Mentes perversas

La ventana de Alberto
El hendir de la ventana
5 min readOct 23, 2016
Imagen de Josh Felise | Unsplash

La perversión de cada ser humano está dentro de éste, esperando, aguardando a tomar el control y causar un momento más allá del límite conocido, más allá de lo que los ojos o la mente pueden llegar. Un momento que sólo durará unas horas, pero que dicho recuerdo perdurará por siempre.

Miguel nació el 29 de Febrero de 1988, un día especial de un año bisiesto, desde el principio de su vida fue complacido en todo lo que pedía, una especie de ¡Tus deseos son ordenes para sus padres!, pero eso no lo satisfacía, era poseerlo todo y a la vez no tener nada.

Vivía solo, desolado, desahuciado, amargado, confundido, a veces eran tantas variaciones en el humor que era difícil saber que sentía, lo que pensaba, lo que en verdad quería.

El 7 de Marzo del presente año, se encontraba en su apartamento, almorzando, cuando suena su teléfono, cada ¡Ring! parecía gritarle: — ¡Agárrame, contesta, es una emergencia! — , mientras caminada hacia el corredor donde estaba el mismo sentía una fuerte presión en su pecho, el aire se hacía más denso, hasta pensaba en un me cuesta respirar. Cuando logra contestar una dulce voz femenina rompe la tensión, ésta pide muy amablemente hablar con Karly, una amiga la cual estaba enferma, Miguel sonríe y con la misma amabilidad contesta: estás equivocada, aquí sólo vivo yo. La chica en un tono decepcionado responde: mmm, discúlpame, no fue mi intención molestarte. A lo que contesta: para mí no ha sido ninguna molestia.

Algunos días después, Miguel se encontraba sentado en un banco, que estaba en una plaza dentro de un parque y a lo lejos, escucha la misma dulce voz que hacía tres días había escuchado. Agitadamente, emprende su búsqueda, y tempranamente es encontrada. Éste tenía buen parecido, alto, delgado, catire, ojos claros, se queda estupefacto, observando a una chica pequeña, cabello castaño, buenas proporciones, a lo lejos es llamada por una morena, respondía al nombre de Paula.

Por primera vez Miguel no hizo nada, se quedó postrado, viendo como ésta linda chica se alejaba más y más hasta perderse entre la multitud, ya que como era costumbre en la zona, todos los 10, 11 y 12 hacían fiestas públicas en la plaza del parque, luego de dar algunas vueltas tratando de localizar algún carrito de comida y hacerse a la idea de resignación por haber perdido tal oportunidad, el destino hace de las suyas haciéndolos tropezar, y en ese preciso segundo, en ese instante mágico y tan poco creíble, todo, absolutamente todo encaja a la perfección.

Fueron seducidos el uno por el otro, atraídos física y sexualmente, en ese momento eran tal para cual…
La pasión y el deseo dentro de ellos crecía como especie de fuego que les carcomía las entrañas, sin mediar palabras inmediatamente rozan sus labios, empezaron con una suavidad de enamorados, pero rápidamente cambian el ritmo hacia lo pasional, arrancándose mutuamente sus labios, alocados, como dos personas que se conocen hace años y no por un tropiezo de la vida, del destino, de la suerte.

Él, desesperado por estar dentro de ella, por poseer su pequeño y duro cuerpo, sus suaves y delicados pezones que ya tocaba por encima de la ropa, la invita a su apartamento, y ésta, sin pensarlo dos veces acepta la alocada propuesta, dejando atrás su grupo de amigos, su mejor amiga, su vida, y adentrándose en ésta aventura, en ésta obra que les pinta el destino, en éste juego de azar que ya ambos sabían que sería solo por ésta vez, solo por ésta noche que se avecinaba rápidamente provocando el encendido de los faroles alrededor de la fuente central y de las esquinas allegadas.

El apartamento de Miguel se encontraba a tres horas de la plaza en donde se encontraban, sólo duraron la mitad del tiempo en llegar. Cuando por fin entraron ya Paula se había despojado de su camisa de tirantes color rosa, y Miguel, ya había desabrochado gran parte de su negra camisa. Automáticamente arremete contra ésta chica sujetándola fuertemente por la cintura y montándosela en sus piernas, haciendo de ésta manera que sus sexos se rozaran, que los mismos gritaran ser poseídos, hasta desfallecer dentro.

Ambos sabían que sería solo por ésta vez, solo por ésta noche que se avecinaba rápidamente

Paula termina de quitarle la camisa mientras éste chupaba sus pezones y apretaba sus senos, era tanto el deseo que fluía de sus cuerpos que parecía imposible demostrarlo. En sus caras se reflejaba la perversión de sus mentes, el placer ocasionado por las fuertes caricias, los cortos pero apasionados besos, pasaron de ser dos humanos a dos bestias sin control, a dos salvajes que sólo querían sexo. Tan duro jaló Miguel sus cacheteros que los rompió, ya ésta estaba tan sudada y excitada que hacía rato se escapaban de su cuerpo fuertes gemidos, ya parecían gritos, mientras Miguel a causa de los mismos se excitaba más y más.

Hubo fuertes y desmedidas penetraciones, por delante y por detrás, se poseyeron hasta pertenecer el uno al otro, fueron más allá de sus límites corporales, sus cuerpos no daban más, ya escaseaba el aliento, ya era imposible gemir para ambos, sus corazones ya casi salían de sus cuerpos, quedaron tendidos sobre el suelo de la cocina, sin ánimos de respirar, incapaces de levantarse. Luego de cinco horas aún permanecían allí. Fue una noche inolvidable para ambos, quedaría tatuada en sus pieles por siempre. Miguel fue el primero en levantarse, ya pequeños rayos de sol penetraba por la persiana que tapaba la ventana de la sala, éste ve a Paula desnuda y tendida en el suelo, el frío del mismo hacía que sus pezones estuviesen parados y duros, que su piel pidiera abrigo, calor, cosa que Miguel no le dio.

Pasaron de ser dos humanos a dos bestias sin control, a dos salvajes que sólo querían sexo

Ya el deseo que se creó cuando se tropezaron se había extinto, ya nuevamente eran dos extraños, que pensaban y hacían cosas de manera distinta, sus vidas se habían cruzado aquella tarde, y esa mañana ya se habían vuelto a separar, Miguel deja una nota sobre la mesa, ésta decía así:

“Fue la mejor noche de mi vida, será difícil olvidarte, M”.

Unas pocas horas después Paula ve la nota, la toma y la observa, luego sonríe y se marcha de la casa, solo con el perverso recuerdo de lo sucedido en su mente, con el sabor desmedido aún marcado en su piel.
Ella pensó que solo por esos momentos vale la pena vivir…

Algunas veces se encuentran en el camino, ambos con sus parejas a un lado, nunca cruzan palabra, solo perversas miradas y sonrisas malévolas de lo que una vez sucedió entre ellos.

Fue una noche inolvidable para ambos, quedaría tatuada en sus pieles por siempre

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