Jamás lo sabrías.

Aunque pasara a tu lado, nunca te habrías dado cuenta.

Mauligno
El día a día

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¿Conoces a estas personas que son como un libro abierto? Si están felices te das cuenta, si están tristes lo notas de inmediato, si están furiosas sabes que es mejor no acercarte. Solo basta con verles la expresión o la forma en que caminan para darte cuenta de su estado de ánimo. Bueno, ese no es el caso de Angela. La recuerdo siempre sonriente, feliz, como si ése fuera su único estado de ánimo. Una vez la vi caminando en el parque, una chica guapa, que pasa sonriendo y diciendo buenos días a todas las personas con las que se cruza, es de llamar la atención. Es vecina mía desde hace unos 3 años; vive en el piso de arriba y siempre desde muy temprano la escucho levantarse, poner un disco de yoga y, después, una serie de ruidos en mi techo que supongo que son el saludo al sol, el guardián o como sea que llamen. Nunca le he preguntado pero creo que es más o menos de mi edad; lo sé por sus gustos musicales, ya que en estos departamentos se escucha todo: cuando alguien usa la licuadora, cuando alguien barre o llama por teléfono. Todo. Tenía este novio y al parecer ella lo quería mucho. Una noche, mientras lavaba los platos, escuché como hablaba con él desde su cocina. Me pareció una de estas pláticas motivacionales donde el cuate no la estaba pasando nada bien y ella se encargaba de darle todos los ánimos posibles para que él no se derrumbara. Los dos vivíamos solos así que de repente escuchar algo de ruido o conversación en mi departamento era agradable.

No éramos precisamente amigos ni nada y tampoco estaba enamorado de ella, simplemente me caía bien.

Estaba planeando unas vacaciones de un par de semanas cuando me la encontré en el buzón del correo del edificio. Empezamos a platicar, ya sabes, esa conversación sencilla acerca del clima, los vecinos, el ruido que hacen los vecinos cuando tienen fiestas, etc. Le comenté que me iba de viaje y amablemente se ofreció a echarle un ojo a mi depa y a recoger la correspondencia que me llegara. Nos despedimos y poco tiempo después me fui de viaje.

Cuando regresé después de dejar mis maletas, comer algo y reportar en todas mis redes sociales que ya estaba en casa, fui a buscar a Angela a su departamento. Mi depa estaba bien y quería agradecerle estar al pendiente de todo porque soy de esos paranoicos que a medio vuelo se empieza a preguntar si dejó la estufa encendida, si cerró todas las llaves y así. Supe que estaría en casa porque vi su coche en el estacionamiento, así que armado con una postal de NY me dispuse a tocar a su puerta. Nada. Estuve unos 5 minutos tocando a su casa con esta pausa para no parecer un loco desesperado. O sea, a lo mejor estaba en el baño o dormida. Cuando me dispuse a irme vi que del final del pasillo salía el conserje del edificio, lo saludé de lejos levantando la mano:“Buenas Don Martín”. Él me pregunto si estaba buscando a la señorita Angela, a lo que dije que sí. Me dijo que ella había tenido un accidente hace un par de días y que estaba muy grave en el hospital. ¡¿Un accidente?! ¿Está bien? Me dijo que no estaba seguro, que esa noche los vecinos reportaron ruidos fuertes desde su departamento, cosas que se cayeron y unos gritos. Cuando uno de los vecinos, el señor Guillermo del 203, fue a ver que sucedía, encontró a la señorita Angela tirada en el piso con su departamento destrozado. “Ella tenía la cara muy golpeada, joven. Pero no vimos a nadie.” Sentí un hueco en el estómago y empecé a marearme, le pregunté a Don Martín si había sido un asalto, que si los de vigilancia habían visto algo fuera de la común. Nada, no habían visto nada fuera de lo común.

Fui a visitarla al hospital haciéndome pasar por su primo; sabía sus apellidos y algunos familiares porque éramos amigos en Facebook, así que no tuve problemas en escabullirme. Sabía que le daría gusto ver a alguien conocido, ya que ella vivía sola en la ciudad -sus papás radicaban en Monterrey y su hermana llevaba unos 3 años en Madrid-. Cuando entré a su cuarto, cargando unas flores, vi a la enfermera salir y me dijo: “Tienes suerte, se acaba de despertar. No la hagas reír mucho, eso le duele.” Entré caminando muy despacio; me sentía un poco raro con mis flores en la mano y cara de: “sé que no nos conocemos muy bien pero vengo a saludarte”. Le dije titubeando: “Hola Angie.” Ella se volteó y me dijo, sonriendo como siempre: “Hola vecino… tranquilo se ve peor de lo que se siente.” Traté de no parecer sorprendido al verla, pero no pude evitarlo, soy de esos que con los gestos de la cara deja muy claro qué es lo que está pensando. Tenía el ojo izquierdo completamente cerrado por una contusión morada que hacia los bordes se volvía roja; su frente también estaba raspada del lado derecho como si un gato se hubiera ensañado toda la noche con ella tratando de afilar sus garras. El labio estaba partido del lado izquierdo y eso la hacía hablar extraño. Hice la típica pregunta idiota cuando vas a ver a alguien en el hospital: “¿Cómo estás?” En ese momento vi como su cara se transformaba, por primera vez en 3 años que llevaba de saludarla en los pasillos del edificio, o en el estacionamiento o en el parque; su expresión no era amable. Volteó hacia el techo y vi como lagrimas empezaban a rodar por sus mejillas. Me dijo: “Ya no puedo más.” Pensé que le dolían mucho las heridas, así que le dije si quería que llamara a la enfermera. Volvió a decir “no puedo más” y volteó a verme con una cara de infinita tristeza. Me dijo: “Yo me hice esto, ¿sabes? Yo tengo la culpa. Pensé que esta vez sería diferente, me lo había jurado.” Estiró su mano para tocarme y siguió diciendo: “Si supieras todo lo que he aguantado durante dos años… al principio era todo buena onda, normal, o sea, jamás pensaría que sería capaz de hacer eso. Pero no fue una vez, con ésta, ya es la cuarta ocasión que sucede. Soñé que él cambiaría, que mi amor era suficiente para hacerlo entrar en razón. Imaginé lo felices que podríamos ser si tan sólo él pudiera controlarse. Pero no, no puede. ¿Cómo es capaz de golpearme si sabe que lo amo? ¡Si el ha dicho que me ama! No le haces esto a alguien que quieres… ¡jamás!. Ese día no le dieron el trabajo que esperaba para sacarlo de deudas, venía de pésimo humor y en verdad, yo no lo quería hacer enojar. A lo mejor si no le hubiera dicho que quería irme de viaje, no se hubiera alterado tanto. Me gritó diciendo que por qué le recalcaba que era un perdedor sin dinero, y de ahí empezó a empujarme. Pero ésta vez, me dije que sería diferente. Sabía que si me daba mi lugar él tendría que retroceder, así que le grité: ¡no me toques! Cuando terminé de decir eso, vi como su puño se lanzaba hacia mi cara, luego… negro, todo negro. Recuerdo sentir que me jalaba por toda la casa. Inclusive sentí como la suela de su zapato me pegaba en la frente. Yo intenté seguir gritando, pero un nuevo golpe en al boca obligó a callarme. Antes de perder el conocimiento, tirada en el sala de mi propia casa, lo vi esconderse en mi recámara cuando los vecinos llegaron a tocar la puerta. Alcancé con las últimas fuerzas que me quedaban a levantarme para abrir la puerta, pero, cuando la puerta se abría, las piernas se me doblaron y no recuerdo más.”

No sabía que decirle a Angie. Yo había visto a ese hijo de la chingada varias veces en el edificio. Le dije: “Si esto había pasado antes, ¿por qué nunca dijiste nada?” Me contestó llorando que él le juro que cambiaría. Me dijo:

“Creí que mi amor podría cambiarlo. Me equivoqué.”

Texto inspirado en la canción Cobarde de Warcry.

Algunas campañas interesantes sobre este tema.

PROBLEM: Most people do not realize that non-physical violence is also a form of abuse. Even if the recognize it, they do nothing about it. Unwanted verbal or physical behavior of sexual nature often leaves invisible consequences.
This morning it’s all quiet again. Your mother’s nowhere to be seen.
But there’s a broken bedside-lamp in the trash.
Did he hit her with it?
Has she left? Has she left you behind?
What will happen to you if she really leaves?
You don’t know. You’re only ten. All you know is it’s too quiet now. Quiet is scary.
Sometimes it’s scarier than chaos and slamming doors,
yelling and pushing and being spat at. NO CHILD SHOULD HAVE TO LIVE WITH A MONSTER

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Mauligno
El día a día

Director Creativo • Diseño & Publicidad • Escritura • @mauligno