Odio en tiempos de cólera
Hacía un tiempo que no escribía por aquí.
Ayer tuve una intuición, un breve fogonazo de luz que quiero compartir por aquí con vosotros.
Con facilidad podemos encontrar hoy en día argumentos que nos hablan de la fuerza del amor, la capacidad de todo hombre de acercarse a las cosas buenas para vivirlas o hacerlas propias. En contraste señalamos la indeseable pobreza del odio como si fuera algo realmente malo. Y no lo es.
Párate a pensar.
Amamos cosas que son buenas. Y precisamente porque las amamos las encontramos como buenas. Un cierto instinto humano nos señala lo que es bueno (amable) y lo que no lo es (odiable)
Aquí me detengo a preguntar: ¿Qué cosas odias con todo tu corazón? ¿Qué has llegado a odiar alguna vez en tu vida?
¿La muerte de otros?
¿Que te roben?
¿Que te hagan daño?
¿Que te mientan?
¿Que te miren de forma lasciva (si eres mujer)?
¿Que te violen o se aprovechen de ti?
¿Que te tengan envidia o deseen lo que tú tienes?
Bien. Quizá me deje algo.
Ahora recuerda.
Honrarás a tu padre y a tu madre.
No matarás
No consentirás pensamientos ni deseos impuros
No robarás
No cometerás actos impuros
No darás falso testimonio ni mentiras
No codiciarás los bienes ajenos
¿Te suena?
No es casualidad que odiemos aquello que es malo.
Odiar tiene una función instintiva. Y es señalar aquello que es intrínsecamente malo.
No tengas reparos en odiar. Odia el mal deliberado en tu vida.