RAZONAMIENTOS CON LOS QUE CONSTRUIMOS LA HISTORIA

Maklabi
ARQUEÓLOGA DE NOCHE
3 min readApr 11, 2018

¿No os habéis planteado nunca lo fácilmente que se construyen y destruyen teorías en prehistoria? ¿La cantidad de supuestas “conclusiones basadas en hechos y datos” que se desploman con cada nuevo estudio? Es cierto que en el estudio de la prehistoria los proyectos están en continua revisión y las nuevas tecnologías hacen que la revisión sea necesaria, pero… ¿Es la velocidad de avance de la tecnología realmente el problema? Creo que en esta cuestión, los investigadores tenemos parte de culpa que asumir…

En los últimos dos meses he estado leyendo el libro “La mente en la caverna” de David Lewis-Williams. Aunque el tema que trata el libro no sea este exactamente, quiero centrarme en un pasaje que me ha hecho reflexionar enormemente.

El entrelazado de numerosas líneas de pruebas es un método para construir explicaciones que los filósofos de la ciencia reconocen como más próximo a lo que realmente ocurre en la práctica científica cotidiana, más que la comprobación formal y secuencial de hipótesis, el método sobre el cual frecuentemente hablan los científicos. (Lewis-Williams, 2005)

Para plantear su hipótesis sobre el cambio evolutivo y socio cultural que se dio del paleolítico medio al superior, Lewis-Williams primero explica cómo y sobre qué ciencias construye su explicación. Para ello plantea dos maneras de construir una hipótesis:

  1. Razonamientos en forma de cadena: Sigue un eslabón lógico tras otro. Se buscan datos y se realizan estudios esperando continuar el razonamiento y así crear una hipótesis completa. Pongamos un ejemplo: Se encuentran restos de material prehistóricos en una cueva, se realizan estudios de laboratorio para datar esas muestras, si tienen una antigüedad de 19.000 años aproximadamente sus antiguos dueños deben de ser Homo Sapiens. Por lo tanto, en esta cueva habitaron Homo Sapiens. Puede ser un razonamiento correcto pero cualquier fallo realizado, falta de pruebas o una lógica errónea puede echar al traste todo el razonamiento. De ahí la analogía con una cadena. Si perdemos un eslabón perdemos toda la cadena.
  2. Razonamientos en forma de cable: En este caso se trata de buscar datos en áreas de estudio diferentes en paralelo y basar en estos pilares o “cables entrelazados” el razonamiento. Actualmente los historiadores (o los prehistoriadores) tenemos infinidad de campos de estudio a nuestro servicio. Lewis-Williams se apoya en los resultados arqueológicos, etnográficos y en la neurociencia entre otras. Ya vimos en otro artículo que la historia se puede apoyar en múltiples ciencias. Es esta última forma de razonar la que defiende Lewis-Williams en su libro.
Máximo representante del razonamiento bien planteado (véase la ironía, que os veo venir…).

Además de la fiabilidad que aportan los razonamientos en forma de cable, ayudan a crear estructuras lógicas más duraderas. Teniendo varias líneas de pruebas podemos permitirnos que alguna de ellas falle y que nuestra teoría se siga sustentando. Puede darse el caso de haber realizado una deducción lógica errónea en un estudio etnográfico, pero si las conclusiones arqueológicas, palinológicas y neurológicas siguen ofreciendo las mismas conclusiones nuestra hipótesis se seguirá sustentando hasta conseguir nuevas líneas de pruebas.

La verdad es que me sorprende lo evidente y claro que se ve la metodología de estudio y, en cambio, lo poco que se pone en práctica en la vida real. Crear razonamientos en forma de cable requiere no solo de tiempo, sino que también exige obtener conocimientos en áreas tan dispares como el estudio de sedimentos, tratamientos de fotografía digital o neurología. No son conocimientos que se adquieran de la noche a la mañana.

Lo que está claro es que vivimos en la era de la inmediatez, y que ofrecer conclusiones y estudios de forma rápida está a la orden del día. Al fin y al cabo quizá sea nuestra culpa. Quizá sea esta la razón por la que las teorías se construyen y se destruyen con tanta velocidad. Quizá tengamos que aprender a crear sólidos razonamientos y comenzar a pensar que no siempre la tecnología tiene la culpa .

Lewis-Williams, David. 2005. “La mente en la caverna”. Akal. Páginas 104–106.

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