Pánico general

Gonzalo Rodríguez Conejo
El Farolillo
Published in
3 min readMay 24, 2017
Fotografía del Diario Sur

El miedo ha entrado en Europa y está dispuesto a quedarse. Tras los sucesivos atentados terroristas ocurridos en Occidente por parte del Estado Islámico, la ciudadanía se encuentra en un estado de pánico generalizado. La seguridad que se había conseguido en el viejo continente desde hace unos años, se ha perdido. O al menos la sensación de tranquilidad ha desaparecido.

Es cierto que este miedo no es aquel que nos deja encerrados en casa atemorizados por lo que pueda pasar al salir al exterior. Eso es más propio de países en estado de guerra, pero el temor sigue estando ahí. El nuestro es pasivo, espera pacientemente y aparece con mucha facilidad. Este terror se ha ido interiorizando dentro de cada persona conforme otro atentado sale en las noticias y vuelve a aparecer con mayor virulencia.

Tras cada acto terrorista, los gobiernos europeos proponen medidas cada vez más duras para intentar frenar estos ataques terroristas contra la democracia y hacer ver a la población que todo está controlado, que no hay de qué preocuparse. Pero cuando llega el momento muchas veces la prevención no sirve. Se pone de manifiesto la incapacidad que hay para combatir a este “enemigo invisible”. Las autoridades tienen dificultades para paliar la amenaza dentro de nuestras fronteras, no tienen prácticamente nada que hacer, ¿Cómo frenas a alguien que es ciudadano de tu país y que se inmola en una discoteca, en una estación de metro o en plena calle? No se puede, no es posible registrar uno a uno a todos los habitantes de un país.

También es momento de hacer autocrítica y pensar bien si de verdad los medios están tratando este tema de una manera que favorezca a la sociedad. Si la respuesta es un no, replantearse los métodos utilizados para ello e intentar mejorarlos. Muchos medios de comunicación han usado estas noticias para llenar páginas de periódicos u horas de televisión con reportajes, tertulias o conexiones en directo con los lugares afectados, y tratándolo con un sensacionalismo extremo. Obviamente estos hechos son de alta relevancia y deben ser tratados por los medios, pero la forma de tratar las noticias es fundamental para no hacer que la población entre en pánico y viva en un estado de alarma generalizado

La seguridad es un derecho fundamental en la actualidad y su ausencia hace que la población se sienta indefensa. Esa inseguridad se puede oler en el ambiente como el gas en una habitación cerrada, y solo hace falta una chispa para que explote y se lleve todo por delante. Los acontecimientos ocurridos en La Madrugada muestran con claridad este hecho, a la más mínima alarma todo estalla. Lo sucedido en este día tan señalado para los habitantes de la capital hispalense ha ido cocinándose a fuego lento durante estos últimos años y se ha servido el día más propenso a ello. Si juntamos aglomeraciones, nocturnidad, actos vandálicos e incluso ebriedad, y además le añadimos el miedo generalizado, ocurre lo que nadie quiere, se desata el caos.

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