Propiedad Industrial (II)
Por Sheila Fernández
Entre las modalidades de la Propiedad Industrial se encuentran las Invenciones, las Marcas (de fábrica, de servicio y de comercio), los Dibujos y Modelos Industriales, los Nombres Comerciales, los Lemas Comerciales, los Rótulos de Establecimientos, las Indicaciones de Procedencia, Denominaciones de Origen, así como la represión de la Competencia Desleal. Tanto las invenciones, marcas, dibujos, indicaciones, etcétera, tienen como rasgos comunes el derecho exclusivo a su explotación, mientras que la competencia desleal se dedica a atacar aquellos actos de competencia contrarios a los usos honrados en materia industrial o comercial.
Las marcas, una de sus modalidades, son consideradas como título que concede derechos exclusivos sobre la utilización del signo para distinguir productos y/o servicios en el mercado. Desempeñan un papel importante en el desarrollo comercial, convirtiéndose en el activo intangible más valiosos de una empresa. Debe gozar de aptitud distintiva, con funciones tales como ser indicadora de calidad, identificadora de la procedencia empresarial[1] y condensadora de la buena reputación o goodwill[2], además de la publicidad. Dentro de los derechos que genera se encuentra el derecho al uso, facultad que permite utilizarla en el tráfico comercial para distinguir aquellos productos o servicios para los cuales ha sido concedida la marca y asimismo prohibir su explotación a terceros sin el debido consentimiento expreso del titular.
Fernández Novoa, plantea que:
“La marca es un bien inmaterial; esto es, un bien que no tiene una existencia sensible, sino que, por el contrario, necesita materializarse en cosas tangibles para ser percibido por los sentidos, siendo además, susceptible de ser reproducido ilimitadamente y de modo simultaneo en diversos lugares.”[3]
[1] Considerada la función fundamental de la marca, que se apoya en las reacciones de los consumidores y se basa en la estructura del derecho de marca, pues al tener la marca una relación con el producto o servicio, el consumidor asocia que ese producto o servicio procede de una empresa determinada.
[2] Goodwill o buena fama presupone la preferencia que el público de los consumidores otorga a los productos dotados con la marca, y entraña la expectativa de que un producto o servicio será reiteradamente adquirido o contratado porque cuenta con el favor del público. Vid: Fernández Novoa, Carlos, Tratado sobre Derecho de Marcas, Segunda Edición, Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales, S.A. Madrid 2004.
[3] Fernández Novoa, Carlos, Tratado sobre Derecho de Marcas, Segunda Edición, Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales, S.A. Madrid 2004.
