‘Las Ciudades Devoran Pueblos’: una bitácora de Hermanos Menores

El pasado 27 de febrero, el dúo bogotano de rock experimental Hermanos Menores, lanzó su segunda placa discográfica ‘Las Ciudades Devoran Pueblos’. Hablamos con la banda al respecto y a propósito de su gira por Suramérica.

Juan Antonio Carulla
El Enemigo
7 min readMar 20, 2019

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Foto por Marcela Parra / @marzzzzela

Es definitivamente particular, el ejercicio de nombrar canciones instrumentales. No existe un coro al cual responder, ni una frase clave a repetir dentro del texto que acompañe la música. ¿A qué responde entonces? Al carácter, se me ocurre. En la música clásica y en la música académica escrita, en general, existen incluso anotaciones sobre esto. Lo que llaman “andamentos”, sugieren la forma de interpretar una pieza, según su carácter. Si es una obra fúnebre, se debería tocar de forma ominosa, lenta y melancólica, respondiendo a un andamento como “grave” o “largo”. Si es una obra compuesta bajo el concepto de un amorío o de carácter más jocoso, tendría anotaciones tipo “allegro” o “vivace”. En estos casos, la idea viene primero, luego la música. En el caso de Hermanos Menores es al revés: primero viene la música, y luego la conceptualizan durante el bautizo. ¿Cómo funciona? El caso no termina de ser especial.

El dúo bogotano de rock experimental, Hermanos Menores, tiene una ética de trabajo y una postura crítica frente a la sociedad que ha permeado su discografía desde que se dieron a conocer con Campoamalia, un disco que, desde el título, recuerda la Batalla de Campo Amalia entre Liberales y Conservadores durante el 25 de abril de 1861. Un disco instrumental que tiene un contexto político e histórico. Hacer música que suene “feliz” o suene “triste” puede ser fácil, pero decir algo tan puntual como se lo propone Hermanos Menores puede ser una tarea más abstracta. Aun así, con su nuevo disco Las Ciudades Devoran Pueblos, la agrupación logró transmitir en distorsiones, la veracidad en esta sentencia: ciudades gigantes que crecen vertiginosamente y que, con su paso, devoran pueblos aledaños. Un disco furioso y voraz, con títulos de canciones que describen lugares recónditos, tierras de escape y animales tercos. Un homenaje, tal vez, a los pueblos olvidados por la urbe.

Hablamos con Daniel Piedrahita y Alejandro Solano, las dos cabezas detrás de Hermanos Menores, sin duda una de las bandas más claves del rock en Bogotá.

Después de Campoamalia, hubo un proceso de culminación y cierre del disco. Tuvieron una gira por Colombia, una en México y luego anunciaron que estarían preparando nuevo material. ¿Cómo fue ese periodo?

Daniel Piedrahita: De hecho, Campo Amalia se dejó de pulir luego de haberlo grabado. Así mismo empezamos a componer nuevas cosas. Empezamos a explorar nuevos sonidos, a tocar mejor y a ver qué íbamos a hacer. Teníamos ideas de tocar cosas rápidas o volver a algo más stoner, pero siempre escarbando dentro de lo “pesado”. No hubo una ruta clara, sencillamente empezaron a aparecer ideas sobre la mesa, muchas de las cuales no están en el disco.

Alejandro Solano: Otra cosa importante es que Campo Amalia tuvo una vida muy larga. Se lanzó primero digital, luego en físico, las giras, etc., tuvo un antes, un durante y un después. Siendo así, hubo un tiempo amplio para experimentar y tocar otras cosas. Cuando se lanzó el vinilo de ese disco, ya estábamos tocando nuevas canciones que terminarían en Las Ciudades Devoran Pueblos.

DP: Si, esa transición se dio sobretodo en el Festival Distritofónico y Jazz al Parque, donde tuvimos el espacio para tocar lo viejo y experimentar con lo nuevo. Tocamos muchísimo Campoamalia, necesitábamos hacer algo diferente.

Si bien han experimentado con otros sonidos e instrumentos como el saxofón y la percusión, ¿por qué decidieron quedarse con el formato usual en este nuevo disco?

DP: Fue algo que se dio totalmente por las circunstancias. Claro que consideramos incluir otros instrumentos, hasta se pensó en grabar voces, pero Las Ciudades Devoran Pueblos se grabó durante la gira en México y no había mucho que hacer: estábamos en estudio, estábamos los tres, estábamos calientes de tocar durante todas las fechas y se podía grabar. No queríamos detener la grabación por incluir nuevos arreglos. Fue algo del momento, lo consideramos como una bitácora de viaje. Este nuevo disco terminó siendo así, más corto, pero me gusta: es al grano y es distinto.

Hay algo que se conserva en Las Ciudades Devoran Pueblos, que tenía también su debut. Si bien ambos son instrumentales, desde el título del disco a los nombres de las canciones se hace un comentario, una crítica hacia algo. “Las ciudades devoran pueblos” es una sentencia muy contundente. ¿Cómo han trabajado eso? ¿Cómo comunicar algo tan específico a través de la música?

AS: Nos tomamos muy enserio la tarea de nombrar las cosas. Es una parte muy importante de Hermanos Menores. Siempre ha sido basado a experiencias personales o de la banda, algo que redondee un comentario y podamos prescindir de la voz. Nos gusta también que quede a la merced de la libre interpretación del público. De todas formas, cuando sentimos que vale la pena decir algo, lo decimos en vivo.

DP: Sí, desde Entonces Vi Dos Medusas (EP previo a Campoamalia), siempre hemos procurado que los nombres de las canciones tengan coherencia y pertenezcan al mismo universo que encierre el título. En Las Ciudades Devoran Pueblos, son palabras y conceptos un poco más complejas, pero son cosas concretas que hemos conocido o nos han pasado. “Mañoco”, por ejemplo, es un tubérculo preparado, típico de la canasta alimenticia de los indígenas y campesinos del Orinoco y la Sierra. Otra es “Cusumbosolo”, donde el “cusumbo” es un animal similar al coatí que vive en los páramos y en la región andina pero que también es un dicho popular para describir a alguien muy ensimismado y terco: un “cusumbosolo”, alguien metido en lo suyo.

AS: “Apoteosis en el Ombligo de la Luna” tiene una historia interesante. Estábamos en Ciudad de México en la casa de una amiga y nos enteramos que a esa zona se le conoce como “el ombligo de la luna”.

DP: Sí, además fue muy interesante porque esa canción no la teníamos terminada, estábamos un poco frustrados en cómo concluirla y no sucedió hasta que la tocamos estando en México. Ver los murales de Rufino Tamayo y David Alfaro Siqueiros también nos inspiró. Hay un cuadro de Siqueiros que se llama “Apoteósis de Cuauhtémoc” y cuadró perfecto con “el ombligo de la luna”.

Ahora que mencionan todos estos nombres, algo que me ha causado mucha curiosidad es la semejanza que hay entre la estética de Hermanos Menores y su trabajo como artista (Daniel). Recuerdo que su tesis era un cuarto lleno de tierra, ramas, colores terracota y arcilla. Algo muy de la tierra. ¿Qué relación tienen ambas cosas?

DP: Si me he dado cuenta que hay cosas similares. Creo que siempre me he preocupado por nuestra condición de humanos en la tierra y transportarlo al universo gráfico y musical, es más que todo eso. No creo tampoco que una disciplina preceda a la otra, siento que mi experiencia en el arte se alimenta de la música de Hermanos Menores, así como la música se alimenta de mis experiencias personales o las de Alejandro.

Foto por Marcela Parra / @marzzzzela

Ya para terminar, hay algo que me ha llamado mucho la atención de Hermanos Menores y es que tienen una ética de trabajo muy particular y muy marcada. Trabajan de forma autogestionada, a lo Do It Yourself, pero parece, casi, como si hicieran todos los procesos al revés: los discos los graban afuera, siendo una banda de Bogotá, lanzan el disco en dos fechas distintas (una para digital y otra para el físico) y se van de gira sin saber siquiera si los escuchan en los países a los que van. ¿Cómo ha sido este trabajo?

DP: Es verdad, suena un poco al revés pero nos ha funcionado. Hoy en día uno se puede morir esperando a “pegar” y no hace nada al respecto. A nosotros nos sirve hacer música y se nos da bien, creo. “Pegar” ya es algo obsoleto. Hay gente en todo el mundo que trabaja de forma autogestionada, a través de la amistad y la colaboración, primando eso sobre otras cosas. No se piensa en dinero, al final lo que se gana es crecimiento personal. Si llega dinero es por añadidura. Es un tema de curiosidad, mera curiosidad por el mundo y por la música. No nos podemos reducir a Chapinero o a Colombia.

AS: De acuerdo. No esperamos llenar lugares, mucho menos estadios o cosas por el estilo. Hacerlo al revés es como plantar una semilla en la gente que nos escucha y las amistades que se hacen.

DP: Además… si es a través de estos viajes donde surge la mayor cantidad de contenido de la banda pues… ¿Por qué no seguirlo haciendo? Ya habrá algún día que grabemos un disco en Bogotá, Colombia.

Hermanos Menores empieza su gira por Chile, Argentina y Uruguay el próximo 21 de marzo. Entérese de las fechas por acá. Pueden escuchar el disco aquí.

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