En este tiempo de otoño
En este tiempo de otoño, tiempo de buenos caldos, de lluvias y finos aromas. Tiempo de reflexión, de grandes proyectos y de inconfesables actos de contrición. En este tiempo de otoño, digo, entretengo las mañanas escuchando las distintas emisoras de radio que pululan por el espacio de esta tierra ignota; de esta tierra de alacranes.
Periodistas, locutores al uso, políticos, politiquillos y otros personajes de corte parecido, pugnan por hacerse un hueco en las preferencias de quienes los escuchamos. Entrevistas y tertulias anodinas y aburridas hacen que cambie, de cuando en cuando, el dial de posición sin ningún resultado aparente.
Me hubiera gustado sorprenderme, aunque sólo fuese una vez, incluso, aunque sólo fuese superficialmente, pero no es el caso. Siempre me encuentro con la misma tonadilla y con el mismo tipo de gentes vestidos con diferentes atuendos: esa clase de gentes que sólo se aplica en fomentar la mentira; que sólo son elocuentes contra la justicia y sabios para la falsedad. Mercaderes de la argumentación, tejedores de palabras. Charlatanes de ideas capciosas y de silogismos a la medida que conmueven todas las mañanas a los tontos que los escuchamos.
Unos se niegan a otros y es que la negación es el argumento favorito de la ignorancia; en realidad, su único argumento.
Siempre que pienso sobre este tipo de asuntos tengo la vaga sensación de que no son del todo conscientes de la especial complicación de la que son protagonistas y que tiene su origen en la función social que desempeñan.
Entre tanto ingenioso de lo social y de lo político, del engaño y de la mentira, nos encontramos, por una parte, los que se inclinan a favor de la tendencia a extrapolar prematuramente los resultados de los acontecimientos a situaciones complejas, más propias de la especulación que del sentido común, con el único fin de poder acceder, de algún modo, a una actuación planeada previamente y que se ajusta a un plan trazado, incluso antes de que nada suceda. Por otra parte, están los que argumentan con factores distorsionantes de la presión de los intereses que ejercen sobre la comunidad los partidos políticos para influir a su favor en el proceso social.
De hecho, la absolutización de ambas posturas ejerce una fascinación tan intensa que conduce una y otra vez a considerar que, en último término, carecen de objeto, pues dependen, sin lugar a duda, de cómo sople el viento.
Para nosotros, los observadores de la vida, nos parece difícil comprender el estrechamiento de perspectivas que lleva consigo este singular modo de pensar, y es que, en definitiva, nos ha tocado vivir una época bañada por la mediocridad.
© Antonio Molleda
