Visto por mí
Políticos infalibles
Es curioso que con la idea de que los políticos son farsantes, mentirosos y malos conviva el deseo de que deberían ser infalibles. Ante el mínimo error se avizora la censura. Impresiona tanta severidad a sabiendas de que, en muchos casos, se les exige actuar con prontitud y escasa reflexión. Como consecuencia aparece un sinfín políticos empecinados en sus decisiones -aunque equivocadas- con tal de no ser ellos mismo quienes reconozca el error. Después vienen las quejas generales porque presidentes, senadores y ministros defienden lo indefendible.
No se engañen: estoy hablando de errores, no de robos ni de escándalos de corrupción; errores en el planteamiento de una política o en la aproximación a un nuevo fenómeno social; desaciertos que pueden tener incluso grupos muy profesionales que procuran el menor margen de equivocación. Algunas personas acusan esas fallas como falta coherencia. No: la política es mucho más que conexiones lógicas entre lo que se quiere y lo que se logra.
Debemos ser claros al nombrar las cosas para no pasar el crimen por error y viceversa, para saber a quiénes debemos dar la oportunidad de corregir sus yerros.