La niña que sin hacer nada observó sentada en la rama del árbol mientras su hogar en cenizas se convertía.

Dicen que no hay finales amargos sino historias inconclusas…

La ventana de Alberto
El hendir de la ventana
5 min readOct 16, 2016

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Si hubieras pensado lo que hacías, seguirías vivo, sufrirás eternamente pero no conocerás el verdadero sufrimiento hasta que te alcance en el infierno para una rivalidad eterna. Imagen de Joshua Earle | Unsplash

Ésta es la historia de Sarai, una inocente niña que nació en un momento y lugar inoportuno. Sarai tenía dos hermanos, Sergio y Gregorio. Su padre era un animal, que aprovechaba el supuestamente llegar tarde y tomado a la casa para abusar de su hija, éste la golpeaba junto a su madre sin alguna necesidad o razón aparente y les decía a sus hijos: Así es como se le enseña a éstas perras, aprendan no estaré aquí por siempre.

Sus hijos teniendo ya la suficiente fuerza para detener al violento padre no hacían nada, según Sarai disfrutaban de lo que su padre les hacía ver, era como un placer ver como su madre y su hermana le imploraban, le suplicaban con abundantes lágrimas en los ojos y gemidos ensordecedores que se detuviese.

La infancia de Sarai había sido trágica, muchas enfermedades, mucha discordia y un gran rencor por su violento padre y sus hermanos que pudiendo hacer algo solo se cruzaban de manos y observaban. Sus días siguieron igual hasta que Sarai cumplió los añorados 18 años, podía irse de casa pero sólo una cosa la ataba, su ya débil madre.

Sarai había encontrado a un buen chico, alguien con el cual se sentía segura, confiada, protegida. A pesar de solo haberlo visto 3 veces y a duras penas, Sarai y su novio sentían ya un profundo sentimiento, una especie de salvación. Así se dijeron esa noche en la cual él partió con su padre a un viaje de negocios con la promesa de que al regresar la sacaría de esa horrenda casa y la llevaría con él haciéndola su esposa. Ésta ilusión creció como una planta en las mejores condiciones en el corazón de Sarai. Al fin saldría de esa casa y se llevaría consigo a su adorada madre.

Sarai luego de tantos años había vuelto a sonreír, sus ojos ya no reflejaban su profunda tristeza, ahora tenía un brillo sin igual, eran comparados con una gran noche estrellada… Por las noches tenía la costumbre de trepar un árbol a pocos metros de su casa, y contarle al cielo, todo lo que le pasaba, siempre que estaba o muy triste o muy alegre tenía la costumbre de hacerlo. Hablaba durante incontables horas, hasta que notaba que la noche oscura cada vez se hacía más clara y volvía a su habitación por la misma ventana por la que había salido.

Ésta ilusión creció como una planta

Luego de esa noche los rutinarios días continuaron pasando hasta un día antes de la llegada de su amado. Esa noche tenía planeado hablar con su madre para huir al siguiente día con su amado. Le confesó todo, sus 3 encuentros, lo que charlaban, que apenas la había besado una vez, y que se había puesto muy nerviosa, su corazón latía como cuando su padre la golpeaba pero ésta vez era un palpitar bueno. Y luego le dijo: — Madre, me casaré con él y quiero que tú vengas conmigo —. Éstas últimas palabras ensordecieron por unos minutos a la madre. — ¡Mamá, mamá, mamá! — repitió Sarai hasta que atrajo de nuevo su atención. Ésta solo contestó, — No puedo, no puedo abandonar a tú padre. ¡No! Yo sé que él cambiará, lo sé, estoy segura. Vete tú y sé feliz, al fin y al cabo es lo que siempre has querido — . Esto fue una vil y cruel manipulación de una egoísta madre.

Sarai con lágrimas brotando de sus ojos respondió: — Yo no te puedo abandonar, me quedaré contigo — . Esa noche, y como sorpresa para todos su padre llega más temprano que de costumbre. Y automáticamente arremete violentamente contra su mujer, con solo el primer golpe le abre una herida en la ceja que rápidamente comenzó a derramar sangre para que luego a ambas les diera tantos correazos como le fue posible, tanto así que al terminar, se sentó y con un hilo de voz le ordenó a uno de sus hijos que le trajera agua, Gregorio fue el encargado de realizar ese mandado.

Según contó Sarai en su diario esa noche su padre no era el mismo, sudaba, estaba agitado, sin duda no era el mismo. La parte siguiente de la nota estaba manchada de sangre pero era legible una parte. Esa bestia, esa maldita bestia me arrebató lo más preciado que yo tenía. Por la condición de los cuerpos y los resultados que se obtuvieron de Sarai, esa noche fue despojada de su inocencia… Sus paredes vaginales estaban completamente desgarradas lo que indica que esta pequeña chica fue violada violentamente por su padre mientras sus hermanos observaron. Así concluía la parte de esa última nota: Ellos vieron y como de costumbre no hicieron nada.

Luego había un dibujo de un corazón roto con un símbolo al lado que hasta ahora no sabemos de qué se trata, pero extrañamente el mismo símbolo está en el árbol, y el niño atacado hace dos noche tiene en su abdomen el mismo símbolo, jura que una niña, una maldita niña de ojos rojos como la sangre se lo hizo con sus uñas, por su semblante tan pálido pienso que es verdad, — ese niño aún no sale de mi cabeza — dijo William, Jefe de policías. Yo inspeccioné el caso, y ¿Por qué justo ahora, 18 años después de esa desgracia ocurre esto?, ¿Por qué ese niño?, ¿Por qué dijo antes de morir tan pero tan asustado fue la amada de mi padre, fue la amada de mi padre, la maldición ha comenzado? Éstas palabras solo quedaron en el vacío, el niño había sido abandonado y las personas con las que vino, turistas por supuesto ya no están en el pueblo.

Éstas palabras solo quedaron en el vacío

Aquél accidente de la casa que se quemó hace 18 años y dejó cinco víctimas ha cobrado vida. Ahora me doy cuenta que no solo las uñas y el cabello continúan creciendo después de muerto. También el odio lo hace.

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