El redondel

Dan Alvarez Ruano
El hendir de la ventana
2 min readApr 24, 2019
Plaza España, Guatemala. Crédito foto: desconocido.

Con vos me habría casado en el redondel. Solo en el redondel y solo con vos. Y me recuerdo de la tarde lluviosa en que tu hermano tocó la puerta. Estaba empapado y los ríos de agua se abrían paso por la calle, en busca de una alcantarilla inexistente.

Nunca nos llevamos demasiado bien, tu hermano y yo. En mi opinión rebalsaba con extravagancia, con un extraño desorden mental que lo encerraba por horas y lo abría de repente. Nunca me acostumbré a su falta de horario, a su extenuante carácter, a lo lánguidas de las conversaciones que me forzaba a entablar. Yo, platicando; él, viendo el teléfono. De allí que no tenía que realmente acostumbrarme: apenas nos veíamos. Y tenerte a ti en las escasas reuniones familiares era aliciente suficiente.

Esta vez habría de soportar una última reunión, pero esta vez lo haría sin ti.

— La atropellaron — dijo con ojos vidriosos. No sabía si el vidrio venía de la lágrima o la lluvia.

En el funeral faltó un teléfono. En cambio, él mantuvo sus manos temblorosas en sus bolsillos. Removía una solamente, para saludar. Quizás dos, para abrazarme. Cuánto lamentaba haberte perdido, decía. Y fue el único día en que nos entendimos, porque de por medio ya no estuvo su teléfono, sino tú… y tu ataúd.

Hacía frío cuando salí de la funeraria. Los carros fluían libres luego del congestionamiento, sus luces alejándose. Ya vendría otro carro, otra luz, pero yo no quería otro carro, ni otra luz. El redondel estaba cerca, habías dicho cuando te conocí: solo dos cuadras más.

Empecé a caminar.
Me habría de casar con vos en el redondel. Con vos y nadie más.

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Dan Alvarez Ruano
El hendir de la ventana

escribo para no olvidar. leo para recordar. pueden descargar mi libro, «La Desaparición de las Flores», gratis en: goo.gl/kuQ7en