Victoria del conocimiento sobre el mal radical
(Friedrich Nietzsche)
A quien quiera ser sabio le es muy conveniente haber albergado durante mucho tiempo la idea del hombre fundamentalmente malo y corrupto: es tan falsa como la opuesto; pero ejerció la hegemonía durante épocas enteras y sus raíces han brotado hasta dentro de nosotros y nuestro mundo. Para comprendernos, debemos comprenderla; pero para ascender luego más alto, debemos elevarnos por encima de ella. Reconocemos entonces que no hay pecados en sentido metafísico; pero, en el mismo sentido, tampoco virtudes; que todo este ámbito de las ideas éticas está en constante fluctuación, que hay conceptos más elevados y más hondos de bueno y malo, ético y no ético. Quien de las cosas no apetece mucho más que conocimiento de las mismas, fácilmente alcanza la paz con su alma, y a lo sumo por ignorancia, pero difícilmente por apetencia, errará (o pecará, como dice la gente). Ya no querrá estigmatizar y extirpar los apetitos; pero su única meta, que le domina completamente, conocer siempre tan bien como sea posible, lo volverá frío y amansará toda la fiereza de su disposición. Además, se ha deshecho de una multitud de ideas atormentadoras; nada siente ya ante palabras como penas del infierno, pecaminosidad, incapacidad para el bien: en ellas no reconoce más que las sombras evanescentes de falsas concepciones del mundo y de la vida.
(Friedrich Nietzsche)