Barba azul

Algún día me sentí pequeña, algún día creí todo eso que me contaba él, que nadie más me amaría con mis defectos. Que era un caos y que tenía suerte al estar con él.

Creí que estar sola era complicado, y su apoyo para mí era imprescindible. El falso apoyo que me daba.

En algún momento me escuché decir “ ¿Quién podría quererme así?”

Un día me di cuenta que siempre había estado sola, que su figura no era más qué un ornato más. Un día me di cuenta que lo único que hacía él era llegar todas las noches a mi lecho, y exigir lo que creía le pertenecía; mi cuerpo.

Solo eso era lo que a él le interesaba, eso y su ropa nueva, sus tenis nuevos que gustaba de pedirme. Las salidas constantes fuera de nuestro presupuesto que eventualmente tuve que costear. Y no es malo el apoyo mutuo, no es malo el dar, el problema es dar de más.

Y pensar que en un principio me elevó, me llenó de amor, un amor a su manera porque siempre fue a su manera. Me dio la libertad que en casa padecí, tejía su telaraña para atraparme poco a poco. Me daba lo que ansiaba desde hace mucho tiempo. Y con él creí estar lista para volar a su lado, me creí lista para muchas cosas, jugaba a que me daba lo que quería cuando solo me preparaba para hacerme pequeña, indefensa.

Un día desperté y me di cuenta que ya no lo veía con amor, que sus manos me producían nada. No me esforzaba más por quedar bien con él, entonces la mala fui yo.

Porque no bastó las peleas con mi madre defendiéndole, no importaba el llanto ahogado por las noches.

Las veces que escuche que nadie más me querría así, así como soy, como estoy toda rota. Lo tatuó en mi alma, hizo que lo creyera de tal modo que aún suelo pensar que no soy suficiente para la persona con la que ahora estoy.

Creí que era mi príncipe azul, y resultó ser barba azul encerrándome en el cuarto de mis inseguridades, haciéndome creer que ahí estaría segura porque afuera nadie me querría.