Esto es todo lo que nunca dije
Querido tú,
“¿Me permites contarte algo?” Muchas de nuestras conversaciones siempre comienzan así, y tú, curioso como eres, siempre me dices que sí. Así que asumiré tu respuesta y comenzare a contarte las cosas que nunca te dije. Las que guarde detrás de muchas sonrisas, de muchos “nada” que respondían preguntas. E incluso las que guarde en silencio cuando no fue posible contener las lagrimas. Quiero y necesito decírtelas. Quiero y necesito que las sepas, que ya no queden dudas ni verdades a medias. Porque es tiempo de pasar la página, y esto nunca será posible mientras queden palabras en el aire.
Nunca te dije que un día borre tu número y que me prometí a mi misma no escribirte más. Al menos hasta que pudiera hacerlo sin ilusionarme con tus respuestas. Nunca te dije que esta fue la respuesta cobarde a perder la batalla de ser tu amiga, a que palabras y acciones me molestaran más de lo que deberían, a sentir celos y a sentirme traicionada por mis propias ilusiones. Pero, cobarde al fin, lo deje guardado en algún lugar donde pudiera volver a él cuando las ganas de ti llamaran y fuera posible encontrar una excusa para hablarte y ponerme de vuelta en tu radar.
Nunca te dije lo mucho que me molesta que no funcionara, lo mucho que me frustra el no poder hacer nada, el tener que pagar hoy por los errores del pasado (tanto tuyos como míos). El que manejemos un concepto tan perfecto y una ejecución tan deficiente. Nunca te dije lo cómoda y en casa que me sentía contigo, lo delicioso y perfecto que era dormir en tu abrazo… lo feliz que me hizo descubrir que muchas de las cosas que creía imposibles pueden, en efecto, existir. Más aún, nunca te dije que despertaste en mi el deseo de más y que abriste mis ojos a una realidad que había dado por perdida. Que hoy por hoy siento más, quiero más y espero más… todo gracias a ti.
Nunca te dije que el día en que la burbuja estalló ha sido uno de los días más duros de mi vida. El día en que simplemente todo se fue al traste porque no pude ser suficiente para ti, aun a sabiendas que soy mucho más de lo que necesitas. Nunca te dije que no tengo dudas de que nunca encontraras a alguien como yo, y que aunque temporalmente puedas conseguir satisfacción, nadie entenderá, cuidará y guardará de ti como yo puedo hacerlo. Y nunca te dije que eso es lo que más me duele, saberme tanto y percibirme tan poco.
Al final, nada cambiará el destino que decidiste por los dos. Nada cambiará el rumbo de nuestros pasos. Nada cambiará el hecho de que vivimos dos relaciones diferentes, y que por tanto somos el producto de dos realidades distintas.
Ya no quedan más verdades que decir, tal vez sólo que aclarar. Aclarar que nada de esto cambia el hecho de que respeto tu posición, aunque nunca la entenderé del todo. Asegurarte que llegará el día en que ya no duela, llegará el momento en el que cicatricen las marcas que dejó tu paso por mi vida, en el que enfrente los miedos que ahora tengo, en el que mi corazón comience a sanar y mi mente comience a olvidar. Y si puedo pedirte un único favor es que tengas paciencia, que comprendas que habrán días como hoy, pero que recuerdes que cada vez serán menos. Que estés convencido que no te culpo, porque no tengo como hacerlo. Que esta es la consecuencia de una mala decisión, de no saber salir a tiempo, de confiar que en que el destino sería justo y nos daría a cada uno lo que merecemos.
No creo que quede nada más que decirte, pues si algo sabes es que estoy aquí para jugar el rol que me asignaste, para seguir luchando por empujarte, y para acompañarte en el proceso de superar tus propios límites y miedos. En el proceso de verte convertido en la persona que sé que puedes ser, completo, feliz… en paz. Y tal vez en ese momento la vida te de la oportunidad de enamorarte sin medidas, sin miedos, sin prejuicios y sin excusas… De la misma forma como lo hice yo de ti.
Al parecer si me quedaba una última cosa por decir…
Siempre tuya,
Yo.-
Originally published at https://eldesvelotienetunombre.wordpress.com on August 31, 2017.