Zábaz: el dealer de beats y barras frescas

El productor y rapero antioqueño, también conocido como FUNKDEALER, relata sus inicios como beatmaker, la importancia de su participación en La Ciudad Maldita y lo que sigue tras “Todo por su consecuencia”.

Sofía Ariza Varela
El Enemigo
9 min readJun 17, 2024

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Fotografía original de Bryan Arroyave Zapata (@entoncesquepuesss).

Jorge Junior Zea Valencia nació el 5 de diciembre del año 1996, en Envigado, Antioquia. Para entonces, ya habían pasado seis años desde que la World Wide Web, — la red informática mundial — , se desarrolló y se lanzó al público. Fue gracias a ello que las distancias culturales y geográficas se acortaron e hicieron que le llegara la electrónica en forma de techno, tech house, deep house y minimal. Ya en su preadolescencia, cuando tenía 13 años, empezó a jugar con Virtual DJ en el café internet de su barrio.

Después le llegó el rap por su hermano mayor, Julián David Sábas, quien había empezado a rapear. En aquel entonces, los sonidos de la caja y el bombo no lo cautivaron, aunque empezó a escucharlos activamente. La vida fue llevándolo poco a poco por el camino del rap hasta que, en su adolescencia, tras la muerte de Julián, decidió ampliar el rango y empezar a rimar.

Hoy, más de una década después, Zábaz, su nombre artístico, hace eco en las calles. Su participación en la popular agrupación La Ciudad Maldita ha marcado un hito y su papel como productor y beatmaker bajo el nombre de FUNKDEALER le ha aportado un tono único al rap nacional, siendo el responsable de algunos instrumentales que integran el sonido de artistas como Realidad Mental, Crudo Means Raw, Thomas Parr y Jamblock Jr.

Su carrera como solista también es difícil de ignorar. Trabajos como Funkferatu (2021) junto a Noiseferatu, o su más reciente álbum, Todo por su consecuencia (2023), ponen en evidencia que no solo tiene un talento innegable para manejar los controles sino también para estar frente al micrófono.

Fotografía original de Sergio Fabián Ramírez (@imagine.23).

¿Cómo empezó a hacer música?

Un gringo le pasó a mi hermano el FL Studio. Para ese momento ya teníamos en la casa un computador. Empecé a conocer el programa y a hacer música.

A rapear empecé en el 2013. Cuando se murió Julián, empecé a compartir con un amigo que había sido parcero de él, el KB7S. Tenía un estudio por donde yo estaba viviendo. Salía del colegio todos los días y me iba a la casa de él y hacía beats. Allá llegaba mucha gente y vendía pistas como a 20 mil o 30 mil. Un día en un parche de esos, grabando, me preguntaron si me quería meter. Yo ya había molestado con escribir, pero nunca había grabado. Hicimos ese tema como entre diez raperos y ya, desde ahí empecé.

Tu apodo tiene relación con tu hermano, ¿cómo surgió?

La relación que yo tuve con él no era muy buena, pero a pesar de todo lo que ocurría en su vida seguía siendo mi hermano. De alguna forma, fue él quién me dio la motivación de entrar en esto, así que combiné el Sábas con la “z”, porque mi apellido es con zeta, y quedó el de él y el mío en un solo apodo. Me quedé así porque más allá de querer un legado de lo que él hizo, es una forma de representar eso, de dónde vengo y el porqué empecé a hacer rap.

¿Y el FUNKDEALER?

Porque uno como beatmaker está vendiendo beats que son sampleados, haciendo como un contrabando, y son vueltas que no son tan legales. Entonces, cuando salió el EP, me pareció bueno el nombre. Mind Traveller, apodo que tenía antes, era difícil de pronunciar para alguien que no hablara inglés. Por practicidad quedé con ese, me gusta y me suena más chimba.

Agrupación K-33 vía Facebook.

¿Cómo fue que te hiciste miembro de K33?

Yo conocí a Trein (Kristian Ospina) en el colegio. Estábamos en noveno. Para ese entonces yo ya era parcero de Jose (Most One), el otro integrante de la agrupación K33, por lo cual terminamos juntándonos los tres. Ese momento coincidió con la muerte de mi hermano y ya teníamos dónde grabar.

¿Cómo llegaste a la Ciudad Maldita?

Todo tiene que ver con el estudio de Beat-Al Records, con los integrantes de La Ciudad Maldita. Nos conocimos allá. Junto a Trein y Asir empezamos a hacer música en ese lugar y nos fuimos juntando con Tapias, Nieve y Pablo para el primer tema que salió con video, “Cólera”. Ya habíamos acordado hacer música juntos.
Sin embargo, nosotros, más que una agrupación, somos un sello. Somos seis personas, todos hacemos música, hemos tenido tiempos diferentes y hacemos cosas distintas.

Teniendo en cuenta que siempre te has movido codo a codo con tus amigos. ¿Qué relevancia tiene para ti la colectividad?

Hemos tratado de mantenernos reales en esto, en que si queremos estar, estamos.

Para mí ha sido importante porque muchas de las decisiones que yo he tomado en mi música han tenido que ver con cosas que he hablado con ellos, que hemos hecho, que he aprendido de ellos. A mí me han llegado a decir que me abra del grupo, que como solista me puede ir mejor, pero entonces si usted se junta con tres parceros y les llega a pasar algo y no pueden hacer música seguido, ¿usted los desecha? Uno no está para estar en un mismo lugar toda la vida, pero hasta ahora sí ha sido bastante importante para mí y todos hemos influido en los proyectos del otro.

En el 2018, llegó tu primer álbum homónimo. ¿Cómo fue el proceso tras ese proyecto?

El motivo por el cual decidí sacar el álbum fue porque en el trabajo en el que estaba tenía tiempo libre. Por esos tiempos, yo hacía un montón de beats, cuatro o cinco al día, y ya tenía un montón de música acumulada. Yo no tenía idea de cómo manejar los lanzamientos ni de cada cuánto tenía que estar sacando música. El ejercicio fue más pensar cómo darle un concepto — a través de notas de voz y audios — y sacar varios temas de una sola vez.

Luego vino Funkferatu junto a Noiseferatu. Ya han pasado tres años desde que se lanzó. ¿Qué significó ese proceso para ti?

Para mí sigue siendo algo muy loco. Por ese tiempo estaba haciendo un montón de cosas, pasando por algunas otras y trabajando, entonces no estaba sacando tanta música. Un día Noiseferatu me invitó a un toque en Marinilla para el lanzamiento de su álbum homónimo. Yo ya escuchaba su música, pero no tenía la confianza de decirle que hiciéramos algo. Sin embargo, viajando hacia el lugar, nos fuimos hablando, concretamos un poco más la amistad y así surgió.

Fue muy chimba. Cuando grabamos el álbum estaba pasando lo de la pandemia entonces no podíamos vernos tan seguido, pero fue un proceso loco, no solo para mí, sino también para los parceros. No digo que alguien sea un dios sino que, en la música, cuando uno respeta lo que hace alguien, es muy hijueputa poder trabajar y conectar. Me enseñó un montón de cosas.

Hace unos meses estrenaste “Todo por su consecuencia”, tu más reciente álbum. ¿Cómo surgió ese proyecto?

El nombre del álbum ya existía desde finales del año 2021. Durante esos meses después del lanzamiento de Funkferatu estuve trabajando, dándole más a tope a la música, pero había cosas que me limitaban para meterle a la vuelta en serio, por lo cual tenía como veinte beats y un montón de letras ahí escritas.

Supuestamente, yo tenía previsto sacar el álbum ese diciembre, pero en el proceso me puse a escuchar y a grabar y no me gustó tanto lo que había. Entonces decidí hacer nuevos beats y reescribir en el estudio. Terminé teniendo un álbum totalmente distinto al que tenía. Las únicas canciones viejas que quedaron son las colaboraciones con Isaac S.A y con Noiseferatu.

¿Cómo te sientes con el resultado del disco?

Me siento muy chimba. En principio haberlo hecho tras un montón de tiempo deseándolo ya tiene mucho peso para mí. En cuanto al sonido que logré definir, me ayudó un montón estar seguro de lo que me considero capaz de hacer, lo que me gusta y lo que quiero buscar. Desde que salió el disco, hay una energía colectiva muy chévere.

Como productor y como rapero cada vez eres más reconocido. ¿Cómo te sientes con esa visibilidad?

Yo no me considero una persona muy social, no soy callado pero tampoco soy alguien que recibe las ovaciones creyéndose el mejor, entonces no me tomo las cosas de ese modo. Incluso hubo un tiempo en el que no creérmelo me estaba afectando un montón, no creía lo que estaba impactando con la música. Siempre he sentido lo que escribo y lo que hago, pero al ver lo que eso causa en la gente entraba en síndrome del impostor. Eso era una mierda.

Con el tiempo he entendido que no es tampoco creerse Dios, pero si ya uno sabe que no es un juego, que uno puede hacer un tema y puede tener peso. Eso no me motiva a hacer música, pero me parece chimba y ahorita lo manejo mucho mejor.

Alguna vez dijiste que prefieres hacer beats que rapear. ¿Sigue siendo así?

Sí, obvio. Se me da más hacer beats y eso se nota, por eso no he hecho tantas colaboraciones como habría podido, porque para colaborar hay que escribir en el momento y no lo siento tan natural. No sé si tenga que ver con que yo empecé con la producción, pero igual siempre me ha gustado mucho más hacer beats. Siento que las veces que yo escribo no es que me lo plantee, solo estoy haciendo algo, lo pienso y me parcho a escribir un montón de barras. Si en algún momento tuviese que elegir alguna de las dos, sería hacer beats.

Fotografía original de Bryan Arroyave Zapata (@entoncesquepuesss).

Tu sonido es característico, bien jazzy.¿Por qué decidiste tener ese tono?

“Yo quiero tener un papel en la historia de la música del país. Cualquiera lo puede hacer, incluyéndome. Como sacar un álbum que suene así, porque al fin y al cabo eso va a influenciar a la gente al querer buscar un sonido diferente”.

Acá pasa que estamos acostumbrados a que el rap sea el mismo rap de bateras, la primera caja, el primer bombo y el primer hi-hat que encontró y ya eso es un beat. No lo digo peyorativamente. No creo que se deba dejar de hacer boom bap, pero la estética dentro del boom bap puede ser un montón de cosas, como combinar el sampleo con sonidos más sintéticos y ese tipo de cosas. Yo lo hago por eso, porque me trama cambiar la película un poquito, salirnos de lo que llevamos haciendo hace un tiempo.

¿Crees que el haber empezado con otros sonidos influyó en esa decisión?

Sí, porque al final todo lo que uno vive influye en el sonido. Pero yo creo que tiene más que ver con el hecho de que cuando empecé a hacer beats escuchaba un montón J Dilla, Lewis Parker y productores boom bap que tenían su propio estilo. Después, empezó a salir el drumless. Lo de Griselda… no me gustaba, pero pasó el tiempo y ahora escucho esos temas. Entonces sí, me dejo llevar por lo que me está gustando en el momento para llegar al sonido que quiero lograr.

¿Qué se viene para FUNKDEALER y para Zábaz?

En este momento estoy haciendo dos EPs, el primero va a salir empezando julio. El segundo lo estoy haciendo con un productor de República Dominicana que debe salir dos o tres meses después. Principalmente, esos dos trabajos, pero en simultáneo estoy haciendo un álbum con La Ciudad Maldita, además de colaborar como productor con gente como Deadcrw y Thomas Parr.

El próximo 22 de junio se llevará a cabo el lanzamiento en Bogotá de “Todo por su consecuencia”, álbum que vio la luz a finales del año 2023, pero que sonará por primera vez en vivo en el evento coordinado por Poolpari.

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Sofía Ariza Varela
El Enemigo

Periodista cultural. A veces escribo sobre rap, a veces sobre música emergente.