Caída en picada

Cuando digo “caída en picada” no necesariamente me refiero al capítulo 3x01 de Black Mirror.

Cuándo uno termina una relación siempre dice que se va a tomar un gran tiempo y muchas veces así pasa y está bien, otras veces no. Otras veces te encuentras tan inmersa en qué estás muerta, en pause, en ese lugar oscuro que no te das cuenta en qué momento fue cuando comenzó todo y un día te sorprendes suspirando y ansiando ver a cierta persona que hace que tu corazón de nuevo esté en marcha.

Ahí vas de nuevo, amarrando las cuerdas del bungee esperando que no se revienten y tirandote con ese salto de fe. Sabes que las cuerdas pueden romperse y que inevitablemente ese gran salto tiene que terminar así que empiezas a imaginar maneras de evitarlo (no, el cloroformo no es una de ellas).

Un día van a comer, otro día a leer, un día te pregunta si puede pasar por ti al trabajo y ahí es cuando ya todo se propaga, ya no hay vuelta atrás; están perdidos el uno por el otro.

Así es el enamoramiento y aqui lo chistoso es que la última vez que me sentí de una forma parecida era una niña; tenía 19 años. 19 y miles de ilusiones.

Ahora, 7 años más tarde me doy cuenta que mis anteriores relaciónes fueron un gran aprendizaje, me enseñaron claramente lo que no deseo en mi vida y lo que jamás permitiré de alguíen.

Entro en pánico pero no lo exteriorizo. ¿Cómo le digo que todo es tan perfecto que temo que algo pase, o qué temo se aburra de mi o que todo cambie?

¿Cómo le digo que cada día que pasa lo quiero más, que sus atenciones y su forma de ser me ha ganado completamente?

Me gusta pensar que entre nuestros brazos encontraremos el amor que la vida nos debe.

Me gusta la forma en la que me hace sentir; que me toma la mano para saltar al vacío sin paracaídas y sin ninguna cuerda de bungee, sólo nuestro creciente amor como prueba de fe.