La Sociedad del Cansancio: una oda al aburrimiento.

Cristhian Beltran
El Circulo
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4 min readApr 2, 2024

Paradójicamente, el salón de clases estaba repleto por congresistas, funcionarios públicos de alto nivel y, en general, por treinta personas con ínfulas y ansias de poder en la administración pública colombiana; allí, el mejor docente de la maestría nos recomendó un pequeño librito llamado La Sociedad del Cansancio, lo anoté al margen de mis apuntes casi que sin importancia mas preocupado por los temas del examen que por aquel comentario, y proseguí fingiendo ser uno de ellos, no porque no quisiera; por el contrario, deseaba el poder de mis colegas, sino porque me sentía un universitario recién salido y poco merecedor de ocupar un puesto allí.

Un día de muchos, hojeando libros en una ya extinta librería de Bogotá, asfixiada por la pandemia, me encontré con el título que rápidamente me transporto a mi clase universitaria meses antes. Lo compré porque la extensión era bastante agradable y porque, a falta de experiencia y del bagaje de mis compañeros sentía la necesidad de suplirla atiborrándola con conocimiento.

Tuve la fortuna de leérmelo antes de que la pandemia y la partida de mi enamorada y (quizás el mismo libro) me cambiaran la vida; sus postulados calaron tan hondo en mi ser que por mucho tiempo posó en los estantes de la biblioteca de mi hermana sin ser leído pues le imploraba se lo leyera sin fruto alguno; no fue hasta que, se nos ocurrió crear un club de lectura en una noche de cervezas con amigos, a lo cual, como siempre lo hacía cada vez que podía, recomendé su lectura como opción para que fuera el primer libro a dialogar.

Luego de su lectura, nos reunimos en una de las cervecerías mas tradicionales de Bogotá a compartir nuestras reflexiones, las cuales comparto en la presente libreta.

Seis conformamos el club, curioso número: ritualistico, enigmático, negativo, ambicioso. Cinco hombres, tres de ellos compañeros de mi universidad, otro de mi colegio y una mujer. Todos con perspectivas diferentes y contrapuestas. En fin, lo primero que pude notar mientras cada uno de los miembros daba sus valiosas apreciaciones fue la identificación unánime con el texto.

Todos tuvieron la suficiente sagacidad para comprender que todos somos hombres y mujeres de la sociedad del rendimiento interesados afanosamente en sobreexplotarse a costa de una falsa idea de libertad que vende la sociedad y sus estereotipos. Una identificación no necesariamente directa o inmediata sino antigua, todos reconocimos la sensación de hacer parte de un ciclo violento de autodestrucción, lo anterior se hizo evidente a partir del rescate de conceptos del autor como la insatisfacción constante a la consecución de objetivos; la sobre, pero sobre todo la auto explotación por lograr encajar en modelos y patrones establecidos en el modelo capitalista y, producto de ellos, la enfermedad, la depresión y el burnout.

Lo segundo que construimos fue la critica del texto y la orientamos principalmente a la desproporcionalidad de ciertos factores que en otros Estados se dan por sentado para el establecimiento de la sociedad del rendimiento.

A modo de ilustración surgieron los factores socioeconómicos tan palpables en Colombia, (nuestro país de origen), donde el estado de necesidad y pobreza extrema forzó un modelo de explotación no cimentado en la falsa sensación de libertad como argumenta el autor sino por el deseo natural de sobrevivir, por lo que se concluyó que, si bien está muy bien construida la cadena argumentativa, en su descripción o en su crítica (dependiendo la visión de cada miembro) no resulta ser una premisa absoluta.

Por último, uno de los miembros quizás el mas enmarcado en el exceso de positivismo que refiere el autor, hastiado de la negatividad en la que se enmarca la critica y el texto mismo, planteó a modo de pregunta cuál sería el elemento para resolver la dinámica (negativa o descriptiva, según se vea) que se plantea en la sociedad del rendimiento.

De allí se dio apertura a una nueva dialéctica que giro en torno a la contemplación y al aburrimiento como formas de rebelión. Ante la hiper productividad, como estadios de la liberación del cansancio y la puerta de entrada a los caudalosos usos de la creación, la fiesta y la imaginación.

Me quedo finalmente con eso, más allá de las 18 jarras de cervezas que nos tomamos con posterioridad, la conclusión con la cual logramos develar al aburrimiento como desencadenante hacia el cauce del camino contemplativo, mejor dicho, como instrumento de guerra para combatir la sociedad del rendimiento. Luchar contra nuestra mente para aburrirnos y aburrirnos para luchar contra el régimen.

“Sus vidas parecen las de un muerto viviente. Son demasiado vitales como para morir, y están demasiado muertos como para vivir.”

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Cristhian Beltran
El Circulo

En busca del alivio a través de los intrincados caminos de la escritura cebeltranb21@gmail.com / ig @beltranb21