Una apuesta sin ganador

Cristhian Beltran
El Circulo
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3 min readOct 26, 2022

Análisis del Jugador de Fiodor Dostoievski.

Tomado de art.com

Hace días que finalice mi lectura de “El Jugador” de Dostoievski y como no podía ser de otra forma lo agregue a mi lista de libros favoritos, debo admitir que tengo el presentimiento de que si no me hubiera adentrado en los profusos cimientos de la literatura rusa en donde reposa la esencia misma de su ser y de las lamentaciones y aflicciones que permean las obras de los escritores, difícilmente le hubiera podido dar el valor que merece esta paradigmática obra.

Hay ciertos elementos que rondan constantemente la novela y permea a todos sus personajes en un lazo que al final se volverá inexorable: el amor; el dinero; la auto humillación y la adicción, encarnada esta última en la cara de la ludopatía, aunque retratando los componentes transversales a cualquier adicción.

Me resulta imposible saber cual de estos cuatro elementos termina ganando la partida pues, se envuelven en un todo, son diferentes aristas de un único diamante, un holograma cuádruple pero holístico que se interrelaciona en un sinfín de emociones y en un ciclo vengativo, rencoroso, interesado, pero a la vez apasionado y amoroso. Paradójicamente en estos cuatro elementos que buscan sobreponerse el uno al otro por salir ganador en una apuesta infinita, ninguno sale vencedor.

La auto humillación de Aleksei Ivanovich hacia Polina Súslova que, lejos de ser amor, se traduce en un masoquismo, en una autoflagelación concedida por la falta de su estima y amor propio y por un sentimiento de culpa constante; culpa que, en ultimas, el mismo Dostoievski vivió en sus incursiones al dolor por el asesinato de su padre a manos de los mujiks de su Aldea cuando era apenas un niño.

El dinero, siempre el dinero, ronda a cada uno de los personajes, alimentando una incertidumbre constante de vínculos falsos, mimetizados por el lujo y el ornamento, terminan por desgraciar al General Zagorianski y por develar las intenciones de Mademoiselle Blanche y del Marqués Des Grieux, el príncipe francés.

El amor, la estocada final, la relevación del amor latente de Polina hacia Aleksei, el apoyo incesante incluso ante la animadversión y desgracia de su fase final como jugador, el sentimiento que jamás se dejó vencer del dinero, de la auto humillación ni de las formas sociales.

Y, por último, el juego, el juego como regente del destino, como tiquetera de vidas, destructor de corazones débiles y ensalzador del poder, la adicción. Aleksei pese a ver a todos sucumbir a las mágicas tentaciones del juego, a Polina desesperada por pagar su deuda, a la Babushka Antonida Vasilevna romperse en la avaricia fruto de un lapso senil por la ruleta. Aun con todo, Aun así, se hunde en la adicción al juego, un juego que se transforma en un difuso espejo a los sentimientos que le provocaba al mismo autor las salas de casino.

La adicción se vuelve insuperable, el ansia por ganar, por ganar en el dinero, por ganar en la vida, por desafiar el raciocinio con impredecibles y absurdas rachas, por ganarle al amor, a la emoción de vivirla en las obnubiladas montañas del regocijo y el amor con la persona indicada. Con todo, una esperanza siempre presente, pero auto quebrada por la misma auto humillación y poca valía que pretende subsanar el dinero. Se vuelve más fuerte el lazo y se repite el ciclo: masoquismo, dinero, amor, adicción.

“Mañana, mañana terminara todo”.

Aleksei Ivanovich.

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Cristhian Beltran
El Circulo

En busca del alivio a través de los intrincados caminos de la escritura cebeltranb21@gmail.com / ig @beltranb21