Felices tres años a mí

Un día como hoy; 17 de agosto del 2017 había tomado el camión de las 6:45 am, iba saliendo de Veracruz con mi mamá como acompañante. Me había comprado la maleta más grande que había encontrado, me traje cajas con mis zapatos y otra con mis libros y creo solo 4–5 mil pesos que había alcanzado a ahorrar. Entre los planes era no regresar, era el buscar un trabajo estable, y establecerme. Me subí a ese camión con muchos sueños, con muchas ganas. No me dolió dejar todo atrás en un principio.

Me encontraba emocionada de tener un nuevo comienzo, de conocer personas y vivir cosas nuevas y mi “Ranchito” siempre lo había sentido chico. Eventualmente cuando estuve sola lloré en mi habitación extrañando ese ranchito, a mi mamá y a la comida, es mas desde el primer día noté esa diferencia.

Mi mamá me acompañó unos días, entendí que era su manera de quedarse tranquila, de saber a dónde llegaría y regresar sabiendo que estaba en un buen lugar.

Hoy se cumplen tres años de eso, y vaya que no ha sido del todo cómo lo esperaba, he vivido en varios lugares, sola, con roomies, con amigas, he trabajado limpiando mesas, lavando trastes y sacando basura, he caminado de planta a planta en pleno sol porque había que ahorrar dinero, me he perdido, me han robado. He hecho grandes amistades, me he sentido pequeñita, me han humillado, he dicho adiós cuando tuve que hacerlo y he conocido a mi futuro esposo. Y aunque no ha salido del todo como creí la vida y Dios me han sorprendido porque he sido realmente muy afortunada, llevo en mi corazón a las personas que me han ayudado sea o no por obligación y me invitaron a compartir su mesa. Gracias.

Yo sé que la historia no es tan diferente a todos los foráneos que hemos tenido que dejar a las personas que amamos para poder “salir adelante” para poder tener un buen futuro y/o ayudar a quienes dejamos en nuestro “Ranchito”.

Nunca vi tan bonito Poza cómo cuándo regreso, nunca me supo tan rica la comida como cuando llego y pruebo esos sopes o el zacahuil. Nunca extrañé tanto un abrazo de mamá como ahora que la veo cada 4–6 meses.

Nunca me sentí tan Pozarricense como ahora que estoy lejos.

Feliz tres años a mí.

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El que a nacido para escribir, escribirá.
El hendir de la ventana

Escribo porque no sé morir de otra manera… Intento seguir muriendo entre mis letras, aunque esta vida me absorba y robe el alma.