Una despedida del ‘under’ desde adentro: así fue Crudo y Doble Porción en Bogotá

Sudakas Podcast
El Enemigo
Published in
10 min readJun 19, 2019
Todas las fotos por @MateoRueda

Un sold out tempranero, un público variopinto y una noche que marca sin dudas el inicio de un fenómeno que se hace cada vez más masivo.

La desesperación no se escucha, pero se lee, se siente, está ahí. Ni siquiera es medio día del viernes 14 de junio y el afán de la gente es palpable en historias de Instagram, mensajes de Whatsapp, grupos de Facebook. De los ocho sitios donde se realizaba la preventa de Crudo y Doble Porción en Bogotá, la mitad ya estaban agotados desde la tarde del jueves.

La angustia en redes sociales se mide por la cantidad de signos de admiración, interrogación o letras alargadas en una frase. No es la misma urgencia que tiene Andrés Morales en el evento en Facebook cuando dice “Compro dos boletas!”, a la que tiene Samuel Klahr cuando dice “Se compran dos boletas!!!!!! Ayuda mi gente, en la buena!”, pareciera casi que nos excitara esa adrenalina de dejarlo todo a último minuto, esa sensación de quedarnos por fuera, viendo en redes los videos de los que sí entraron.

Son las 2:45 p.m. del mismo viernes y en el Instagram de Crudo el flyer del evento tiene un letrero rojo con letras negras que anuncia el sold out. Hay gente que pide otra fecha, otros que amplíen el foro, otros preguntando que si en taquilla todavía hay, otros respondiendo que ya llamaron y que no, que se agotaron.

Al calor de un almuerzo tardío en el centro, llegaron los últimos a la taquilla y según Andrés Shaq, fundador de El Freaky y uno de los organizadores del evento, “la fila de fans empezó a llegar a las 4:00 p.m.”. Desde ahí, ya se anunciaba la promesa de una noche movida. Por lo menos con la tranquilidad de un lleno total.

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Son, pasadas, las 10:30 p.m. y a las afueras del Auditorio Mayor unas pocas almas pregonan que sí hay boletas, alguien comenta que la reventa está en $100.000 cuando la preventa estaba en $40.000. No hay nadie, hay frío y tintos y cigarrillos para acompañarlo. Adentro Karin B. mantiene tibio el ambiente con su DJ set y lo va subiendo de tono para que Delfin Dib genere después unos cuantos gritos en el público y vaya preparando las gargantas para lo que se viene: Crudo Means Raw y Doble Porción, dos de los representantes de eso que hace unos años bautizaron como “el nuevo rap de la montaña” y que desde 2016 ha generado en Bogotá un fenómeno que se ha hecho sentir con lugares como Latino Power, el extinto Auditorio Lumiere y este mismo Auditorio Mayor a reventar.

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Cada vez más cerca la media noche y en el último piso del cual se veían apenas unos huecos rectangulares desde abajo, todavía no han llegado los protagonistas. Mientras Mike Style tira desde “The Next Episode” de Dr.Dre con Snoop Dogg, Kurupt y Nate Dogg hasta “Grave error” de Flaco Flow & Melanina, Karin B, Pezcatore, Delfina Dib, Will Martinez y sus panas dan vueltas en el backstage, se saludan, se abrazan, prenden un porro en una esquina y un cigarro para esconder el pisquero en el ambiente. Finalmente entra Mañas chocando manos, saludando entre feliz y nervioso, prende otro cigarrillo, hay bulla y la celebración se empieza a sentir en los curiosos que desde abajo señalan ese cuartico con esas ventanas rectangulares pequeñas. “Hey bobo, pillá que te están saludando abajo” le dice Mañas a Métricas quien se asoma un poco y estira la mano para saludar pero sin saber del todo a dónde ni a quién. Del otro lado de la habitación, entrando pero casi sin entrar está Crudo, analizando el ambiente en silencio, saludando, dando las gracias. Hay tiempo para un par de fotos, pero los radios suenan para decirles que bajen, que se agrupen. A Métricas se le olvidó ir al baño y hay que esperarlo.

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Un satélite gira sobre su propio eje en una galaxia profunda con un beat de Granuggio de fondo mientras las luces se vuelven a prender y la gente empieza a gritar y a corear toda la letra de “Blue Satellite” del Rap y Hierbas de Métricas Frías, pero esta vez cantado por Mañas. Adelante del escenario confusión mezclada con emoción y cada vez más atrás una emoción basada en gritos, pero que no se transmitía en letras. “Es MBZ baby, es MBZ baby, es MBZ baby, tú pon las manos en el aire” gritaban ellos y como si fuera un mandamiento, las manos se agitaban duro de arriba a abajo, desde el frente del escenario, hasta el segundo piso.

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Después de eso “Colombian Gold”, originalmente interpretada por Crudo en la sesión de Rap y Hierbas pero esta noche en la voz de Métricas Frías y finalmente “Punto rojo” de Mañas, pero cantada por Crudo bajo una luz roja, con porros rotándose de mano en mano, con humaredas subiendo hasta rozar el techo mientras el beat de Granuggio se apaga y entonces un acento paisa como hipnótico grita “Bogotá ruido, ruido, ruido. ¿Estamos vivos o no?”, pregunta Crudo y los chiflidos que no esperan dicen que sí, que estamos vivos. “Acá empezó todo, acá, acá — dice señalando el piso — hell yeah, la buena”, y sí, esa misma tarima en la que está parado lo recibió un 27 de mayo de 2017 para celebrar la salida del horno de su disco debut Todos tienen que comer, con un público también a reventar.

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Aunque Moebiuz es una familia de la que hacen parte Gordo Sarcasmus (Zof Ziro y Granuja) Doble Porción (Mañas y Métricas Frías) y Crudo Means Raw, el vínculo que existe entre estos últimos tres tiene una conexión especial. Los primeros beats que Crudo quemó en un CD para repartir entre parchesitos de raperos en todo Medellín, le llegó a un Métricas que hasta ahora estaba empezando y que no se imaginaba que el tiempo los volvería a juntar. Luego, las dos mitades de Doble Porción serían fundamentales para que Crudo saliera de su inseguridad y juntara todos sus skills para pasar del beatmaking al MC, de las bases a la voz. Así fue como nació Todos tienen que comer y de esa relación, de ese entrenamiento exigente, de esas semanas encerrados en el estudio surgió el material que luego terminaría en La Gra$a, Rap y Hierbas y las tres canciones que hacen parte de Receso Solo, el experimento anacrónico y lisérgico, introspectivo y catártico del ocio, reflexivo y profundo, de Crudo, Mañas y Métricas, un ejercicio donde más que skills lo que se ve son unos demonios expulsados, unas voces internas que hablan de amores y de calle, depresiones y odios, aunque al final es también una manera de enfrentarse a eso con lo que conviven a diario.

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Ya es medianoche y la gente grita “Tres por dos, ocho, 3 x 2 = 8” una y otra vez. El ambiente es una mezcla de marihuana, vaporizadores, Iqos y Redbull, un aroma que va recorriendo bocas y dejando un tufillo dulzón a su paso. En algunos grupitos de gente resuenan algunos coros, algunas frases: “No subestimes que la vida gira/Casi me encuentro de gira/Y pa’ no mentirles prefiero pastillas”, “¿Tu dolor es real o es una pataleta?¿Tu amor es real o solo es cantaleta? ¿Viniste a parchar o a tragarte mis pepas?”, “Estaban para verme hundir/ Pero no pa’ verme arriba”, el resto de gente aplaude, silba y grita al final de cada tema que resulta un poco paisaje, en un ambiente festivo, pero no precisamente en una mayoría fanática. O al menos no fanática de esas canciones viejas.

La noche fue avanzando y ondulando entre temas de Manzanas a la vuelta de Doble Porción como “Tren a vapor”, “Rock’n’ron”, “Manzanas a la vuelta” y “Magia negra”; temas de Todos tienen que comer como “Benny Blanco”, “Sangre en el pool party” y “Hubiera” y otros en conjunto como “Acetona & Acetatos” y “Lucía Circones”, todo el tiempo como tejiendo una trenza y a la vez celebrando esa amistad en la que existe tanto de cada uno en el otro.

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Mientras esto ocurre y la gente cada vez más atrás de la tarima está teniendo otras conversaciones que no tienen nada que ver con lo que está sucediendo ahí y en ese instante, Santiago Cembrano, que se ha convertido en una de las voces autorizadas del hip hop nacional me pregunta que si no me parece que hay gente muy rara y ambos acordamos que sí, que no era el mismo parche de gente que habíamos visto antes en los conciertos de La Gra$a o en los lanzamientos de cada disco que ha salido de MBZ en los últimos tres años. Algo que no necesariamente es malo y que se ve cada vez más en Medellín, le digo yo y él asiente. Dos días después me decían en un mensaje en Instagram que en el concierto había gente muy linda, mujeres absurdamente hermosas y hombres guapos y tiene sentido, el rap se ha venido quitando la etiqueta que durante años ha tenido de marginado y que “solo lo escuchan los ñeros” y ha entrado en un proceso en el que quizás se ha “gomelizado”, pero que más que eso, ha permitido que llegue, guste y permee a todos por igual.

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Lo que también es cierto es que entrando la madrugada del sábado el ambiente se transformó notablemente. Las luces se fueron, los chicos se despidieron, la desesperación hacía eco en cada garganta que lo rodeaba a uno. “María, María, María”, gritaban como si se sintieran incompletos. Volvieron las luces y Dj Dmoe no esperó para soltar “No copio”. Abajo de la tarima júbilo, gritos agudos. Los ánimos se calmaron mientras Doble Porción cantaba “$.ANTERIA”, otro de esos temas que un público no tan variado como el de esta noche hubiera coreado con el alma, pero que hoy se sintió apenas medio lleno.

Cada vez se sentía el final más cerca y los que antes pedían “María” empiezan a hacer cuentas para saber en qué momento la va a cantar, sin embargo en el encore y con las luces apagadas Crudo se tira algo de lo nuevo que está cocinando. Dembow en las bases, coros pegajosos y todavía esa narrativa de la rutina, de la familia, de la celebración. Sin pista y solo con un par de reflectores siguiéndolo por la tarima, terminó cantando acapella, esta vez una canción sobre un coqueteo irresuelto, otro tema inédito que estalló finalmente en “La mitad de la mitad”. Aquí y de nuevo, la gente enloquecida confirmando que el Crudo que vinieron a ver es el del sonido latino dembowsero, que aunque cada vez más cerca del mainstream resulta refrescante porque no se parece a nada y eso gusta.

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Los ánimos arriba y la despedida correspondiente. La gente gritaba mientras en la tarima Crudo, Mañas y Métricas agradecían visceralmente por el cariño que recibían de este público que cada vez crece más, pero que nunca ha dejado de apoyar. “¡¡Bogotá, qué chimba, la mejor ciudad siempre!!”, decía Métricas.

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Las luces abajo, y de nuevo el corito pidiendo “María, María, María”. Esta vez se hizo esperar más, nadie salía, ni el público del lugar, ni Crudo o Doble Porción a la tarima. En la oscuridad se extendió ese acento paisa arrastrado “yo canto María, pero me ayudan pues que no tengo retorno, súbele al retorno”. ¿Vinieron a escuchar “María”? Obvio, obvio. Obvio que les gusta, obvio. Después de eso, por fin la satisfacción y la gloria. Todo el mundo feliz, todos tienen que comer, se le cumplió la noche a todos.

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Afuera frío y carros y taxis que no llegaban, adentro calor, dos o tres porros recorriendo la habitación, ganas de fiesta, susurros al oído, abrazos grupales,

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un ron, dos rones, cinco rones, un brasiere rosado que alguien tiró y que vinieron a decir “ahí les mandaron”. Algunos hablaban de casi 2000 personas, otros que se había cumplido con los 1500, pero lo que emociona es algo que Will Martínez, uno de los promotores más importantes de la escena hip hop, dice y es que es una chimba que no tengamos que recurrir a un artista internacional para llenar un sitio de estos, que ahora seamos nosotros, la casa con artistas locales a reventar.

Lo otro cierto es que quizás la próxima vez que veamos a Crudo ya le esté llegando a una audiencia masiva y cada vez más versátil, le esperan colaboraciones con Juanes y Balvin según se ha sabido, por lo cual esta noche va a quedar en la memoria como una de las últimas en el formato que conocemos. ¿Una despedida del ‘under’? Quizás.

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Sebastián está en Twitter, síguelo por acá y a Mateo por acá.

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