¡No me estás escuchando!
(Reflexiones)
El sonido viaja, nos llega y entonces aparece la “directora técnica de la vida ajena’’. Ese personaje egoico que tiene todas las respuestas que el resto desconoce.
Últimamente me llegó esta frase: “NO escuchamos para entender, escuchamos para responder”
¿Te has preguntado cuántas veces escuchas con empatía? Es decir, con intención, atención y sin juicio.
En el baile de las relaciones, entre el dar y tomar, varias veces me convertí en el basurero emocional de mis afectos. Como defecto o virtud reconozco que tengo oído de psicóloga, la gente se me acerca en cualquier lugar y comienza a compartirme sus padecimientos. Al ser una persona con rasgo PAS (Personas Altamente Sensibles) terminé involucrándome más de la cuenta, intentando resolver problemas ajenos.
Lo curioso es que hace un tiempo, venía experimentando la sensación de que algunas personas NO me escuchaban.
Se dice que ningún gurú nos puede llevar a reconocer lo que NO queremos ver. Es más fácil señalar al resto pues así tenemos a quien culpar. Asi que comencé a preguntarme si las veces que me compartían algo estaba conectando con las palabras de la otra persona, si estaba comprendiendo lo que estaba sintiendo, si reconocía cada una de las palabras que me querían comunicar.
¿No has dicho alguna vez la frase “¡No me estás escuchando!”. ¿A qué sí ? ¿Y cómo te has sentido? Pues así es como se sienten los demás cuando lo hacemos.
Si recurro a mi pareja, amiga, familia, en búsqueda de conexión emocional y en lugar de CONECTAR con mis emociones, esta persona me propone “soluciones” racionaliza mi cuento, me propone jugadas como un director técnico de la vida, o me ve como un mecánico a un auto descompuesto, al que hay que entrar a reparar con todo el arsenal de herramientas. Me siento ignorada, no escuchada y sola.
En este viaje de autodescubrimiento y aprendizaje interior, soy consciente que en los momentos de dificultad más que un consejo, soluciones, o razonamientos, lo que necesito es la reafirmación de lo que me importa o pasa.
Llega un momento en el que conectar con el SENTIR y aceptar sin juicios nos acercan más a nuestras personas queridas y dentro de un diálogo afectuoso, las soluciones las podemos encontrar juntas. Durante este tiempo he aprendido a respetar los procesos individuales, también a preguntar ¿Hay algo que pueda hacer por ti? ¿Qué necesitas que haga en este momento?
Esta necesidad de entrar en contacto emocional con el otro/a, ha hecho también que con bondad amorosa pueda poner límites para la escucha que desgasta o no aporta, buscando en el movimiento armónico de este baile de las relaciones, el equilibrio en el ritmo.
He descubierto que las relaciones que ahora disfruto son más placenteras, se construyen cuando escucho sin el “piloto automático” puesto. Dejando mi individualidad a un lado, guardando a la directora técnica de la vida ajena y al “YO” con su historia.
“Quien sabe escuchar, percibe hasta su silencio, hasta el gesto más sutil de quien tiene enfrente, porque hablar es una necesidad pero escuchar es un arte que no todo el mundo posee”(Anónimo)
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