harry Potter escrito por Tara Gilesbie y considerado de lo peorcito escrito hasta el momento por un ser humano. La protagonista de esta historia, Ebony Dark’ness Dementia Raven Way (con mucha probabilidad, un avatar de la escritora) es una joven y guapa estudiante de la casa Slytherin en el colegio de magia y hechicería Hogwarts, que llora sangre y es amante de Draco Malfoy. La obra es famosa por su terrible vocabulario, su carga sexual, la insufrible obsesión que todos los personajes tienen, incluido Lord Voldemort, con Ebony y una alucinante escena en la que Dumbledore interrumpe sexo adolescente al grito de “¡¿qué demonios estáis haciendo, hijos de puta?!”.

“Todos estos personajes tienen en común lo mismo: es ilógico que todo les salga bien. […] si uno se fija lo suficiente, la ilusión se desvanece como un espejismo.”

Gracias, My Immortal

Otras obras fan presentan personajes y tramas con tantos agujeros que una Mary Sue es el menor de sus problemas, como DOOM: Repercussions of Evil, famosa por su línea final “y entonces John (el protagonista) era un zombie” o legolas by laura (así, con minúsculas), que, por citar solo uno de sus errores, termina dejando una frase a medias. Pero el problema de los protagonistas y sus virtudes también afecta a trabajos más profesionales o populares. Algunos ejemplos importantes los podemos encontrar en obras bien conocidas por muchos, como Sword Art Online, una popular colección de novelas cortas y series de animación cuyo protagonista tiene como rasgos definitorios de su personalidad el ser misterioso, bueno en todo y tener éxito entre las chicas, Bella Swan de la saga Crepúsculo, que sin tener absolutamente nada que la haga especial, encandila a un vampiro y a un hombre-lobo (o lo que sea), o casi cualquier personaje interpretado por John Wayne. Todos estos personajes tienen en común lo mismo: es ilógico que todo les salga bien. En ocasiones es posible hacer la vista gorda, pero si uno se fija lo suficiente, la ilusión se desvanece como un espejismo.

Pero, ¿cómo saber si un personaje es una Mary Sue/Marty Stu? Es importante poder localizar sus síntomas a tiempo antes de caer víctima de la enfermedad. Pues bien, no existen características concretas de lo que es o no una Mary Sue. Se trata más bien de una generalización de todos aquellos personajes cuyos rasgos positivos pueden provocarnos incredulidad, hacernos arquear las cejas. Pongamos como ejemplo a Sherlock Holmes. En sus relatos, el famoso “detective asesor” se encuentra frecuentemente con pistas que más que acercarnos al origen del misterio, nos alejan. Sin embargo, él siempre tiene algún conocimiento oculto, como saber que un tipo de flor solo crece en una determinada localidad, o que una marca casual en la escena del crimen es en realidad el símbolo de una secta secreta del siglo XVI, lo que le permite interpretarlas correctamente. Dado lo singular del personaje, es posible creer que realmente supiera esas cosas, ya que queda establecido que tiene un conocimiento enciclopédico sobre cualquier cosa que pueda serle útil en un caso mientras que desconoce datos de cultura popular básicos, como que la Tierra gira alrededor del Sol. Sin embargo, ver cómo hace lo mismo un adolescente que aún tiene tiempo para tontear con chicas y tocar la guitarra en una banda de éxito, es, cuanto menos, sospechoso. Otro detalle que marca a las Mary Sue es la posesión de rasgos que los hacen únicos de una forma extrema. Son los últimos de su raza, o mezcla de dos razas de las que solo ha heredado lo mejor (sí, te miro a ti, Aragorn), o resulta que tiene oculta una habilidad especial que solo se revela en el momento más oportuno. A veces tienen pasados trágicos, han sido objeto de abusos o han perdido a sus padres; pero lejos de afectarlos negativamente, estos sucesos generalmente solo sirven para justificar lo “extremos” que son, e incluso si tienen defectos o les pasan cosas malas siempre es para destacar lo molones que son, que es como hacer que les hieran para que tengan una cicatriz chula. Por último, un rasgo clave es que aunque no sean los protagonistas de la historia, toda la acción gira en torno a ellos.

Si realmente queremos evitar caer en este error tan común, deberemos preguntarnos una y otra vez si lo que escribimos tiene sentido en la historia, o si estamos exigiendo a nuestro público demasiado esfuerzo imaginativo. De no hacerlo, se corre el riesgo de sentir vergüenza al revisar nuestro trabajo cuando pase el tiempo y hayamos ganado un poco más de criterio.

Si aun así no conseguís distinguir si vuestro personaje es una Mary Sue o no, aquí podéis encontrar un test muy completo que os ayudará a descubrirlo: http://www.springhole.net/writing/marysue.html

Si tenéis curiosidad sobre el término, como siempre podéis navegar en la página tvtropes, donde se explican este tropo y prácticamente todos los demás. Podéis encontrar también los textos originales de los fan-fiction pinchando en sus nombres.

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