Poemas en el viento

Tuya y Mío eran esos típicos fragmentos de vida que durante un tiempo consideraron estar juntos y recorrer pasillos, caminos y veredas tomados de las manos.

Aline Téllez
El hendir de la ventana
4 min readFeb 12, 2018

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Tuya se sentó en un pedazo de acera que aún quedaba en aquel camellón por el que habían caminado muchas veces. Mío se quedó de pie esperando que Tuya le contara lo que tenía que decir. Tuya y Mío eran esos típicos fragmentos de vida que durante un tiempo consideraron estar juntos y recorrer pasillos, caminos y veredas tomados de las manos.

— Tuya, debemos hablar seriamente, esto no puede seguir así — .

— Lo sé, Mío. He intentado hacerlo desde que las ráfagas de viento nos llevaron a encontrarnos en aquél primer piso de la biblioteca, es solo que tengo miedo — .

— ¿Miedo de qué? — .

— De que no me quieras más, porque sé que así es. Puedes sentir algo por mí, pero no es lo mismo — .

— No digas eso — .

Tuya era una pequeña partícula de un todo que había vagado por los caminos sola, nunca el viento había sido tan fuerte como el día que había encontrado a Mío. La peculiaridad de Tuya era que, cuando amaba, se entregaba toda, no escatimaba en amor, en muestras de cariño, pero no siempre demostraba lo mucho que le importaban aquellos a los que amaba, era tímida y asustadiza, cuando conoció a Mío se había dado cuenta que existían seres dispuestos a mostrar sus sentimientos por medio de acciones.

— Lo siento, Mío, pero creo que es la verdad — .

— A veces no te entiendo, Tuya — .

— Sé que soy muy complicada, solo quisiera que me dieras dos segundos para darme el valor de decir todo — .

— Tienes mucho valor dentro de ti, no puedes negarlo — .

— Sí puedo, no sabes quién soy, realmente — .

Tuya había visto muchas veces a Mío, pero él siempre estaba corriendo en otras ráfagas de viento, cuando se encontraron frente a frente, algo despertó en su interior, lo escuchó, lo observó, le preguntó cosas, Mío estaba dispuesto a contarle todo sobre él y lo que conocía. Tuya creyó en él firmemente, aprendió cosas nuevas y supo que Mío la quería, porque Mío la buscaba todos los días, conversaban sobre los misterios de la existencia, las cosas que les gustaban y cada que se encontraban, Mío le mostraba cuánto la quería y valoraba. A Tuya le encantaba escucharlo y, sobre todo, le encantaba observarlo, le gustaba lo que él amaba y la pasión que mostraba ante la vida. Pero Tuya no sabía cómo demostrarle eso, hacía cosas que creía que a él le gustaban y al principio solía ser así.

— Te conozco, Tuya, aunque a veces me confundas mucho — .

— Pero tú me confundes a mí, a veces siento que no te importa lo que pasa con nosotros — .

— Pero si no hay un nosotros — .

— Lo había y de pronto se esfumó — .

— Te expliqué lo que sucedía, el viento me atrae hacia él cada que estoy contigo, ahora mismo lo siento — .

Mío siempre había sido honesto, era impulsivo e hiperactivo, el viento siempre terminaba venciéndolo y lo llevaba por muchos lugares, pero cuando lo puso frente a Tuya, algo cambió, sentía ese viento que lo impulsaba y a la vez lo atraía. La peculiaridad de Mío era que siempre demostraba lo que sentía, nunca sabía cómo guardarlo y a veces eso le traía problemas por ser directo. Pero le gustaba la honestidad y en cuanto vio a Tuya, se dio cuenta que era una parte de un todo que podía completar su rompecabezas, sin embargo, no la comprendía.

— Entonces quizá debas ceder a ese viento e irte, no puedo seguir así — .

— Tuya, no puedo alejarme — .

— Sí puedes, no culpes a viento — .

— No lo culpo y tú lo sabes — .

— ¿Me quieres? — .

— Siempre — .

Cuando Mío vio a Tuya por primera vez, le pareció una de las más lindas que había conocido nunca, jamás, aunque era tímida supo que lo quería, porque le escribía poemas en el viento, le mostraba apoyo incondicional, Tuya demostraba con pequeñas acciones lo mucho que lo quería y cuando podía, se lo decía. Pero algo extraño le pasaba cuando estaba cerca de ella, era como si una fuerza lo atrajera y otra lo alejara, sabía que no estaba listo para algo así, pero quería estarlo, Tuya le parecía la ideal para nunca separarse de ella. Pero hacía falta más que eso, ella lo entendía y le perdonaba sus errores, lo que no quería era hacerle daño.

— Creo que el error es que no estamos haciendo caso a nuestros vientos, eso nos causa muchos problemas — .

— Lo sé, pero no puedo alejarme de ti, sabes lo que siento — .

— Y también sé que por el momento, mi viento me lleva lejos de aquí, no estamos listos para esto, Mío — .

— Tuya, te quiero y nadie te querrá más que yo, espero algún día estos vientos nos reúnan de nuevo — .

— En eso confío, en que tarde o temprano así será y aunque justo ahora debo aceptar que no seguirás aquí para mí, debes saber que sin importar que los tiempos avancen y los vientos vuelen lejos hay algo que nos une y que hará que yo siempre sea Tuya y que tú, siempre seas Mío — .

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Aline Téllez
El hendir de la ventana

Orgullosamente UNAM, Escritora con cuchillo, lectora sin límite, viajera incansable, comunicadora de lo bueno, soñadora siempre, empedernida fangirl.