Un perro
Un perro me corrió por el edificio. Ahora estoy sentado en el piso contra la puerta de mi departamento que vibra y escucho sus ladridos. Cuando entré al palier, con esa sensación de volver a casa, de golpe estaba ahí, un perro de pelaje negro y tamaño considerable. De repente se puso a ladrar. Quise calmarlo porque no parecía intimidante pero cambió de ánimo y mostró los dientes. Sus ojos brillantes se cruzaron con los míos y sus patas delanteras se pusieron firmes de frente. Intenté subir la escalera sin darle importancia a lo que pasaba. Subí unos escalones y sus ladridos empezaron a retumbar con fuerza. Me apuré, llegué al primer piso y sentí sus uñas raspar contra los cerámicos. Me seguía. Corrí. En un instante vi su hocico en punta y sus dientes me rozaron los talones. Pude dejarlo atrás y alcancé la puerta.