JITTERBUG.

Leonel Mendoza
El Circulo
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2 min readMar 4, 2021
Hice un poema para el #TwinPeakDay sobre la escena que abre Mullholand Dr. de Lynch.

Hay algo maldito en el jitterbug;
los bailarines de salón
temen más a la humillación por detener
su baile a media pieza
temen más a la humillación por dejar
de sonreír a media pieza.

Más temor
que al vértigo
que los sujeta
que les clava
sus filosos falanges
en la carne
para no soltar su mano
antes de terminar el swing.

Hay algo triste en el jitterbug;
es un baile
que no se puede hacer solo
es un baile
que no se puede hacer sin sonreír

aunque al pecho
le crezcan
invisibles espinas al pensar en la membrana
gris
que cubre el ojo de caballo
con que te mira
un vagabundo hinchado
afuera del Winkie’s Diner
sobre la avenida Mulholland
a donde escapamos
para no ser estos
que decidimos mal
para no ser estos
que quisimos mal
jorobados
por el peso de las decisiones
que no podemos cambiar,
es un baile
sin marcha atrás
es un baile
popularizado en los 30s
las big bands se enfrentaban como gansters
como los perros de los gansters
no podían dejar de sonreír
aunque en el pecho
les crecieran cuchillos
aunque los blancos
los encerraran en jaulas
es un baile
que no se puede hacer sin sonreír.

Hay algo terrorífico en el jitterbug;
en su competencia por
recibir la corona,
el arreglo floral
que se marchitará en un florero transparente
lleno de lama verde
como el ojo hinchado
del caballo-vagabundo
afuera del Winkie’s Diner
sobre la avenida Mulholland
donde soñamos
certezas oníricas de triunfos pasados
como un baile
en la memoria muscular
como un baile
que no puede dejar de ocurrir
como un baile
que ganamos todas las noches
antes de pegarnos un tiro.

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Leonel Mendoza
El Circulo

Muy viejo para ser hikikomori, muy joven para ser ermitaño.