AMANDO A UN ADICTO — CARTA #13–27-04-2024

Amando a un adicto
El Circulo
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4 min readApr 27, 2024

He vuelto de nuevo.

Publicado en AMAZON

- Hola, he vuelto de nuevo.

Sí, también vuelvo con buenas noticias, pero lo más importante, que sigo batallando con agua en las venas. Bueno, ya se entiende…

Pero a parte de eso, escribiendo mis poesías, escuchando música, bueno, machacándome hoy con Nacho Vegas, he estado reflexionado algunas cosas, y eso que él nunca me ha querido. Sí mi pareja, y eso es mucho más importante.

Mucho sexo, mucha muerte, muchas drogas, y mucho mucho. Eh, en mis poesías, digo.

Y es que nos da miedo hablar del sexo muchas veces abiertamente, desnudos de corazón, en público, y es que puede ser hasta más fácil hacerlo delante de gente que hablarlo fuera de las iglesias.

Que nos da también miedo hablar de la muerte, y eso que solo te pasa una vez en la vida, aunque quien vive la ve mendigar por las esquinas más de lo que uno quiere. O morimos muchas veces, y solo cuenta una. Dime tú mejor.

Tampoco queremos sufrir, como mucho toleramos algo de dolor, e incluso, algo de felicidad. Eso que se siente cuando uno dice que es feliz, y no se siente cuando uno dice… Bueno, ahora no tengo claro si decimos tanto que no lo somos. Seguro menos veces de lo que deberíamos.

(Seguro que Agustín ya está haciendo algo con las cejas)

Pues esta tarde, el Nacho este que habla de unas cosas mientras yo escribo sobre otras, me ha hecho llorar. He escrito una poesía que se titula Un cadáver cualquiera pensando en la muerte, y otra pensando en mi hijo que se titula La que estás liando. Y he llorado. He llorado mucho, y en silencio. Nadie me ha visto, ni nadie lo sabe. Pues, sí, también nos da miedo llorar, y que nos vean.

Esta semana he publicado dos libros, un tercero de poesía y un primer de finanzas. Con el primero he enterrado a alguien, que no firma pero queda contenido dentro de todo, y con el otro, creo que ha nacido alguien nuevo. Todos están dedicados a gente que ya no existe si no les recordamos, a unos amigos, a mi padre… Y una cosa es que mueran, y otra que desaparezcan antes de que lo hagamos nosotros mismos.

Pues eso le dejo a mi hijo de momento, aunque no sé si alguna vez podrá incluso despreciarlo. Ya no me duele tanto pensar en ello, porque estamos trabajando duro en casa los tres, y estamos logrando cruzar más de una meta. Aunque bueno, el merito es de nuestro hijo, quien se hace suyos los éxitos, e ignora los fracasos muchas veces, aunque cada vez conecta mejor con el mundo, y se siente más parte de él. O eso creo, o nos da a entender, aunque bueno, como dice el poema:

“Eso que parece mío es tuyo,

y eso que es tuyo es mi orgullo”.

Y es que, aunque quede todo perdido entre metáforas, me libera escribir poesías y me emociono muchas veces cuando escribo. Me doy cuenta de mis propios sentimientos. Los desentierro de algún lado, y lloro. No sé si como una madalena o un fucking croissant, pero profundo, y en silencio.

El libro de poesías habla de drogas. Está escrito en distintos momentos de mi vida. Cuando me ponía ciego, cuando intentaba no hacerlo, e incluso cuando lo lograba, y sentía añoranza de todo ello. Pero, digamos eso del principio, de estoy feliz porque ya no siento añoranza de las drogas. La siento de otras cosas, claro. Será que soy humano, o cualquier otra cosa.

Y pensando en mi amigo Albert, que ha escrito el prólogo, y en mi amigo Dani, las veces que me llevaron a que intentara dejar ese tipo de mala vida, he empezado a pensar en el hijo de una buena amiga, y me he dado cuenta que no hay nada que hacer si él no decide que hay que poner fin. Mi primer pensamiento ha sido, ojalá alguien me hubiera ayudado pensando en otras situaciones, pero cuando he cambiado a: ojalá me hubiera dejado ayudar antes, y claro, he llorado mucho y en silencio. Y no, no lo he podido evitar. Me he hundido en mi mismo, y me he arañado por dentro. No he sufrido, no he sentido dolor, he sentido algo que por mucho que escriba no sabría describir. Y quiero que sepas, como dice Nacho: No es la mala vida, la que me mata, que no, es la vida entera.

Y es que era tal mi adicción que quería que hicieran una fiesta el día de mi muerte, pues esperaba dejar un joven cadáver, y que bebieran lo que yo no podría beber, y se metieran lo que en mi cuerpo ya no cabría.

“Cuando sea un cadáver,

o todo el cielo a punto de llover

y borrar

lo que nadie más puede borrar”.

Y nada, es que hoy me siento un chucho tonto y malherido. Como dice la canción.

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Amando a un adicto
El Circulo

Soy Luis, soy alcohólico y adicto, pero ya no consumo hace más de dos años, y escribo a mi adicción con melancolía y superación.