Las llagas que dejas atrás

Fernando Barrera
El Circulo
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3 min readJun 9, 2021

Reflexión sobre la novela “El filo de tu piel”

Foto de cottonbro en Pexels

Durante este mes del orgullo LGBT+, tuve la oportunidad de abrirme ante lo que soy como parte del colectivo: un hombre bisexual. Motivado por eso, he buscado historias que no caigan en los lugares comunes, que no sean narraciones homoeróticas donde la pareja termine separada y acabe en tragedia por las vicisitudes de la realidad. Un compañero de un club de lectura me regaló su novela favorita como parte de una dinámica de unión y quedé satisfecho con el tratamiento y los personajes. “El filo de tu piel”, de José Ignacio Valenzuela, narra la historia de un escritor y de cómo sus planes de vida cambian cuando conoce a otro hombre que lo deja flechado. Los objetivos de vida, el amor y el deseo son temas que se encapsulan en este texto y quiero compartir mi opinión.

La novela presenta al protagonista como un famoso guionista de telenovelas que está harto de ese camino y de cómo no tuvo el valor de hacer algo más. Una de las cosas que me agradaron de esta presentación fue que el autor lo hace ver humano. Las historias homoeróticas tocan la vacuidad que albergan en sus vidas y la duda de cómo pueden llenarse a pesar de tener una posición económica cómoda y ser productivo ante la sociedad. En su defecto, solo exponen cómo se aferran a los roles de género. (En su mayoría, los mangas japoneses conocidos como yaoi idealizan los roles y las situaciones para solo ser un escape). El texto de Valenzuela le da dimensiones de que su personaje tiene aspiraciones y deseos. Sin importar la edad, uno duda de cuál debe de ser el camino correcto. Es decir, lo que destaca del resto de textos en distintos medios de su clase es que el personaje es más que su sexualidad.

La búsqueda del amor está latente cuando imagina que puede amar a un hombre con quien tuve un encuentro casual una vez. Alguna vez discutí con un amigo sobre la causa de que a los hombres homosexuales se les presenta con una carga de soledad. Su respuesta fue esclarecedora: no es que por ser gays seamos el símbolo de soledad, sino que esta se marca más en nosotros. Es cierto que existen casos donde la homofobia y la marginalización se refleja más en el homosexual por la exposición en la cultura común. La carencia de apoyo, de entendimiento, empatía y comunidad dificulta el relacionarse con otro quien tiene otra forma de lidiar con el mismo dolor. El protagonista y el interés romántico cargan con su soledad y enfrentan el mundo explotando su sexo o en la espera del amor que nunca llegará.

El deseo resulta incontrolable cuando uno busca su propia felicidad. El protagonista, por su anhelo de embonar en la vida de su pareja, toma la iniciativa y da el primer paso para conseguir sus sueños. Mejorar en el inglés, escribir los textos que siempre quiso y ver con su pareja esos encuentros donde explora más allá de sus límites le permitieron experimentar cuál es el inicio y el final de sus motivaciones. Aun cuando sea una motivación simple e impulsada por el flechazo de ver a esa persona y uno decide rehacer su vida (incluso puede ser un lugar común cuando se trata de motivos), el enfoque es crucial cuando se tratan personajes del colectivo LGBT+: se enfatiza la idea de que uno es más que su identidad sexual y de género.

No hay texto perfecto, no hay personaje ejemplar, no hay situación donde uno diga “esto no puede suceder”. Las personas son un conjunto de sus errores, aciertos, defectos y virtudes. Cargamos con la idiosincrasia del lugar de origen y lo que aprendemos de las relaciones que formamos a lo largo del camino de la vida. Esta novela no pretende ser un libro de texto sobre el motivo de las separaciones y que siga esa tradición de no dar un final feliz a las parejas del mismo sexo. Retrata cómo, a cualquier punto de la vida, podemos idealizar a una persona y queremos ser más que nosotros para mantenerse unido con el ser amado.

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Fernando Barrera
El Circulo

Graduado de economía. Especializado en creación literaria. Amante de la fantasía y ciencia ficción. Todo un litaku: literato y otaku al 100.