Tropipop is Back?

Eduardo Santos Galeano
El Enemigo
Published in
5 min readMay 20, 2019

Queramos o no, la industria musical parece empecinada en revivir a uno de los géneros musicales más enquistados en el imaginario rolo. ¿Realmente está de vuelta?

Desde que Carlos Vives publicó La Tierra del Olvido hasta que el tropipop se convirtió en un fenómeno enorme en Bogotá, solo hubo un espacio de unos diez años. Una década en la que la fusión folclórica que se inventaron Teto Ocampo e Iván Benavides -los músicos de cabecera de Vives a mitades de los noventa- pasara por el filtro de artistas bogotanos de comienzo de milenio como Mauricio & Palo de Agua o Fonseca y terminara en la interpretación de algunos colegiales rolos de clase alta cuya máxima motivación era que llegara el fin de semana para rascarse a punta de aguardiente verde y besarse con la linda del salón.

Primero que todo creo que es importante aclarar que personalmente no tengo nada en contra del tropipop. Como bogotano que vivió esos días del 2006–2008 en pleno bachillerato, reconozco que fue un fenómeno fuerte que también me tocó y la prueba será alguna foto vieja de Facebook con un sombrero vueltiao de cartón en alguna lunada o sunset al ritmo de “La mona” o “El parrandero”. Pero como le pasó a muchos otros géneros musicales que llegaron a su pico, el tropipop murió hace años y con él la carrera de muchos de los adolescentes que lo impulsaron aunque nombres como Bonka o Sin Ánimo de Lucro hayan intentado volver a ser relevantes más adelante con discos que no tuvieron mayor repercusión. Ahora, en pleno 2019, una nueva campaña llamada ‘Tropipop is Back’ parece querer revivirlo, sí o sí, con una maquinaria enorme detrás.

Una maquinaria encabezada por el mismo Carlos Vives quien junto a su esposa Claudia Vásquez y el apoyo de su disquera Sony Music, le está invirtiendo recursos al “colectivo tropipopero”, como ellos se autodenominan, conformado por nombres como Alejandro González (Bonka), Mauricio Rodríguez (Mauricio & Palo de Agua), Salo (Wamba), Samper (Atabake) y Sebastián Yepes (San Alejo). Una jugada que, según contó Shock en su reportaje sobre el tropipop, está cimentada en la nostalgia y la idea de volver a pegar al tropipop entre la gente que pasó su adolescencia acompañada por el género consentido de la era de la “seguridad democrática” de Uribe.

Comercializar con la nostalgia no es algo para nada nuevo como hemos visto con las constantes idas y vueltas de los artistas del mal llamado “rock en español” de los ochenta o más recientemente, con el regreso a las raíces más percusivas del reggaetón dosmilero. Por ese mismo camino ha transitado la marca de Tropipop is Back que ha organizado conciertos a reventar en el último año en Bogotá y puesto varias vallas enormes por la ciudad, a la vez que ha amplificado la campaña en la mayoría de medios masivos y especializados que se han dedicado a vender la idea de que estamos presenciando una especie de resurgimiento tropipopero en la ciudad. Aún así, el tema de “traer de vuelta” al tropipop viviendo de la nostalgia tiene su puntos de quiebre.

Uno de ellos tiene que ver con la necesidad del público de que estos artistas solamente toquen los temas “clásicos”, por así decirle a los que sonaban en fiestas hace más de diez años. Hasta la fecha Alejandro González, ex líder de Bonka y gran abanderado el tropipop, solo ha pegado una canción como solista en 2015 y “Celosa”, su último tema inscrito directamente al colectivo, ni siquiera es un tropipop como al que supuestamente nos quieren devolver y es más un tema de reggaetón-pop, como el que cada tanto firman Maluma o el mismo Carlos Vives y nos ponen gigantes en las repisas de contenidos pautados en las plataformas digitales.

Sin duda existen unas lógicas de mercado que hacen que actualmente la música comercial deba tener base de dembow -el ritmo del reggaetón- para entrar a las emisoras. Pero esto, justamente, demuestra que no hay en realidad una voluntad de traer de vuelta al tropipop y trabajar desde donde se dejó hace unos años sino tal vez de darle un respiro a la carrera de una cantidad de músicos sin mucho reconocimiento reciente que en los conciertos que llenan hoy en día, se ven limitados a vivir de sus viejos éxitos. Unas canciones con temáticas de sus vivencias adolescentes que ahora siguen cargando bien entrados en la adultez.

Aquello nos lleva a una de las discusiones más calientes en el mercado gringo, que es el de las llamadas ‘Industry Plants’. Esto, de manera resumida, se trata de artistas o proyectos nuevos que aunque parezcan tener un crecimiento orgánico y progresivo, están completamente impulsados por un gran sello discográfico o contactos dentro de la industria que les abren las puertas del negocio y de los grandes medios de comunicación súbitamente y sin mayor esfuerzo. Aunque debatible, Tropipop is Back y su estrecha relación con emisoras y algunos medios escritos podría estar inscrito en esa misma lógica, siendo Sony y la influencia de Vives ese gran trampolín que ha hecho que una campaña basada en la nostalgia y representada por artistas sin mucho impacto esté constantemente rondando la agenda musical nacional.

Puntualmente, ese impulso por parte de Vives tuvo uno de sus momentos más altos cuando se llevó a todo el colectivo al Festival de la Leyenda Vallenata de Valledupar el pasado 28 de abril para hacer una sola gran presentación con él. Así, el tropipop, un género de la década pasada que prácticamente nunca salió de Bogotá, se ofreció como la gran novedad en una región donde jamás tuvo mayor repercusión mientras que los artistas actuaban con una camiseta que decía “Los hijos del vallenato” frente a un público muy posiblemente jalado por la figura y canciones de Carlos Vives.

Más allá de ser una discusión que trate de hablar acerca de quien tiene la validez para estar o no en un evento de ese calibre, finalmente esto gira en torno a la industria y la manera en la que utilizando su dinero e influencias, quiere impulsar el regreso de un género que murió y que claramente no pueden revivir solo a punta de nostalgia, porque esa se acaba eventualmente. Que esa primera generación del tropipop se haya querido asociar para trabajar en conjunto es para celebrar, que grandes poderes económicos quieran obligarnos a creer que algo importante está sucediendo ahí para llenarse los bolsillos, no tanto.

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