El derrumbe de la Casa Rayburn

mariano vazquez
El garito de Mareano V. 
3 min readMay 11, 2015

“We’re not bad people, but we did a bad thing” es el acápite que sobrevuela los afiches de Bloodline y que establece una primera clave de lectura de este drama original de Netflix.

La familia Rayburn es un ejemplo a seguir: un matrimonio sexagenario, dueños de un hospedaje próspero es una isla paradisíaca en Los Cayos (Florida), ciudadanos ejemplares y con un puñado de hijos -4 para ser precisos- que lograron sus metas personales. Al menos eso es lo que puede verse desde afuera y que empieza a resquebrajarse cuando Danny, el hijo mayor, regresa y saca a flote lo que, en la profundidad del olvido, no era más que una remembranza de la tragedia.

El conflicto se dispara cuando, en la celebración del 45° aniversario del hotel Rayburn, Danny, el hermano mayor y oveja negra de la familia (en la piel de Ben Mendelsohn), aparece con planes de incorporarse al negocio familiar, pero entre el caos y la vergüenza que ocasiona su pasado, sumado a su tendencia a una exposición desmedida, termina sacando a la luz los secretos más oscuros de la familia y, por lo tanto, tensionando los límites de la lealtad familiar.

El secreto es develado en partes, episodio a episodio, y las consecuencias de su develamiento -acaso mucho más trágicas- llegan en el final del primer episodio. Secreto y consecuencias arman y desarman el rompecabezas de la historia a medida que se conocen más detalles del pasado. A todo esto se suma un enigma policial que debe resolver John (encarnado por Kyle Chandler) y que involucra a delincuentes locales y extranjeros.

En este clima enrarecido, de heridas abiertas, de un pasado supurante, las tensiones y los rencores brotan uno tras otro, dando como resultado una historia con un cuerpo y una intensidad que no puede mesurarse en los primeros episodios.

Bloodline busca desandar el camino que construye a la familia como una institución indestructible pero que, como es el caso de los Rayburn, casi nada puede hacerse para salvarla cuando algo empezó a resquebrajar su estructura. Como ya se dijo, la historia tiene como epicentro un desastre originario y unos daños colaterales que avanzan capítulo a capítulo.

El punto más más flojo de Bloodline es el contrapunto que se construye entre el escenario en que la historia se desarrolla, el añejo pero lujoso hotel familiar, con playas de ensueño y el relajo constante de las vacaciones, y la historia familiar plagada de secretos y mentiras.

Cada episodio pondrá el eje sobre alguno de los personajes y lo usará como pivot para que la historia avance, no sin tensiones y resquemores. Otro de los problemas, pero mucho menor, es que este pivoteo puede acarrear excesos melodramáticos que destruyen la tensión narrativa.

El elenco está conformado por Ben Mendelsohn, Linda Cardellini, Sam Shepard, Sissy Spacek, y Chloe Sevigny entre otros. Producida por Todd Kessler, Daniel Zelman y Glenn Kessler, productores de Los Soprano, los 13 episodios de Bloodline fueron lanzados en exclusiva para Netflix el pasado viernes 20 de marzo.

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