«Se putió la máquina» ǀ El regreso de Nidia Góngora y Quantic a la Sucursal Del Pacífico

Isabella Suárez
El Enemigo
Published in
7 min readSep 11, 2019
Tomada de la página oficial del festival de música del pacífico Petronio Álvarez

9:00 p.m. del jueves 15 de agosto, voy con María en un bus a encontrarme con Lala en Torre de Cali, la estación, vamos tarde y con hambre, pero nada que una empanada de la Sexta no pueda solucionar. A María no le quisieron vender la papa rellena fría que ella quería, por eso vamos a “La Quinta con Quinta” a que se den gusto con la parva caleña de tradición. Llenitas y con ansia de goce, caminamos hacia el Cali Music Hall, es un sitio que abrieron hace poco y que se proyecta como un importante lugar de eventos. “– ¡está atestado de rolos!” dice Lala, la ciudad de está atestada de rolos, pienso yo, pero no es culpa de ellos, es culpa de Petronio, Petronio Álvarez y su música de tambores y marimbas. La verdad, yo veía rolos, hípsters caleños y vieja guardia, no sabría responder en qué categoría estábamos nosotras, pero el caso era que estábamos.

***Will Holland, es la persona que encarna a Quantic, el Dj, productor e investigador inglés que viaja por el mundo recolectando músicas del mundo y que en una temporada de su vida vivió en Cali, bueno, mejor dicho, en Colombia, porque acá somos cuna de ritmos tropicales y sabrosos. Quantic se juntó con gente pesada de la escena bailable: Fruko, Discos Fuentes, Ondatrópica, Esteban Copete, Nidia Gógora, Michi Sarmiento, entre muchos otros. Pero, ¿para qué lo hizo? Para aprender, para tocar, para resucitar sonidos. Esa noche de jueves Will regresó a Cali, y lo hizo para tocar con su amiga Nidia Góngora, una cantora y docente del Pacífico Colombiano, ambos se unieron para sacar a flote el proyecto musical Pacífico Electrónico, el cual fue la unión de los sonidos folclóricos de la Costa Pacífica Colombiana con los beats que Quantic sabe hacer. De ahí se desprende Curao (2017) primer disco de larga duración entre ellos dos. El encuentro entre estos dos músicos se dio en el marco de Mestizo, un evento musical dentro del Petronio y que es auspiciado por la celebración de los 80 años del British Council en Colombia, estaban invitados también los djs, Freddy Colorado, Chambimbe, Chonta DJ y Cumbia Kid. Todo esto debido a la relación trasatlántica que se ha formado entre músicos colombianos e ingleses, estos últimos como Richard Blair y William Holland, dos productores británicos, los cuales de la mano de músicos colombianos han desarrollado propuestas musicales sólidas y muy interesantes alrededor de la música folclórica colombiana y los sonidos electrónicos, el primero de ellos en la región caribe y el segundo en la región pacífico.***

La noche estaba calurosa, pero venteaba, la fila estuvo tan larga que alcanzó para fumarse un pucho y pensar y re pensar si valía la pena ir por cerveza. Como fuimos juiciosas y teníamos las boletas compradas con un mes de antelación entramos rápido y sin titubeos. Atravesamos la requisa previa y posteriormente nos introducimos al espacio amplio que comprende el Cali Music Hall. Aún estaba algo vacío y nos dio tiempo para ir por licor al estanco de la otra esquina y parcharla un rato afuera. La cerveza se acabó y era hora de volver a entrar, fue algo difícil porque ya estaba mucho más lleno e iban a cerrar puertas, al final lo logramos y buscamos nuestro sitio para disfrutar del concierto. Quedamos en medio de la pista principal junto a los drogados y ebrios foráneos, esas cosas a veces pasan cuando la única droga que se consume es el golpe del bombo y la ondulación de los beats. Sin embargo, ya somos expertas surferas en los mares humanos y navegamos con soltura esa hondonada.

Tomada de la Pagina del Colombia British Counsil

La noche fue encendida por dj Freddy Colorado, quien traía un mix de texturas chorreando en cada track de su repertorio, la verdad no soy consumidora de los sonidos paridos por computadoras, por lo tanto, no puedo extenderme en descripciones de lo que fue escuchar a Colorado. Destaco una canción que hablaba sobre el bunde y pues de eso sí sé. Lala estaba muerta del calor y María ya había visto a varios famosos de la escena nacional, la magia del viche los había puesto en ese lugar, pensé. Creo que la más feliz ahí era María, ella sudaba y bailaba como si no tuviese cuerpo, Lala era su opuesto y no veía la hora de que se subiera Nidia al escenario, yo siempre he sido la expectante de mi circulo social y simplemente estaba ahí presente para saber qué más iba a pasar, disfrutaba de ver en detalle, en medio de la oscuridad, los rostros tan diversos que estábamos en ese lugar, los colores de las ropas, la alegría y/o tristeza que brotaba con cada gota de sudor.

***El Cali Music Hall es un espacio relativamente nuevo en la ciudad, fue inaugurado en los primeros meses del 2019 y su objetivo fue ser un lugar, con todos los juguetes para el espectáculo, sin ser un teatro, un auditorio o un bar. El Cali Music Hall se divide en cuatro espacios amplios, un corredor con escalera a la entrada que está ahí para que decidás si subís o te quedás en el primer piso, ese primer piso se divide en un foro y un escenario,luego está un medio sótano, en el que se encuentra la barra, los baños y unas cuantas mesas. Por último, está el segundo piso a modo mezzanine, el cual también alberga sillas y una vista más amplia del escenario. Todo este complejo se viste de negro y se exalta con luces de colores.***

Nidia llegó al fin, primero la vimos pasar por el primer piso, iba salvando cuerpos con la tranquilidad de cualquier espectador. Ella es una mujer no muy alta, de brazos grandes y sonrisa atrayente, ese día llevaba un turbante dorado, una falda amarilla llena de boleros y su camiseta que decía: “curao”. Nidia delante de todo el escenario, atrás y a la derecha del público estaba William, Quantic, Holland con una camisa de hojas de palma y el cabello largo y suelto, al otro lado estaba el conguero que acompaña a Nidia siempre, con unas gafas oscuras, incólume en su posición. Bailamos sin pañuelo: “¿Qué me duele?”, “Amor en Francia”, “La Plata” y E Ye Ye”, porque siempre será catártico cantar y bailar como si uno se fuese a morir al día siguiente y todos y todas los congregados ahí lo teníamos claro.

Tomada de la Pagina del Colombia British Counsil

Uno de los mejores momentos de la noche fue el impasse que tuvo la computadora de Quantic, justo cuando tocaban “¿Qué me duele?”, los controles y/o el sonido se desconfiguraron y solo se escuchaba ruido, lo único que pudo hacer Nidia ante el rostro de confusión de Will, fue reírse y hacer bromas con lo que estaba ocurriendo — “¡Ay, se putió la máquina, Jesús!”, el público reía y bailaba como si nada. El sonido mestizo de la marimba y el bombo que suena cuando Góngora canta junto con los beats que salen de los controles de Quantic es el verdadero tesoro de la unión entre el pacífico colombiano y la isla europea, ese mestizaje de sonidos, de texturas, de historias. Sin embargo, siento que hay un reto que debe vencer este tipo de trabajos: la exotización, ante los internacionales, pero sobre todo ante los nacionales, que no conciben como propia la música del pacífico, por mil razones quizás, pero la cuestión no está en juzgar si no en reconocer que es necesario un cambio de perspectiva.

Las luces se fueron apagando a las 3:00 a.m y Lala, Maria y yo teníamos los pies y los muslos destrozados de tanto bailar, era hora de volver a casa. Los rostros de todos se veían desconcertados, la fiesta había terminado. Fue demasiado placentero salir de ese lugar y sentir la brisa fresca del exterior, adentro el sauna era demencial y no nos habíamos dado cuenta. Buscamos un automóvil y nos embarcamos de vuelta al sur. Esto fue el abrebocas de los días intensos que se avecinaban para petroniar.

Desde un punto de vista esta relación interoceánica puede verse de corte colonialista, ya que los productores y músicos provienen de países considerados desarrollados están utilizando como materia prima para sus creaciones sonidos de países en vías de desarrollo, por supuesto que esto es innegable pero también es cierto que son trabajos colaborativos y consensuados, además de que son una muy buena vitrina para impulsar ritmos musicales poco conocidos o que se han ido olvidando, ya que se reinventan y se exponen en lugares, que de no ser por uniones como esta, habría sido difícil o casi imposible. Puede verse esto también con un filtro de tristeza, al saber que tiene que venir un extranjero a enseñarnos cuáles son nuestros ritmos propios, pero aquí lo importante, como ya se dijo, no es juzgar si no reconocer para hacer un cambio, si es necesario.

Mientras los eruditos de lo inconcebible se ponen de acuerdo, los invito a disfrutar de los sonidos del Pacífico Colombiano más allá de las fechas del Petronio, dele play a Nidia Góngora, a Alexis Play, a Esteban Copete y su Kinteto, al Grupo Bahía, a Canalón de Timbiquí y a Gualajo y déjense llevar, aprópiense de lo sonidos de esa selva, aunque el océano les quede a muchos kilómetros de distancia.

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